No es suficiente



Durante estos últimos días hemos asistido al drama humanitario del Aquarius. Hemos visto la imponente ola de solidaridad que se ha desplegado por toda España para atender, de la mejor manera posible, a esos seres humanos expulsados de su tierra por razones económicas y políticas. Los pueblos, las ciudades y las gentes de España han mostrado lo mejor de sí mismos.

Desde esta página, que intenta hacer un análisis un poco menos superficial de los acontecimientos, debemos decir que ha estado bien, pero no es suficiente.
No, no es suficiente. Parece que las cosas no existen si no las reflejan los medios, pero no es cierto.

A la vez que sucedía lo del Aquarius, estaban llegando muchos más inmigrantes a las costas del sur de España, con una cobertura informativa muy inferior, motivo por el que se les ha asignado menos recursos. Hasta para los inmigrantes rescatados en el mar, hay clases.
Por eso, no es suficiente.

También, a la vez, que ocurría lo del Aquarius, miles, cientos de miles de nuestros ancianos pasan los últimos años de su vida en completa soledad, marginados por la sociedad que ellos mismos han construido. Algunos con un poder adquisitivo tan escaso que apenas les da para comer decentemente. Pero los medios no se ocupan de ellos porque es algo cotidiano.
Pero no por ser cotidiano y no aparecer en las noticias, deja de existir.
Ellos también merecen toda nuestra solidaridad. Como es posible que la merezcan vecinos nuestros a quien el monstruo del paro o la enfermedad o los miles de dramas de los que consta una vida, han sacudido violentamente.
Por eso, no es suficiente.

Desgraciadamente la solidaridad, como casi todas las cosas buenas, es un recurso limitado y si lo gastamos con unos, no podemos gastarla con otros y son los medios de comunicación quienes deciden cuando y en qué gastar nuestra solidaridad. Además el análisis que hacen de problemas inmensamente complejos es, a veces, inmensamente simple.
Me ha llamado la atención las críticas que ha recibido Italia por la negativa a dejar atracar el Aquarius en sus puertos. Sean justas o no estas críticas (seguramente sí, porque se han oído auténticas barbaridades difundidas por el nuevo gobierno italiano), no tienen en cuenta que Italia ha recibido este año miles de refugiados ya y que tiene unas infraestructuras para atenderlos limitadas. Además cada país receptor debe ser capaz de darle una vida digna a los inmigrantes que recibe, cosa que no siempre es posible ni tan siquiera para sus propios ciudadanos.

Por si todos estos temas no fueran ya lo suficientemente complejos, tampoco hay que olvidar que los recursos públicos son limitados (como la solidaridad), y si se asignan a una cosa se quitan de otra.
Resulta evidente, por ejemplo, que si nuevos pacientes llegan a nuestro sistema de salud, puesto que el presupuesto del mismo permanecerá invariable, los pacientes existentes tendrán una atención peor.
En este caso concreto, puede no importarte si tienes sanidad privada o tienes la suerte de no necesitar, ni tu ni tu familia, médicos. En caso contrario, te afecta.

No olvidemos que cuando se reclama solidaridad, es la tuya la que estás ofreciendo. No vale decir seamos solidarios, pensando en que las consecuencias de la solidaridad las va a pagar otro (pensamiento íntimo e inconfesable del político demagogo).

La pregunta que surge es porqué se obliga al ciudadano de a pie a posicionarse sobre si

a) queremos salvar la vida de esos seres humanos que huyen atormentados de su tierra
 o
b) queremos que nuestros familiares y amigos enfermos no tengan peor atención médica (centrándonos en uno de los servicios públicos, por ejemplo).

Hay partidos que defienden la opción a) y hay otros que defienden la opción b), opción que gana adeptos en toda Europa, impulsada por políticos demagogos (estos de otro signo distinto) que exageran los inconvenientes de la inmigración y minimizan sus ventajas. Ambos grupos de partidos plantean estas opciones como excluyentes.

Y si queremos las dos cosas ¿qué?¿a quién debemos votar? ¿a los Reyes Magos?
Pues a lo mejor, no es necesario. Pero claro, sólo si los políticos, con sus abultados sueldos, hicieran bien su trabajo. Es decir, sólo si estuvieran más interesados en resolver los problemas de los ciudadanos que en enfrentarnos entre nosotros para conseguir más votos.

En el complejo tema de la inmigración, la solución pasa por dedicar los recursos de la Unión Europea a mejorar las condiciones de vida en los países origen de la inmigración y generar una inmigración controlada de acuerdo a las necesidades y capacidades de cada país de destino. Esa sería la auténtica forma de transformar un problema en una oportunidad.

Nadie dice que sea fácil, pero es ahí donde hay que derrochar creatividad y hay que hacerlo porque es la respuesta proactiva a este grave problema.

La alternativa, que es la respuesta actual, la reactiva, la de poner parches, es la que conduce al enfrentamiento, la que está contribuyendo a la disgregación de la Unión Europea y la que, como siempre, solo interesa, a los no europeos.


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