Basta ya de hipocresía
El otro día escuché por
casualidad una especie de tertulia en la radio en la que uno de los
participantes tenía toda la pinta de ser un niñato pijo y, aunque parezca un
contrasentido, decía ser de izquierdas. Pues bien, en un momento dado
afirmó que él no era materialista.
Al oír aquello estuve
riéndome durante horas. Desde luego, bastante más que si hubiera sido un
programa de humor.
Permítaseme una
disgresión para justificar los calificativos usados para definir a este
participante, que en ningún momento intentan ser ofensivos.
En primer lugar he usado
la palabra niñato que suele usarse
para definir gente bastante joven con un claro complejo de superioridad.
Sentirse superiores a
los demás es un defecto que el paso del tiempo suele curar. No solo porque se
experimentan a lo largo de la vida distintos fracasos, si no porque la propia
degeneración física y el paso del tiempo va poniendo las cosas en su sitio.
Aunque no siempre ocurre
así. Hay gente que se resiste a abandonar el complejo de superioridad a lo
largo de su vida y les acompaña gran parte de ésta.
En este caso, deberíamos
hablar, para ser consistentes, de “viejatos” o “abuelatos”, que
haberlos haylos, y para muestra, ese señor del que nos hablan en todos los
telediarios, de pelo naranja y que cuando no lía una, lía otra, aparte de su
peculiar forma de hablar para ofender a todos.
Este señor no oculta su
complejo de superioridad porque lo dice claramente. Sin embargo, como otros
muchos, no es más que un pobre iluso que el tiempo pondrá inevitablemente en su
sitio (aunque en este caso está tardando más de lo debido). Espero que se haya
dado cuenta de que ha sido colocado en ese puesto por las élites económicas
americanas para cumplir un objetivo confesable, tal vez evitar que los chinos
superen a los americanos en la hegemonía mundial, o por el contrario, algún
otro objetivo inconfesable, en cuyo caso, no sabremos nunca cual es.
No solemos ser
conscientes de que nadie es superior a nadie, y que los que realmente lo son,
lo ocultan bajo una humildad extrema. Viene a mi memoria un ejemplo como el de
la madre Teresa de Calcuta.
El segundo calificativo,
“pijo”, se suele emplear para definir
a personas de buena posición social que visten y se comportan de una manera que
probablemente ellos entienden como refinada. Naturalmente, incluye además una
buena dosis de superioridad y probablemente de juventud, reforzando la idea que
intentaba transmitir con la palabra “niñato”.
Y por último de
izquierdas. Es
tan malo ser de izquierdas como de derechas, es decir, NADA, al menos
mientras se defiendan las ideas políticas sin recurrir a la violencia o al
insulto. Solo con las palabras y respetando, en todo momento las ideas y los
derechos de los demás.
Lo que sí parece un
contrasentido es ser un niñato pijo de izquierdas, porque la izquierda se
asocia más a la igualdad (teóricamente, porque siempre hay unos más iguales que
otros, como decía George Orwell), mientras que lo de pijo se asocia más a
pertenecer a una clase superior.
Todo ello, entiéndase,
desde mi punto de vista, que como siempre aclaro, puede estar equivocado o no.
Bien, pues hecha esta
disgresión que se ha comido más de la mitad del post de esta semana, vayamos al
tema que nos ocupa: La hipocresía.
¡Claro que este joven no
era materialista!. No se ha ocupado en su vida de trabajar para llevar un euro
a casa. No ha tenido que preocuparse del dinero, no ha tenido que ahorrar ni
para comprarse una bicicleta. Todo se lo han dado hecho.
Preocuparse del dinero
es de pobres. Pero él siente que no es materialista, porque el dinero para él
no es importante.
Aquí pueden darse dos
situaciones:
a) que los padres del pijo hayan sido ricos
de toda la vida y
b) que los padres, sin ser ricos, le hayan
procurado a él una vida sin privaciones a costa de privarse ellos de cosas.
El caso b) es el más
sangrante, porque encima, el pijo considera a sus padres unos tacaños avaros,
cerdos materialistas, que solo están mirando el euro en cada cosa que hacen.
