La maldición de la abundancia II
Hace unas semanas dediqué uno de mis posts a la maldición de la abundancia . En él decía entre otras cosas, que la gente que creció en los años setenta y ochenta del siglo pasado (entre los que me incluyo), en general, tuvimos la suerte de tener lo suficiente para no pasar precariedades, pero sin una sobreabundancia en la que, precisamente por el exceso de cosas, prácticamente nada se valore. En aquellos tiempos casi todo tenía un valor porque no abundaba. A la comida se le daba un valor especial. A mí, como a muchos de vosotros, que crecísteis en esa época, nos enseñaron que en el plato no se deja nada, y que tirar comida era prácticamente un pecado. Los tiempos han cambiado y si paseas por un parque cualquiera, tras una noche de botellón, es fácil encontrar alrededor de un banco, pizzas a medio comer (alguna incluso entera), botellas de cerveza a medias (además de otras muchas vacías, claro), botellas de ron a la mitad (además de alguna otra vacía, claro), etc, etc....