Compendio de autoayuda (16) - Nivel Espiritual (y IV)



Resignación, coraje y sabiduría

“Señor, dame resignación para aceptar las cosas que no pueden cambiarse, coraje para cambiar las cosas que pueden ser cambiadas y sabiduría para distinguir unas de otras”.

No está mal adaptarse al entorno. Es esta una postura defensiva, pero mucho mejor es modificar el entorno para adaptarlo a nuestras necesidades, y luego está la postura ideal, que es el híbrido de las dos anteriores: Adaptarse a las cosas que se escapan a nuestro control y modificar las cosas que están dentro de nuestro radio de acción. 

Lo importante de esto, como en la mayor parte de los consejos que sugerimos, es que siguiéndolos obtenemos una realimentación positiva que aumenta nuestra eficacia cuando lo intentamos hacer de nuevo. 
En este caso, adoptando una actitud no pasiva sobre los elementos en los que tenemos algún control, ampliamos sin darnos cuenta, nuestra influencia sobre otras personas, incrementando así nuestro radio de acción.

Por ello, aunque crea que su radio de acción es muy pequeño, comience a actuar sobre esos factores controlables. Su radio de acción comenzará a agrandarse paulatinamente y tendrá control sobre más factores.

A la búsqueda de lo positivo

“Si lloras porque no puedes ver el sol las lágrimas te impedirán ver las estrellas

Es evidente que la vida está llena de penurias. Si nos fijamos en nuestra vida y en la de gente de alrededor será fácil descubrir decenas de dramas, cientos de desgracias y sinsabores. Más cuanto más larga haya sido nuestra vida y más cuanto más gente conozcamos.

Alguna oración católica hace referencia a la vida como un “valle de lágrimas”. Y probablemente sea así.  Es absurdo ignorarlo y también absurdo pretender que deje de serlo. Nuestra única capacidad de defensa es centrarnos en las cosas buenas de las que aún disfrutemos y aceptar esas otras inevitables. 
Habrá gente que replicaría a esa afirmación que no hay nada bueno en su vida y que solo conoce los sinsabores.
Ciertamente hay vidas más desgraciadas que otras. En éstas hay que aplicarse más para encontrar los aspectos positivos y centrarse en ellos. Si el empeño es suficiente, es posible que al final puedan encontrarse.
Lo que indudablemente es cierto es que si no existe esa búsqueda,  es muy fácil caer en la más profunda desesperación, lo cual es en sí mismo una desgracia de igual o nivel superior a las ya sufridas.

A Dios rogando y con el mazo dando.

Este antiguo refrán de múltiples interpretaciones puede ser utilizado como colofón de esta serie de consejos. Alguna vez se ha interpretado como una forma de denunciar la hipocresía y el fariseismo: a la vez que se reza y se aparenta ser bueno, con la otra mano se golpea y se hace daño a los demás.

Debemos preferir, y a esa es a la que nos referimos aquí, una interpretación más positiva y que de nuevo hace referencia a la unidad y sinergia de las distintas facetas del ser humano.
Es decir, sin dejar de lado nuestra espiritualidad, rogándole a Dios, continuemos trabajando día a día por nuestro progreso personal, social y laboral, luchando sin desfallecer es decir, dando permanentemente con el mazo.





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