En defensa de los débiles
El otro día viví de cerca un episodio ciertamente indigno. Estaba en una frutería de barrio bastante popular por su género, de cierta calidad a precios razonables. De repente, una señora mayor comenzó a gritar “me han robado el monedero”. La pobre mujer fue a pagar la fruta y al rebuscar en la bolsa el monedero, en vez de éste, encontró un melocotón. Contó que seguramente habían sido dos chicas jóvenes, bien vestidas que cuando fue a coger una bolsa del rollo de bolsas, ellas tiraron y sacaron 4 ó 5 de golpe. La señora les llamó la atención, cuando en realidad era ésta la maniobra de distracción para sustraer el monedero sin ser descubiertas. El disgusto de la anciana fue mayúsculo, no solo llevaba en el monedero el dinero para hacer la compra sino el DNI, la tarjeta de la seguridad social y las fotos de sus seres queridos, algunos de ellos seguramente ya solo vivos en su memoria. Imagino cómo se sentiría ante el papeleo que se le venía encima para recuperar el DNI, la tarjet...