Y de las pensiones, ¿qué?
Pues de las pensiones, no sabemos. O sí. Sabemos que cada
vez son más las personas que tienen o tendrán derecho a una pensión y cada vez
son menos los trabajadores en activo que pueden contribuir a pagarlas.
Y no es solo que los trabajadores en activo sean menos, sino
que ganan menos cada vez, con lo cual su contribución a la Seguridad Social es
consecuentemente menor.
A este respecto, resulta curioso que durante la crisis la
relación entre el trabajador medio de una empresa y el primer ejecutivo de las
empresas del IBEX haya llegado a ser de 112 veces (año 2.016) frente a 84 en el
2.014. Y 207 veces si lo comparamos con el salario menor (ver
enlace adjunto). El tema de la desigualdad
social abre otro debate infinito y en este post queríamos centrarnos en las
pensiones.
Ciertamente con los prolegómenos anteriores, tenemos un
problema. Y eso que la generación del baby boom aún no ha comenzado a jubilarse
y comenzará a hacerlo en los próximos años.
Cuando todas estas personas dejen de cotizar activamente a
la seguridad social y pasen a cobrar una pensión, tendremos un problema aún
mayor y de dimensiones que dudo hayan calibrado los políticos de nuestro
tiempo.
Desde luego, en ello están pensando. Pero mucho me temo que
lo estén haciendo solo para ganar votos, o lo que es lo mismo enfocándolo
exclusivamente desde un punto de vista demagógico, como ya viene siendo
habitual.
Pues bien, la propuesta que he oido es crear un impuesto a
la banca.
Según mi modesta opinión, suena a demagogia ya desde lejos.
¿Porqué a la banca?
Porque todo el mundo odia a los bancos, porque los bancos
fueron rescatados con nuestro dinero, porque les quitan las casas a la gente,
nos cobran comisiones y cuando te quieres dar cuenta te han quitado hasta los
zapatos.
Pero analicemos más detenidamente la propuesta. ¿Quien es la
banca?
¿La banca son los ejecutivos? Si es así podríamos estar de
acuerdo. Como hemos visto, durante la crisis los altos ejecutivos han
multiplicado sus sueldos respecto a los salarios medios, lo que debería
significar que han multiplicado su inteligencia o el valor que crean para sus
empresas (o que sus días tienen más horas), lo que a todas luces no es así, más
bien al contrario, a juzgar por los resultados.
De todas formas y lamentablemente, no son tantos los
ejecutivos comparados con la inmensidad de los pensionistas, así que me temo
que si la banca son sus ejecutivos (además no creo que se refieran a ellos), no
se resuelva el problema.
¿La banca son las empresas bancarias? Si es así, mucho me
temo que al final paguemos los de siempre y un impuesto a la banca, en realidad
sea un impuesto al ciudadano medio.
¿Porqué? Porque los ejecutivos protegerían sus altos
salarios, y si el estado carga con un nuevo impuesto a sus empresas, intentarán
mantener los márgenes, subiendo las comisiones que cobran a sus clientes,
bajando los sueldos de sus empleados (y echándolos a la calle, si encuentran en
ello algún ahorro) y aún así, verán
reducidas las ganancias (que no sus sueldos) con lo que el valor de las
acciones bajaría, perjudicando a muchos pequeños inversores.
Al bajar el valor de las ganancias pagarán menos impuestos a
Hacienda y la compra/venta de acciones generará minusvalías y Hacienda perderá
también los ingresos derivados de esa transacción.
Resumiendo, el impuesto a la banca sería un impuesto a clientes,
empleados, pequeños accionistas (eso si no se incluye a depositantes,
ahorradores, etc…) y como me temo que todos entramos en alguna de esas
categorías, cuando no en varias, sería un impuesto general (y encima, de dudosa
eficacia, puesto que como hemos visto, por otro lado, reduciría los ingresos de
Hacienda)
Con este simple análisis, parece claro que sólo están
tratando de arañar votos y que no hay mucha sustancia debajo de la propuesta.
El debate de las pensiones es muy complejo y tiene unas
implicaciones técnicas en las que difícilmente se puede involucrar a la
ciudadanía porque los argumentos se pueden manipular fácilmente.
Desde mi punto de vista, el tema es tan serio y tan
importante que debería sacarse del debate electoral, discutirse a puerta
cerrada entre todos los partidos y elucubrar una solución de largo plazo.
Desde luego, deberían ser soluciones más creativas, algunas
por ejemplo, relacionadas con las nuevas tecnologías, que provocarán una
reducción de los puestos de trabajo (posibles impuestos a los robots. que ya
realizan tanto tareas físicas como intelectuales) y que de hecho, ya
están provocando cambios drásticos en la economía, o también aflorar la
ingente cantidad de dinero negro, o revisar la fiscalidad de algunos productos
financieros (SICAV o similares), etc.
En definitiva, algo así como lo que se hizo en los Pactos de
Toledo pero ahora de forma más creativa, porque el sistema es a todas luces
insostenible.
Las pensiones, junto con la educación, requieren una
solución de largo plazo porque su enfoque va mucho más allá de una legislatura
y por tanto deberían formar parte de un pacto de Estado.
Y debería ser así porque de ellos depende nuestro futuro y
nuestra continuidad como sociedad avanzada
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