Antisistema (y II)
En el post anterior hablamos de tendencias antisistema y lo dedicamos al expresidente de la Generalitat y dejamos una segunda tendencia antisistema, el bitcoin y las criptomonedas, para un nuevo post.
El anonimato que procuran estas monedas, permite sortear los mecanismos de control fiscal y financiero de los estados, quitándoles una de sus más poderosas armas: el control del dinero.
De ahí que de momento, y hasta que los estados desarrollen nuevas armas legales y técnicas para controlarlo, es un auténtico mecanismo antisistema.
No es que yo sepa mucho de bitcoin pero me he leído un par de artículos y eso en España, país en el que discutimos de cualquier cosa sin tener idea, me convierte en un gran experto.
Parece que nadie ha identificado al inventor de esto del bitcoin. Sobre todo porque en cuanto alguien se reconociera como su creador, caería sobre él toda la fuerza del fisco del país correspondiente para quitarle gran parte de su fortuna, eso si no se concluye la existencia de algún delito y acaba con sus huesos en la cárcel.
Algunos hablan de que se trata de una conspiración y dicen que el nombre que se asigna al creador (Satoshi Nakamoto) es en realidad una composición formada con los nombres de cuatro grandes compañías (SAmsung, TOSHIba, NAKAmichi y MOTOrola)
Sea cual sea la realidad, el caso es que se ha puesto tan de moda que durante el año pasado multiplicó su valor por 16, de tal forma que si no tienes algún bitcoin es que eres un carca (como yo usando este tipo de palabras)
Hay algunas consideraciones que convendría tener en cuenta.
Primero, este activo (como tantos otros) es humo. No está respaldado por nadie, son apuntes criptografiados en bases de datos distribuidas usando una tecnología que llaman blockchain, de ahí que sea difícil de hackear.
Estamos de acuerdo que el dinero que tenemos en el banco, también es humo, porque solo es un apunte en una base de datos del banco y todos confiamos en que esa información esté convenientemente duplicada, triplicada o quintuplicada.
También confiamos en que haya mecanismos para evitar que alguien con los permisos adecuados se deje la pantalla abierta y vaya un gracioso y escriba “delete all” y borre todos los registros de un banco, de tal forma que ni siquiera pueda mandarte una carta diciéndote que lo has perdido todo porque ni sabe ya que eres su cliente y mucho menos recuerda tu dirección.
Claro que podría no ser así y que los mecanismos de protección no existan o sean insuficientes. Cosas más raras se han visto.
Pero si ocurriera algo parecido, al menos podríamos irnos a alguna sucursal del banco a quemarla, recurso que no nos quedaría con el bitcoin porque no sabríamos qué quemar.
Por otra parte, los bancos están respaldados por los estados, a través de ciertos mecanismos de protección que tampoco tienen las monedas criptográficas.
Segundo, el valor de un activo es ficticio, solo depende de la gente que esté interesada en comprarlo. El valor del bitcoin ha subido exponencialmente porque la propia revalorización del activo está ejerciendo el efecto llamada. Por otra parte, el algoritmo criptográfico de la moneda fuerza a que el número de bitcoins disponibles en el mercado sea limitado (alcanzará como máximo los 21 millones de bitcoins). Este hecho limita la inflación propia de cualquier moneda (o lo que es lo mismo, la depreciación de su valor).
En este cúmulo de despropósitos, hay gente que ha puesto a trabajar a cientos, miles de ordenadores para resolver los complejos algoritmos que generan cada uno de los nuevos bitcoins. Cada bitcoin que se genera cuesta más que el anterior en capacidad de proceso y por tanto en energía.
Hay granjas de ordenadores trabajando en países fríos (por lo de no tener que refrigerar el ordenador) y con electricidad barata para generar nuevos bitcoins, de tal forma que dicen que para fabricar un nuevo bitcoin es necesario gastar la energía equivalente a la que gastan en 24 horas, nueve hogares estadounidenses.
Mientras la cotización siga subiendo merecerá la pena pagar el coste de energía necesario para fabricar nuevos bitcoins, es decir en generar humo (y nunca mejor dicho: CO2)
Si analizáramos el proceso desde el espacio exterior, veríamos cómo un conjunto de terrestres han puesto a trabajar a un montón de ordenadores en complejos algoritmos, compitiendo entre ellos, en unas operaciones sin trascendencia ninguna, despilfarrando con ello una cantidad ingente de energía.
Si al despropósito number one, gastar ingentes cantidades de energía en producirlos, le sumamos el number two, burbuja financiera que ríase usted de los tulipanes del siglo XVII en los Países Bajos, o de la burbuja punto com de principios de este siglo y lo sazonamos con que resulta una moneda ideal para los delincuentes porque no deja rastro, nos queda un despropósito de proporciones astronómicas.
