Compendio de autoayuda (4) - Nivel físico (III)


No sobreestimule innecesariamente los sentidos

Seguramente recuerda algún lugar tranquilo que le agrada. Generalmente se encuentran alejados de las ciudades, y cuando llevamos un tiempo en ellos, nos inunda una paz inexplicable y también un tremendo sueño. ¿Ha reflexionado alguna vez sobre el tema?, lo que ocurre es que estamos habituados a un ambiente en el que nuestros sentidos están siendo continuamente estimulados (en algunos casos hasta cuando dormimos) y cuando encontramos un entorno tranquilo nuestro cuerpo, nuestra mente y probablemente nuestro espíritu se siente a gusto y deseoso de descansar. También el silencio y la tranquilidad invitan a la reflexión e interiorización, mientras que el ruido,  nos hace pasar por la vida de puntillas.

Por ruido debe entenderse no sólo el sonido físico que nos impide escuchar correctamente, sino los adornos visuales que nos impiden ver las cosas como son y en general cualquier cosa que nos distrae de los asuntos auténticamente importantes.

Por este motivo, busque y encuentre tiempo para escaparse a lugares tranquilos, pueblos, montañas, etc, que además de tranquilidad nos ofrecen un entorno distinto y por ello estimulante. Busque el contacto con la naturaleza, vuelva a sus raíces (este principio lo repetiremos varias veces a lo largo de esta exposición).

Si vive en un entorno ruidoso, intente aislar acústicamente su casa, instale contraventanas. Es posible que el ruido externo no le moleste porque se ha acostumbrado a él. Pero el ruido constante de los coches no es natural, usted quizá no lo perciba pero sus oídos lo escuchan y su cerebro lo procesa y lo elimina (es decir, hacemos al cerebro trabajar continua e improductivamente). Aún más dañino es el ruido nocturno que, aunque no seamos conscientes, escuchamos y evita que nuestro descanso sea profundo.  Es esta una de las cosas sencillas que podemos hacer por mejorar nuestra calidad de vida.

No encienda el televisor o la radio simplemente para hacer ruido. En su lugar escúchese a sí mismo. Lo que usted tiene que decirse es siempre más importante que lo que pueden decirle otras personas mientras opinan de cosas intrascendentes. Medite y reflexione, haga planes y planes por si sus planes no salen adelante. Imagine. Así se van construyendo las ilusiones, esencia de la vida.

Comulgue con la naturaleza

En línea con lo anterior, busque la comunión con la naturaleza. Comulgar con la naturaleza es volver a lo simple, lo sencillo, huir de lo complejo y sofisticado, es defender la tierra, los árboles y la vida en general. Es adoptar una actitud ecologista militante (sin necesidad de llegar a la predicación) y comprometida.

Debemos ser conscientes de que para conocer la auténtica repercusión de nuestros actos sobre el planeta, por inofensivos que parezcan (por ej. Dejar una lata abandonada en el campo) debemos multiplicarlo por 7.000 millones, pues tal es el número de las personas que habitan la tierra. Haga esta multiplicación cada vez que deje una luz encendida de forma innecesaria, o cada vez que compre productos sofisticadamente embalados.

Esta reflexión no es para hacerle sentir culpable, sino para añadir una buena motivación más a la búsqueda de lo sencillo que la propia higiene mental ya aconseja.
La sencillez aconseja huir de lo artificial y volver a lo natural. Las teorías más bellas son también las más sencillas, recordemos la famosa ecuación de Einstein, E=mc2, que habla de una forma increíblemente simple de la equivalencia entre materia y energía o lo que es lo mismo, que la materia y la energía son dos facetas distintas de una misma realidad: La materia es la concentración de energía.

Igualmente el simple principio de que el todo contiene las partes y las partes contienen al todo parece replicarse en todos los aspectos de la naturaleza: Cada una de las células de un ser vivo contiene la información de todo el ser vivo (su ADN) y la estructura planetaria del sistema solar, se replica en las galaxias, dando vueltas alrededor de un centro y en los átomos, con los electrones dando vueltas alrededor del núcleo (seamos extravagantes, ... ¿habrá civilizaciones enteras viviendo en los electrones?, ¿seremos nosotros un virus que habita y enferma al ser vivo Tierra?).

 Simplifique

Como corolario del punto anterior, y volviendo a asuntos más terrenales, prefiera el yogur natural al de papaya con lactobacilus y acidófillus y aroma de melisa y romero. Detrás de los nombres complejos solo se esconden estrategias de marketing. Las marcas tiendan a sacar muchos productos al mercado, para quitarles cuota a los competidores y para estudiar como reacciona el mercado ante los cambios de colores y formas de los envases y los cambios de color, sabor y consistencia del contenido. No entre en ese juego y elija exactamente lo que necesita, no lo que le hacen creer que necesita. Un ejemplo claro es la Coca Cola. Hace años era un producto prescindible. Hoy es difícil encontrar un hogar que no la tenga. O ¿qué decir de la telefonía móvil? Pasó de ser inexistente a ser imprescindible en poco más de cinco años y los teléfonos inteligentes o smartphones han entrado de lleno en nuestras vidas en poco más de siete años, de tal forma que la mayor parte de la población siente pánico a salir a la calle sin su móvil, y hoy, sin duda ninguna, son los objetos que reciben más miradas de los seres humanos, por delante de nuestros seres queridos, probablemente.

Por tanto, simplifique, siempre simplifique, diminuya la variedad de productos que consume. Elija productos básicos, no sofisticados. De esta manera, podrá comprar en las tiendas de su barrio, contribuyendo a la sostenibilidad del mismo, y fomentando la humanización del comercio. Las grandes superficies despersonalizan el comercio y apuestan siempre por la cantidad y variedad frente a la calidad. Si hiciéramos un estudio detallado sobre el consumo en las grandes superficies, llegaríamos a la conclusión de que a pesar de tener normalmente precios más bajos, los costes que implican son considerablemente mas altos: la gasolina, pues debemos ir en coche, el tiempo para encontrar las cosas, más el coste mental de desenvolverse en un lugar masificado, más el cúmulo de cosas que no pensábamos comprar y que al final cogemos.

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