Más horas extras, cambiarse de compañía telefónica para ahorrarse un euro,
escudriñar los hoteles para encontrar la tarifa más barata cuando se van de
vacaciones (eso sí, siempre a uno de por lo menos cuatro estrellas, no sea que
el niño se traumatice), etc, etc.
Este individuo no era
materialista porque nunca lo había necesitado, porque había otras personas que
se ensuciaron las manos con la roña del dinero para que él no tuviera que ser
materialista. Basta ya de hipocresía
Este ejemplo es mucho
más frecuente de lo que nos parece, y nos lo encontramos más a menudo de lo que
quisiéramos.
Pongamos que vivimos en
una aldea gala en la época de Astérix. Ellos resisten los ataques de los
romanos invasores defendiéndose con violencia. No hay otra.
Imaginemos que el poeta
de la aldea, el bardo como le llaman allí (Asurancetúrix), le dice a Astérix: “Astérix,
yo no soy tan violento como tú. Yo soy pacifista”, Astérix seguramente le
respondería: “No, mi buen amigo, tú no eres pacifista, tú lo que eres, es
tonto. Tú puedes dedicar el tiempo tranquilamente a componer odas porque yo me
cargo a los romanos que nos atacan”
¿Nos pilla esto muy
lejano? No tanto. En la actualidad nos podemos permitir el lujazo de no ser
violentos porque hay gente (la policía, por ejemplo) que usa la violencia con
los violentos (que como los abuelatos y las meigas, haberlos, haylos).
¿O es que alguno de
nosotros se siente capaz de convencer con buenas palabras a un atracador que
está en plena faena, de que ceje en su empeño?
Otro ejemplo recuperando
al pijo del principio: Me lo imagino hablando con un basurero y diciéndole: “Yo
soy mejor que tú. Soy mucho más limpio” y el basurero, mucho más culto y
educado que él, respondiéndole: “Es cierto. Tú ahora estás más limpio que
yo, pero para que puedas permanecer limpio durante más tiempo, yo me tengo que
ensuciar retirando tu mierda. Eso no te hace mejor que yo”
Hay miles de ejemplos
más de hipocresía en los que nos sentimos mejores que otros, pero teminaré con
estos, resumidos en frases lapidarias de los cuales solo se pronuncian en
público la primera parte y seguramente se piense en privado la segunda.
- “¿Centrales
nucleares? No, gracias” (luego
si eso, compramos electricidad a Francia que tiene nucleares para aburrir)
- “Sí a
la inmigración” (pero
por favor, los centros de acogida los ponéis en los barrios pobres)
- “¿Solidaridad?
Toda la que sea necesaria” (pero
si hay que subir impuestos para pagarla, por favor, hacedlo a los que
ganan más que yo. Yo es que tengo muchos gastos).
- “Hay
que luchar contra el cambio climático urgentemente” (por favor, usad el transporte público, a mí es
que me viene fatal)
Es obvio que los
ejemplos aquí mencionados: no ser materialista o ser pacifista o estar en
contra de las nucleares o a favor de la inmigración y la solidaridad, etc,
representan buenas ideas muy dignas y respetables. Lo que no es tan digno ni
respetable es que los que las defienden se sientan superiores por ello y no
estén dispuestos a pagar el precio que realmente valen.
Basta ya de sentirse
moralmente superiores. Basta ya de sentirse superiores a secas. Basta ya de
hipocresía... de tanta hipocresía.
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Estos son los objetivos y estos otros los sueños de Siguiente Nivel. Si se parecen a alguno de los tuyos,
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Las ideas aquí expuestas
no tienen porque estar en lo cierto. Son solo una visión de la realidad.
Es poco probable que
alguien se encuentre en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que cada uno
desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.
Ese que de todo sequeja...es suforma de decir... Como yo soy superior... lo quiero decir aquí ... y se vivirá engañando...por que eso no es verdad... todo el mundo tiene algo bueno que le falta alosndemas. Y aquel que es umildad. De todos aprendera
ResponderEliminarGracias, Lucio por tu comentario, como siempre, cargado de razón.
EliminarResumiendo, que dijo el maestro: "Haced lo que digo y no lo que hago"
ResponderEliminarPues sí. Básicamente eso.
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