Menos mal que como no soy un experto, espero no haber entendido nada, y lo del bitcoin y las criptomonedas sean una cosa buena cuyas ventajas se me ocultan.
El anonimato que procuran estas monedas, permite sortear los mecanismos de control fiscal y financiero de los estados, quitándoles una de sus más poderosas armas: el control del dinero.
De ahí que de momento, y hasta que los estados desarrollen nuevas armas legales y técnicas para controlarlo, es un auténtico mecanismo antisistema.
No es que yo sepa mucho de bitcoin pero me he leído un par de artículos y eso en España, país en el que discutimos de cualquier cosa sin tener idea, me convierte en un gran experto.
Parece que nadie ha identificado al inventor de esto del bitcoin. Sobre todo porque en cuanto alguien se reconociera como su creador, caería sobre él toda la fuerza del fisco del país correspondiente para quitarle gran parte de su fortuna, eso si no se concluye la existencia de algún delito y acaba con sus huesos en la cárcel.
Algunos hablan de que se trata de una conspiración y dicen que el nombre que se asigna al creador (Satoshi Nakamoto) es en realidad una composición formada con los nombres de cuatro grandes compañías (SAmsung, TOSHIba, NAKAmichi y MOTOrola)
Sea cual sea la realidad, el caso es que se ha puesto tan de moda que durante el año pasado multiplicó su valor por 16, de tal forma que si no tienes algún bitcoin es que eres un carca (como yo usando este tipo de palabras)
Hay algunas consideraciones que convendría tener en cuenta.
Primero, este activo (como tantos otros) es humo. No está respaldado por nadie, son apuntes criptografiados en bases de datos distribuidas usando una tecnología que llaman blockchain, de ahí que sea difícil de hackear.
Estamos de acuerdo que el dinero que tenemos en el banco, también es humo, porque solo es un apunte en una base de datos del banco y todos confiamos en que esa información esté convenientemente duplicada, triplicada o quintuplicada.
También confiamos en que haya mecanismos para evitar que alguien con los permisos adecuados se deje la pantalla abierta y vaya un gracioso y escriba “delete all” y borre todos los registros de un banco, de tal forma que ni siquiera pueda mandarte una carta diciéndote que lo has perdido todo porque ni sabe ya que eres su cliente y mucho menos recuerda tu dirección.
Claro que podría no ser así y que los mecanismos de protección no existan o sean insuficientes. Cosas más raras se han visto.
Pero si ocurriera algo parecido, al menos podríamos irnos a alguna sucursal del banco a quemarla, recurso que no nos quedaría con el bitcoin porque no sabríamos qué quemar.
Por otra parte, los bancos están respaldados por los estados, a través de ciertos mecanismos de protección que tampoco tienen las monedas criptográficas.
Segundo, el valor de un activo es ficticio, solo depende de la gente que esté interesada en comprarlo. El valor del bitcoin ha subido exponencialmente porque la propia revalorización del activo está ejerciendo el efecto llamada. Por otra parte, el algoritmo criptográfico de la moneda fuerza a que el número de bitcoins disponibles en el mercado sea limitado (alcanzará como máximo los 21 millones de bitcoins). Este hecho limita la inflación propia de cualquier moneda (o lo que es lo mismo, la depreciación de su valor).
En este cúmulo de despropósitos, hay gente que ha puesto a trabajar a cientos, miles de ordenadores para resolver los complejos algoritmos que generan cada uno de los nuevos bitcoins. Cada bitcoin que se genera cuesta más que el anterior en capacidad de proceso y por tanto en energía.
Hay granjas de ordenadores trabajando en países fríos (por lo de no tener que refrigerar el ordenador) y con electricidad barata para generar nuevos bitcoins, de tal forma que dicen que para fabricar un nuevo bitcoin es necesario gastar la energía equivalente a la que gastan en 24 horas, nueve hogares estadounidenses.
Mientras la cotización siga subiendo merecerá la pena pagar el coste de energía necesario para fabricar nuevos bitcoins, es decir en generar humo (y nunca mejor dicho: CO2)
Si analizáramos el proceso desde el espacio exterior, veríamos cómo un conjunto de terrestres han puesto a trabajar a un montón de ordenadores en complejos algoritmos, compitiendo entre ellos, en unas operaciones sin trascendencia ninguna, despilfarrando con ello una cantidad ingente de energía.
Si al despropósito number one, gastar ingentes cantidades de energía en producirlos, le sumamos el number two, burbuja financiera que ríase usted de los tulipanes del siglo XVII en los Países Bajos, o de la burbuja punto com de principios de este siglo y lo sazonamos con que resulta una moneda ideal para los delincuentes porque no deja rastro, nos queda un despropósito de proporciones astronómicas.
Menos mal que como no soy un experto, espero no haber entendido nada, y lo del bitcoin y las criptomonedas sean una cosa buena cuyas ventajas se me ocultan.
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