Compendio de autoayuda (7) - Nivel Mental (II)
Lea, pero seleccione lo que lee
Hay varias razones para ello, leer casi siempre estimula la mente,
al menos será siempre mejor que ver la televisión. Exige un esfuerzo mental y
de imaginación. Sin embargo si no seleccionamos cuidadosamente lo que leemos,
podemos obtener, en el peor de los casos, exactamente el efecto contrario o, en
el mejor de ellos, simplemente perder el tiempo.
Perder el tiempo, si estamos entretenidos puede no parecer tan
grave, pero lo es si tenemos en cuenta que no disponemos de mucho en las
sociedades actuales y que tenemos que pagar el coste de oportunidad de no estar
haciendo algo más provechoso para nosotros mismos.
Seleccione los libros que amplíen nuestra mente, que nos permitan
ver otras formas de vivir, otras formas de pensar, que nos ayuden a relativizar
nuestras vivencias y por tanto, a quitar importancia a nuestros problemas,
generalmente magnificados por nuestras gafas.
Tienda a evitar los “best sellers” o libros de moda, porque son
libros escritos para ser vendidos, por esa misma razón, fáciles de leer sin
ningún esfuerzo, dedicados a la gran masa de la gente. Para que un libro
triunfe debe entretener intrigando y a ser posible sorprendiendo. Prácticamente
son esos los únicos requisitos. Los nuestros deben ser otros, los que ya hemos
enunciado.
Seguramente serán libros que exigen un mayor esfuerzo mental, pero
de los que obtendremos mayor beneficio.
De nuevo está en nuestras manos elegir entre libros que nos ayudan a
PASAR los días o libros que nos ayudan a VIVIR los días
Simplifique
Si usted se encarga de la casa, no mantenga stocks de provisiones
excesivamente variado. Mantener ese stock es caro desde el punto de vista tanto
económico como mental (cuantos más variedad de productos mantenga en su nevera
o en su despensa, más carga mental supondrá). Simplifique.
Una amplia variedad de productos disponible puede incluso tener
otros efectos secundarios: por ejemplo para determinados niños con ciertas
personalidades, una excesiva oferta de productos que le gustan puede generar
indecisión por coste de oportunidad (al elegir uno que me gusta, pierdo otro
que también me gusta) y degenerar en una inseguridad crónica (auto confianza
baja).
A los niños, y más cuanto más pequeños, déles a elegir sólo cuando
sea estrictamente necesario. El resto de las veces, es conveniente darles la
decisión tomada. Simplificará su vida y la de su hijo.
No posea demasiadas cosas.
Las cosas rara vez dan la felicidad y si lo hacen es tan efímera y
tiene tantos efectos secundarios, que la mayor parte las veces no compensa.
Poseer demasiadas cosas, supone para personas con ciertas
personalidades un esfuerzo mental superior (intentan controlarlas) o una fuente
imperceptible de generación de angustia (se dan cuenta de que no las
controlan). Por otra parte, las cosas son siempre un lastre que dificulta el
cambio y que nos ata al pasado (vivir mirando al pasado en vez de al futuro, y
no las arrugas, es el auténtico síntoma de vejez).
También es evidente que en los hogares modernos, la acumulación de
cosas, simplemente por el lugar que ocupan, disminuye nuestra calidad de vida.
Por este motivo, no compre libros que no vaya a leer
inmediatamente, ni películas que no vaya a ver, ni ropa que no vaya a ponerse,
ni un adornito nuevo para la casa. Cada vez que hacemos algo así, aunque
parezca un acto inofensivo, también es un factor generador de angustia. De
alguna manera, incrementa nuestra lista mental de cosas a hacer (to do list que
dicen los ingleses) – leer ese libro que compré, ver esa película, ponerme esa
ropa – que aunque no sea consciente, está en alguna parte de nuestro cerebro.
Al fin y al cabo estamos programados para justificar nuestros actos, y si hemos
comprado un libro antes o después, deberíamos leerlo.
Por si lo anterior fuera poco, tenemos que buscar una ubicación
física para el nuevo objeto. En muchas ocasiones, y dado las dimensiones de
nuestras casas modernas, esto puede no ser un problema trivial.
En consecuencia, en vez de comprar libros, utilice una biblioteca
pública y en vez de comprar películas, vaya al cine o véalas a través de su
proveedor.
Es esta una postura mucho más práctica (no tiene que almacenarlos,
ni gestionar su almacenamiento), económica (es evidentemente más barato) y
ecológica (disminuye la generación de residuos). Porque seamos sinceros:
¿cuántos de los libros que tiene ha leído más de una vez?, o ¿cuántas de las
películas que tiene ha visto más de una vez?
Realice ejercicio... mental
Seguramente recordará alguna etapa feliz cuando era estudiante.
Desde luego, eran otros tiempos, pero tenían una característica que apoya las
tesis de esta exposición: Durante esa etapa usted cultivaba su mente,
seguramente también era obligada la realización de ejercicio físico y
naturalmente tenía una vida social activa. Es decir, se cuidaba de al menos
tres de los cuatro planos fundamentales de la persona. Quizá en ese aspecto y
no en la edad, radique el éxito que la etapa estudiantil, suele tener en la
vida de las personas y que luego a la larga se recuerde como una de las mejores
etapas de nuestra vida.
Por tanto, vuelva a aprender, vuelva a estudiar. Ahora tiene que
ser mucho más selectivo porque no tiene tiempo. Elija los temas que más le
agradan y vuelva a estudiarlos. Recopile información sobre los temas que le
interesan, escríbalos. En no mucho tiempo se dará cuenta de que, además de ser
una autoridad en la materia, tiene material suficiente para escribir un libro.
Y si le apetece, escríbalo, no tiene porque publicarlo, escríbalo para su
propia satisfacción.
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