Compendio de autoayuda (11) - Nivel Social (III)


Cultive la amistad

Las relaciones sociales (al igual que el aspecto físico) es uno de los primeros aspectos que se descuidan en las depresiones.

Como recomendábamos más atrás, sobrerreaccione en este sentido quedando más con sus mejores amigos (naturalmente, intente evitar la gente tóxica, véase apartado siguiente).
Busque tiempo para ello, puede parecer difícil, pero merece la pena. Su autoestima y sus personas más próximas se lo agradecerán, pues es un aspecto que nos puede ayudar, quizá no por si solo, pero sí en conjunción con otros, a sortear los momentos difíciles de nuestra vida.

Y en general, deje de sufrir a las personas y a partir de mañana, o mejor, de hoy, comience a disfrutarlas. Toda persona tiene facetas positivas y negativas. Fíjese más en las positivas y desentiéndase de las negativas. Conseguirá un doble efecto: Primero, le será más agradable estar con las personas y segundo, ellas reaccionaran potenciando para usted sus aspectos positivos.

Generalmente las personas se comportan como las vemos. Si a un niño le tratamos como un tonto, probablemente haremos de él un tonto. Si le tratamos como listo probablemente haremos de él una persona inteligente.
Esto también es válido para usted mismo. Fíjese más en sus cosas buenas que en las malas y crea en usted. Si usted cree que conseguirá sus objetivos lo hará, si cree lo contrario, dejará su destino en manos de la suerte. Esto suele denominarse profecías auto cumplidas. Lo cual significa que cuando creemos algo, sea bueno o malo, hacemos, consciente o inconscientemente, todo lo posible para que ese algo se cumpla.

Gente tóxica

A lo descrito en el párrafo anterior haríamos una excepción: Las personas tóxicas. Se ha hablado a menudo de la peligrosidad de rodearse de este tipo de gente y hay libros escritos al respecto (ver bibliografía al final de este Compendio de Autoayuda). El primer paso sería reconocerla.
No es complicado: las personas tóxicas son aquellas que, aparte de pasarse la vida quejándose por cada pequeño detalle, nunca están contentas, con ellas todo es complicado, nunca dan nada y siempre están pidiendo y chantajeando.

El sentido común nos dice que lo mejor es alejarnos de ellas y buscar las personas con una actitud completamente contraria, es decir, aquellas que nunca se quejan, que todo les parece bien. Aquellas con las que todo es sencillo, que siempre están contentas y que continuamente están dando sin esperar nada a cambio. Encontrar a una de esas personas es una bendición.

Pero ¿qué ocurre si una de las personas tóxicas es un allegado al que no podemos renunciar?
En ese caso, mi querido lector, tiene un problema y no le queda otra que intentar transformarse a sí mismo en un baluarte, una especie de castillo inasequible al desaliento, cultivar su propia autoestima y que nada de lo que oiga o vea dañe lo más mínimo esos muros que debe fortalecer cada día.

Es fácil decirlo y difícil hacerlo porque la persona tóxica es persistente y machacona. Actúa como una gota de agua cayendo sobre la piedra (suponiendo que hayamos conseguido endurecer los muros de nuestra autoestima suficientemente)  y es capaz de abatir las paredes más gruesas.
Una vez leí, pegado en el interior de un coche (alguien, sin duda, con ganas de ayudar), una nota que decía que si estás deprimido, antes de ponerte un tratamiento con pastillas te asegures de no estar rodeado de gilipollas. Nosotros no hablaremos de gilipollas sino de gente tóxica, que es más elegante.

El diagnóstico puede ser certero y es posible que el origen de nuestros problemas psicológicos sea estar rodeado de gente tóxica. El problema es el tratamiento y, antes de recurrir a los antidepresivos y ansiolíticos, intente robustecer su autoestima y no deje que ninguna de las quejas, chantaje emocional, indirectas, etc provenientes de una persona tóxica hagan mella en la percepción que usted tiene de sí mismo/a.
Y por supuesto, no renuncie a sus objetivos por esas continuas quejas o ese continuo chantaje. Con elegancia, con educación, pelee por ellos a pesar de todo, sin menospreciar (en la medida de lo posible) a ese allegado tóxico pero sin dejarle que siempre se salga con la suya.

Si es usted, querido lector, una persona tóxica (de alguna manera, todos lo somos en más o menos facetas), siempre está a tiempo de analizarse e intentar cambiarlo: si siempre se está quejando o protestando, probablemente lo es. Es posible que tenga motivos, nadie lo duda, pero quejarse continuamente no ayuda a superar los contratiempos.
Lo que sí ayuda es buscar soluciones si existieran y si no, resignarse y aceptarlo (véase la oración del alcohólico anónimo en el apartado de Resignación, coraje y sabiduría). 

Nunca olvide que una persona tóxica produce sufrimiento a su alrededor, pero sobre todo, sufre intensamente (a no ser que, simplemente, sea mala con avaricia).
Así pues, no ya por los demás, sino por usted, ponga lo que esté en su mano para borrar la toxicidad de su personalidad.
Comience con lo más sencillo: deje de quejarse o protestar por todo. Eso no quiere decir que deba dejarse avasallar, mida y limite al máximo sus protestas y quéjese sólo cuando la otra persona pueda hacer algo para ayudarle.
Sus relaciones, la forma en la que la gente le trata y en general, su vida mejorará radicalmente.

(Ir al capítulo siguiente)

(Ir al capítulo anterior)
(Ir al comienzo del panfleto)

(Indice de las entregas)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuento de Navidad 2.023

La verdad sobre el cambio climático

Noche mágica de Reyes