¿Otra conspiración?
No creo que haya
ninguna conspiración para volvernos a todos idiotas y consumamos productos y
servicios que no necesitamos. Lo que sí que es cierto es que a ningún sector
económico le interesa un consumidor pensante, básicamente porque un consumidor
pensante consumiría más bien poco.
O ¿es que le
interesaría al sector del refresco que el consumidor reflexionara sobre la
necesidad de consumir básicamente agua con azúcar, un poco de aroma y un
colorante, o al sector de la restauración que los consumidores hicieran los
experimentos culinarios en su propia cocina, o al sector farmacéutico que
hiciéramos ejercicio y cuidáramos nuestra alimentación, o al sector del ocio
que disfrutáramos con placeres simples?
Y es que quien más y
quien menos trabaja (si tiene la fortuna) en alguno de esos sectores de la
economía y no les gusta que jueguen con el pan de sus hijos. Por tanto, un
consumidor consciente no nos interesa a nadie.
De hecho, la
sociedad, a través de los medios, la publicidad, etc, nos han convencido de que
consumir es bueno y el que no consume mucho, pudiendo hacerlo es que es tonto y
el que no pueda hacerlo en abundancia por carencia de medios, que se prepare
para una gran frustración, aunque tenga lo suficiente para vivir y se trate, en
muchos casos, de productos prescindibles
La conclusión es
clara: necesitamos consumir y cada sector económico, en una huida hacia
adelante intenta aumentar el consumo, lanzando nuevos productos que en realidad
solo son combinación de los anteriores con una presentación distinta.
Con esos nuevos
productos se espera atraer la curiosidad del consumidor y arañar cuota de
mercado a la competencia en un proceso continuo que no tiene fin.
El problema de este
modelo es que no es sostenible, genera muchos residuos y consume muchos
recursos básicos en un mundo cada vez más poblado. No podemos consumir cada vez
más, cada vez más gente.
Necesitamos, pues,
un nuevo modelo económico, una nueva economía. Pero no aquel espejismo de
principios de este siglo por el que las empresas de Internet, de dudoso valor,
fueron compradas por disparates, sino una nueva economía en la que:
- El ser humano es el centro y el objetivo de la misma
- Tenga como objetivo el reparto justo de la riqueza (no que el los
más espabilaos se lo llevan todo)
Algunos principios
de esta nueva economía:
a) El consumo se basa en la calidad de los
productos, no en el precio o en el prestigio social
b) Las empresas compiten en calidad, respeto a
los empleados y pequeños inversores, cuidado del medio ambiente y servicio a
sus clientes.
c) Las empresas solo compiten en precio cuando
son competitivas en el apartado b), en caso contrario, puesto que el empresario
desea mantener su beneficio, recortará costes a través de bajos salarios de los
empleados, mala calidad de las materias primas, intentar tangar al cliente sin
que se note y no gastarse un céntimo en reducir el impacto en el medio ambiente
que su actividad productiva genera.
Somos los
consumidores, a través de nuestra actitud, los que debemos promover los
principios enumerados en a) b) y c). Algunos ejemplos:
-
Si, por
un decir, y usando cifras redondas, gastamos 100 euros al año en 10 camisetas
de temporada, podremos gastarnos esos 100 euros en 5 camisetas mejor escogidas
y tendremos que ponérnoslas más veces antes de tirarlas
-
Si, por
otro decir, gastamos 50 euros al año en 100 helados de baja calidad, lo mismo
tenemos que gastarnos esos 50 euros en solo 50 helados de mayor calidad y mejor
escogidos de acuerdo a esos criterios.
No dejemos que la
publicidad, con sus señoras y señores espectaculares, sus sonrisas blancas y
perfectas y sus casas despampanantes nos envuelva con sus cantos de sirenas.
Tenemos que ser
conscientes de nuestro enorme poder como consumidores. Ojalá comenzáramos a
usarlo.
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