Incidente en el médico
Ante todo FELIZ 2019 para todos los lectores de Siguiente
Nivel, y ¿por qué no? También para los que no lo sean. Total, los buenos deseos
son gratis todavía.
Esta semana, aún en pleno periodo de vacaciones navideñas he
ido al centro de salud. Resulta que como algunos médicos se han tomado
vacaciones, el resto (debido a los recortes) han tenido que atender sus
pacientes, provocando una saturación importante.
El caso es que estábamos en la sala de espera con un retraso
considerable sobre la hora de la cita, en la mayor parte de los casos, superior
a la hora y media y el ambiente comenzaba a ponerse tenso en la sala. De vez en
cuando se añadía alguien que llegaba de urgencia, aumentando el retraso.
Observé que la doctora parecía inmune a las circunstancias,
porque dedicaba el tiempo que consideraba oportuno a cada paciente. En una de
esas, y supongo que para amenizarnos la espera, se abrió la puerta del médico y
salió el paciente que estaba dentro pegando voces. ¿Qué palabras no saldrían
por esa boca? Toda clase de improperios fueron pronunciados contra la
facultativa. No los repito porque me podrían clausurar el blog.
La doctora se limitó a decir con toda la calma del mundo
algo así como que le iba a denunciar. Por el resto de palabras, dedujimos que
la médica no le dio la baja que este hombre quería.
Cuando por fin nos tocó, la doctora nos atendió dedicando el
tiempo necesario, leyéndose tranquilamente el historial médico, pues no nos
conocía ya que estaba supliendo a nuestro médico habitual, ahora de vacaciones.
Estos episodios de la vida diaria me suelen inducir a la
reflexión. Una reflexión que me gusta compartir en este blog. Perdón si me
repito en alguna de las conclusiones porque muchas conducen a lo mismo.
Lo primero, es mostrar mi admiración y gratitud a esa
doctora que nos atendió tan correcta y profesionalmente. Cualquiera habría
quedado aturdido si es víctima de un episodio de violencia verbal como el que
presenciamos. Ella, sin embargo, permaneció impertérrita siendo su
comportamiento en todo momento estrictamente profesional. Es más, la atención
de los siguientes pacientes se produjo como si nada hubiera pasado.
Deduje que no era la primera vez que le pasaba, a juzgar por
su parsimonia. Desde estas líneas quiero mostrar mi modesto homenaje a todos
los servidores públicos que realizan su labor impecablemente a pesar de la mala
organización y los malos medios que les suelen proporcionar las
administraciones públicas. Con sueldos más bien escasos y cargas de trabajo
difíciles de soportar en ocasiones.
En el caso específico de los médicos, después de prepararlos
en nuestras universidades públicas, pagadas con nuestros impuestos, dejamos
que se marchen al extranjero porque las condiciones que les ofrecemos aquí
son bastante lamentables (eso si se les ofrece un puesto de trabajo).
Segunda reflexión: ¿Cómo se puede ser tan cenutrio como para
ponerse a insultar a alguien en el ejercicio de su profesión, y más cuando está
a nuestro servicio?. Si alguien considera que no está siendo atendido
correctamente, hay mecanismos para quejarse. No se puede rebajar uno de
semejante manera.
Demuestra además ignorancia: ¿aún no sabe que los médicos
son considerados autoridad pública y por tanto un insulto o una agresión tiene
ese agravante?. Si la doctora pone la denuncia como dijo, este individuo tendrá
un problema.
Tercera reflexión: Nos olvidamos con frecuencia de que los
que nos atienden en los servicios públicos son personas. Es decir gente que,
como nosotros, tiene sus problemas y que habitualmente son tan víctimas, si no
más, de esos recortes que ya se han convertido en esencia del servicio público.
Cuarta reflexión: Aquí me repito, porque ya la he usado
otras veces:
¡Cuánta responsabilidad tenemos como votantes! Este año
tenemos elecciones autonómicas, locales y europeas. Eso si no tenemos también elecciones
generales. Nuestro voto debe ser un voto consciente, racional, intentado evitar
que nos engañen con los millones de cantos de sirenas en los que cada cual
envuelve su discurso.
Es cierto que la política ha entrado en una dinámica de
mentiras, de subasta de regalos para unos y otros. Tanto es así que si un
político fuera absolutamente sincero en su discurso, no recibiría ni un solo
voto.
Puesto que se vota al que más ofrece, todos rivalizan en
ofrecer, porque nadie espera cumplirlo.
Nuestro voto debe ir hacia aquellos que más posibilidades
tienen de cumplir lo que prometen porque identifican unos mecanismos racionales
para conseguirlo.
No deberíamos votar en contra de alguien, porque lo mismo el
votado es peor que aquel contra el que queremos votar. Tampoco deberíamos votar
a aquellos que apelan a las emociones, porque las emociones son fácilmente
manipulables.
Deberíamos votar a aquellos que parecen tomarse en serio los
problemas de los ciudadanos, los que hablan de cómo mejorar la sanidad, la
educación, la justicia. De cómo promover la prosperidad de todos y cómo aumentar
la recaudación del estado (porque unos servicios de calidad solo puede darlos
un estado al que no le falta el dinero) pero sin avasallarnos a impuestos.
Votar es nuestro derecho y nuestra responsabilidad. Muchos
han muerto para que podamos ejercer ese derecho. Ahora, es obligado prepararnos
para votar dignamente. Un poco de historia nunca viene mal.
Esa historia nos cuenta que los nacionalismos, los fascismos,
los extremismos en general, ya tuvieron su momento. Ya fueron un experimento
con resultados claramente documentados. Sugiero leer la historia pasada para
ver que ocurrió con ellos en vez de querer experimentarlo todo otra vez como si
nunca hubiera ocurrido.
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Estos son los objetivos de Siguiente Nivel. Si se parecen a alguno de los tuyos, ayuda a su difusión, compartiendo, comentando o marcando “me gusta” en las publicaciones o en la página.
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La ultima reflexión me parece genial.
ResponderEliminarGracias por el apoyo. Un saludo.
EliminarCambia todo tamdeprisa que a los ombres seles trata como a niños y con fútbol carreras seles entretiene y con telefono y juegos para que piensen poco y desde los medios de comunicación que dicen una media de mentiras de doscientas diarias y algunas las repiten tanto que parecen berdad no se adónde bamos
ResponderEliminarCuanta razón tienes, Lucio
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