Suplantator el extraterrestre (11) - Un finde en casa (II)



Terminada la conversación con Jefazator, Suplantator sugirió un paseo por el centro de Madrid. Eso les ayudaría a conocer mejor las costumbres del ciudadano medio.
Y dicho y hecho. Suplantator decidió que debían usar el transporte público, así que se dirigieron a la boca de metro más cercana. Allí se acercaron a una máquina expendedora de billetes y comprobaron lo complicado que era acceder al metro para una persona no familiarizada con el tema, y por supuesto, no había ningún empleado cerca al que preguntar.
- He estado revisando la documentación y, antes, en cada acceso al metro había lo que llamaban taquillero, un señor que vendía los billetes y que de paso, informaba a los que no tenían ni idea.
Como siempre, me resulta curiosa esta cultura, ahora que tienen mucha más gente usando el transporte público y a la vez muchos más parados, quitan ese empleado y lo sustituyen por las máquinas…
- Si que son raros, sí -dijo Auxiliator- Mira ése, ha pegado un salto por encima de esa barra y se ha caído. ¿es que también se puede hacer deporte en el metro?
- No, ese hombre se estaba colando. La barra se llama torniquete y está puesta para que nadie que no tenga billete pueda entrar en el metro.
- Ah -dijo Auxiliator, y añadió- pues nosotros tampoco tenemos billete
- Lo he intentado sacar en las máquinas, pero me ha parecido muy complicado, así que nosotros también nos colaremos, aunque lo haremos más elegantemente, porque usaré el sirveparatodator.

Suplantator sacó su móvil, lo acercó al lector de tarjetas de transporte y le dijo a Auxiliator,
- Empuja la barra
La barra cedió sin problemas. Repitió la operación y pasó él detrás. Auxiliator dijo:
- No entiendo porque no ha empujado la barra el señor que ha saltado por encima, con lo fácil que es. Se hubiera ahorrado el porrazo.
- Es que si no convences a la máquina, la barra no se mueve cuando la empujas, y para eso se necesita, además de saber como se sacan los billetes, bastante dinero y no todo el mundo lo tiene. Además, curiosamente, el transporte público, el menos contaminante de todos los tipos de transporte, puede salirte más caro que el privado
- Ah. ¿y porqué no hacen más papeles de colores y lo reparten?
- El trabajo es una forma de repartir los papeles de colores y cada vez hay menos. Por ejemplo el taquillero del que te he hablado antes, que ha sido sustituido por las máquinas.
- Pues que repartan los papeles de colores sin necesidad de trabajar -dijo Auxiliator
- La economía humana es muy compleja y creen que si hacen eso se desestabilizará y no habrá recursos para nadie.
La realidad es otra: los humanos ya tienen tecnología suficiente para vivir sin trabajar, o trabajando muy poco, pero si repartieran el dinero, los ricos dejarían de tener el poder que tienen.
Por la estructura de sus cerebros, esta forma de vida, necesita sentirse superior a otros de la misma especie, aunque sea en un aspecto muy concreto. Cuando la evidencia de la realidad se lo impide, comienzan a sentirse mal.
Y al contrario, cuando lo consiguen, en vez de ayudar a aquellos sobre los que son claramente superiores, los machacan aún más para aumentar la diferencia entre ellos.
Esa forma de ser es, en realidad, el motivo de nuestra misión. Esa necesidad de superar a los otros, es la que puede conducirles a su propia autodestrucción.
- ¿Ah si? ¿y por qué?
- Porque el dinero es la máxima expresión del poder en esta sociedad, y por dinero, muchos miembros de esta especie son capaces de matar a su madre, y por supuesto, de esquilmar la naturaleza, o lo que es lo mismo, el entorno que les proporciona la vida.
Sus cerebros son tan cortos de miras que cambian un poco de poder en sus efímeras vidas, por la estabilidad y supervivencia de muchos miembros de su especie. O de la especie entera.
- Si que son tontos, sí. -sentenció Auxiliator.

Tras montar en el metro, salieron en la zona de Gran Vía y fueron caminando hasta la Plaza Mayor.
- Vente, vamos a probar un bocadillo de calamares, por esta zona es típico y dicen que están muy buenos.

Entraron en un bar y Suplantator dijo al camarero
- Por favor, dos bocadillos de calamares

El camarero se los dio y mientras Suplantator pagaba, Auxiliator probó el bocadillo y puso cara de gustarle lo que probaba, además para confirmarlo dijo al camarero con todo entusiasmo.
- Quiero doce bocadillos de calamares más.
- No le haga caso -intervino Suplantator- Mi amigo es muy bromista. Es su forma de decirle que están muy buenos.
- Sí, están muy buenos por eso quiero doce bocadillos más.
- Cómete ese y ya veremos…-y luego dirigiéndose al camarero- Muchas gracias.

Una vez que hubieron salido del bar, Auxiliator dijo a Suplantator
- No entiendo porque no puedo comerme doce bocadillos de calamares, si están tan buenos.
- No le sentaría bien a tu cuerpo, Tienes que cuidarle. Comerte doce bocadillos sería una barbaridad.
- Ah



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