Accidente


  

Hoy, hacia las nueve y media de la mañana, estaba trabajando con mi ordenador cuando he oído una especie de lamento continuado en la calle, un lamento amortiguado por las ventanas cerradas.
Al principio, me ha pasado desapercibido, acostumbrados como estamos a oir sin escuchar y a mirar sin ver. Pero en algún momento ha llamado mi atención. Supongo que por la duración de ese lamento.
Me he asomado por la ventana y he visto una chica joven tirada en el asfalto y un grupo de personas alrededor. Un coche con los intermitentes puestos parado más adelante, indicaba claramente que se trataba de un atropello.
Cuando el grupo de personas alrededor de la chica me lo permitía, podía ver que no movía las piernas ni los brazos, pero sí que estaba sintiendo un enorme dolor porque sus quejidos no paraban.

Podéis imaginar lo que he sentido en ese momento, una tristeza inmensa por esa pobre chica que se habría levantado como todos los días por ir a su instituto, y allí estaba tendida en el asfalto.
No podía retirar la mirada de sus piernas, sus brazos y sus manos, con la esperanza de verlos moverse, y de esa manera me indicaran que no se encontraba tan mal. Pero esa señal no llegó.
Los coches pasaban a su alrededor a pocos centímetros de donde ella se encontraba en el suelo, como si nada hubiera pasado. Solo la gente que la rodeaba la protegía.
Al poco ha llegado la policía y luego la ambulancia. Los médicos la han puesto un collarín y se la han llevado.

Media hora después de que esto sucediera, no había rastro del drama que frente a mi ventana se había producido. Como si nada hubiera pasado. Sin embargo la vida de esa joven, de esa adolescente, puede haber cambiado drásticamente en un minuto. Confiemos en que no y que todo se haya quedado en un susto que se arregle con una escayola como mucho.

Si sirve de algo, mis mejores deseos van para esa chica anónima que he visto tirada en el asfalto y que podría haber sido la hija de cualquiera de nosotros. He imaginado también la llamada que recibirán esos padres y el alma se me ha caído a los pies.

Si sirve de algo, mis pensamientos están contigo, chica anónima. Te imagino entrando en urgencias del hospital, esperando que te atiendan, haciéndote pruebas, radiografías, un TAC… y mientras, esperando en urgencias, entre una prueba y otra. Me imagino tu angustia, tu miedo, tu incertidumbre por saber qué tendrás y cuales serán las consecuencias, me imagino la angustia de tus padres…
El anonimato de la gran ciudad nos impide saber qué es de ti, pero si sabemos que nuestros mejores deseos y pensamientos hoy son tuyos. Hoy son para tí.

De la tristeza ha pasado rápidamente a la indignación. Frente a mi ventana hay un paso de cebra en el que se han producido ya numerosos atropellos. ¿No hay nadie que haga estadísticas en los ayuntamientos? ¿No hay nadie que vigile los accidentes que se producen, donde se producen y mire la forma de reducirlos?
Mi pregunta es siempre la misma. ¿Porqué los políticos se centran en las palabras, en inventar problemas imaginarios e ignoran los problemas reales de los ciudadanos?
No hay que ir lejos a buscar los problemas. Están aquí al lado. Hay gente que sigue muriéndose de frío en su casa porque no tiene dinero suficiente para encender la calefacción. Hay gente que se pasa horas, algunas veces días, esperando en urgencias para que le asignen una habitación.
Hay tanto que arreglar… como para imaginarse problemas.

Si esta primera indignación va contra los políticos de todas las administraciones por su pasividad, la segunda va dirigida contra todos nosotros. ¿Como podemos seguir conduciendo con esa alegría, con esa inconsciencia?. Seguimos sin darnos cuenta que cuando cogemos un volante llevamos entre las manos una máquina de matar (y desgraciadamente en sentido literal)
¿Como podemos seguir bebiendo antes de conducir o tomando drogas o mirando el móvil?
Hasta que no seamos conscientes de la responsabilidad que estamos asumiendo al conducir un coche, días aciagos como el que le ha tocado vivir a esta pobre chica y a su familia, seguirán produciéndose eternamente.


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