Compendio de autoayuda (12) - Nivel Social (y IV)
Confíe y delegue en las personas de su entorno
Este aspecto es bueno, tanto para su salud mental (higiene mental)
como para mejorar sus relaciones sociales.
Quizás ya lo haya intentado, y algunas personas le hayan
defraudado. No importa, siga confiando y delegando. Esta es la única forma
posible de que las personas asuman sus responsabilidades. Si alguien hace algo
mal y esto es suficiente para que usted lo haga por él, utilizará esta táctica
por sistema.
Por tanto, no se deje vencer, encárguelo una y otra vez, sin
desfallecer y sin que parezca que puede desfallecer. Al final, viendo que no
hay otra alternativa, las personas acaban aprendiendo a hacer las cosas. Y
aunque no lo crea, se lo acaban agradeciendo a usted, porque la autoestima de
estas personas sale ganando.
No crea que delegar le resta valor, porque su valor es intrínsico
a usted. No depende de lo que hace, deja de hacer, o del dinero que gana. Muy
al contrario, delegar aumenta su valor porque hace sentirse útiles a otras
personas y el sentimiento de utilidad marca, a veces, la diferencia entre
desear o no seguir viviendo.
Es probable que conozca alguna familia en la que el padre o la
madre tienen una personalidad muy fuerte. Este tipo de familias suelen generar
hijos con baja autoestima, apáticos e indolentes. Incluso el otro cónyuge, con
personalidad más débil, suele contagiarse de la apatía e indolencia de los
hijos. La razón es clara: cuando alguien está muy seguro de lo bien que hace
algo y no se lo deja hacer a otras personas porque tardan más o lo hacen peor,
éstas nunca aprenden a hacerlo. Además ven objetivamente que su padre/madre lo
hace mejor y no lograrán superarlo. Al final, acaban por no intentar hacer
nada, seguros de que no podrán hacerlo razonablemente bien.
Por este motivo, delegue y delegue sinceramente, supervisando pero
a la vez, desentendiéndose. Y por supuesto no haga microgestión
(micromanagement), un defecto habitual
de muchos gestores en las empresas, que en vez de vigilar los resultados
esperados, se dedican a vigilar paso por paso cada una de las múltiples tareas
que componen un trabajo, fijándose en el más mínimo detalle. Este tipo de
jefes, a pesar de ser un lastre para sus empresas, suelen ser bastante
frecuentes.
Así pues, deje de ser vanidoso. Piense en qué ocurriría si no
estuviera usted. Por supuesto las cosas se harían, mejor o peor, más o menos
rápido, quizá de una manera distinta, pero se harían.
No les quite trabajo a sus hijos pequeños o a sus padres mayores
si no están agobiados. Si lo hace por su comodidad o porque es muy complejo
para ellos, estará transformándolos en personas cómodas (vagas), tontas o
inútiles. Recuerde que transformamos a las personas según las tratamos.
Sonría por favor
Dice un refrán
que a mal tiempo buena cara. Sonreír tiene
múltiples consecuencias y casi todas positivas. Es cierto que salen arrugas,
pero este inconveniente es de sobra compensado por los beneficios. Las personas
que sonríen adoptan otra actitud ante la vida, tienden a tomarse los avatares
de la vida con más parsimonia y siempre encuentran los aspectos positivos de
cada situación.
Se trata de ser optimista, de pensar que
las cosas irán cada vez a mejor, y que el típico dicho de los pesimistas
“cualquier tiempo pasado fue mejor” no es aplicable para ellos. Los optimistas
viven más y mejor.
Siendo objetivos, tienen las mismas
probabilidades que los pesimistas de que les ocurran desgracias, pero mientras
llegan, no piensan en ellas, con lo que en ese intervalo son más felices.
En realidad, los pesimistas aumentan,
mediante su pensamiento negativo, la probabilidad de que las enfermedades se
ceben en ellos (está científicamente reconocido que una actitud positiva eleva
las defensas del organismo frente a agresiones y que una actitud negativa las baja).
Como ya hemos dicho antes cuando estamos
convencidos de algo, trabajamos consciente e inconscientemente para que se haga
realidad y poder decir a nuestros congéneres “¿veis como tenía razón?”, aunque
aquello en lo que teníamos razón fuera malo.
Por tanto, sonría y diga a su alrededor “¿veis como tenía razón?”, pero en el
sentido de “¿veis como podía conseguir
eso que me había propuesto?”. Sonría y será más atractivo para los demás.
Atraerá a su alrededor a la gente, que con gusto pasará su tiempo con usted, porque
es agradable, positivo y sonríe.
Eso como siempre, generará un efecto de
bola de nieve que le hará aumentar su autoconfianza y le hará sonreír más y ser
más popular, tendrá menos conflictos y curiosamente las cosas le saldrán mejor.
Quizá le cueste creer esto, pero si lo
duda, fíjese en el comerciante que ha invertido sus ahorros en un negocio. Al
principio, atenazado por las deudas, y los problemas, paga su mal humor con sus
clientes que se cuidan muy mucho de volver a su tienda, y confirma con su actitud
sus peores temores: la quiebra de su negocio.
El comerciante optimista, a pesar de
partir de la misma situación, hace de tripas corazón y sonríe a sus clientes,
los trata muy bien y estos vuelven. Cada vez que vuelven su situación económica
mejora y hay más motivos para sonreír, por lo que lo hace más ampliamente,
atrayendo a más clientes y mejorando cada vez más su situación. Y así hasta el
infinito.
Comentarios
Publicar un comentario