Compendio de autoayuda (10) - Nivel Social (II)


Un día desconectado.

Desde hace unos años el protagonismo de la televisión como destructor de relaciones sociales está siendo desbancado por el móvil.
El móvil representa el colmo de la individualidad: veo mis películas, mis series, leo mis chistes, tengo mis chats, juego con mis aplicaciones, etc. Sería curioso ver cómo ha caído la venta de juegos de mesa, esos que se jugaban antes en familia o entre amigos.

Además del carácter lúdico, está el profesional. Ahora con los móviles, muchos trabajadores no pueden desconectar de su trabajo porque tienen que estar continuamente leyendo y contestando los correos, mensajes o llamadas de sus jefes, clientes o colegas con la consiguiente disminución de la calidad en sus relaciones personales.

Es cierto que los móviles han favorecido las redes sociales, que en principio podrían parecer una cosa buena, pero que un análisis más profundo nos muestra aspectos no tan positivos.
Para aquella multitud de personas que la propia estructura de la sociedad ha transformado en seres solitarios, las redes sociales pueden representar un aliciente, una forma de permanecer conectados y formar parte de un grupo.

Pero las redes sociales podrían ser mucho más: podrían ser una forma de canalizar, organizar y defender intereses colectivos y denunciar las injusticias. Y aunque en cierto modo eso ya se hace (lamentablemente en mucha menor medida que su potencial ofrece), también es cierto que son aprovechadas por los poderosos para difundir los mensajes que les convienen y manipular adecuadamente a las masas, que es lo que somos para ellos (póngase un objetivo: no ser masa).

De sobra conocido es el uso que determinados grupos hacen de las redes sociales para manipular los resultados de unas elecciones, posicionar una sociedad a favor o en contra de un determinado tema o acabar injustamente con la reputación de una persona incómoda.

Quedémonos con las muchas cosas buenas que un móvil puede ofrecernos y hagámonos conscientes de los malos usos del mismo.
Nunca consienta que el móvil interfiera en sus relaciones personales. Si está con alguien y le suena el móvil, indicándole que ha recibido algún mensaje, no es necesario que lo lea en ese instante. No hay ninguna razón para pensar que el mensaje que ha recibido sea más importante que lo que le está diciendo la persona con la que está.

Siempre que sus responsabilidades se lo permitan, experimente, de vez en cuando, la libertad que significa no depender de ese aparato que llevamos siempre encima, apáguelo (o cuando menos apague los datos) y permanezca un día desconectado. Descubrirá que hay vida más allá del móvil.

Quede con su pareja

Si tiene pareja y lleva tiempo conviviendo con ella, seguramente su relación será bastante distinta de cómo era al comienzo. Las razones son múltiples y variadas, aparte del tiempo transcurrido, el cambio de edad y circunstancias, la convivencia suele destapar rápidamente los defectos de las personas y éstos se convierten en el centro de la relación.
Sin embargo, hay diferencias de actitud entre una etapa y otra que marcan unas enormes diferencias. Para empezar, en los inicios de una relación existe curiosidad, lo que provoca una actitud de descubrimiento. Se intenta conocer a la otra persona, su vida, sus actitudes y posicionamientos ante determinados aspectos de la vida. Es decir se intenta aprender y comprender, lo cual es mentalmente muy estimulante.

Además, se intenta conquistar, lo que también es mentalmente muy interesante: hay que idear planes, ejecutarlos, analizar la respuesta de la pareja y volver a idear planes. Se utilizan todos nuestros recursos mentales para ganar la batalla, se cuida nuestro aspecto físico, se cuida lo que se dice y cómo se dice, se cuidan los detalles. Es como un juego, cuyas reglas se van escribiendo en directo, del cual nosotros somos protagonistas principales y con un premio que claramente merece la pena.
A su vez, esta actitud de atenciones y detalles, generaba en la pareja un intento de correspondencia que realimentaba positivamente la relación.

Pues bien, rememore esos momentos, redescubra y reconquiste. Si hace tiempo que dejó de intentar conocer a su pareja, seguramente se parece muy poco a lo que usted cree que es. En realidad, cada persona es un mundo muy complejo que nunca se conoce lo suficiente, por lo que no hay peligro de que alguna vez lo conozca del todo, siempre habrá zonas inexploradas.
Reconquiste: cuide su aspecto físico, intente gustar, mida de nuevo sus palabras y  actitudes, tenga continuos detalles: plantéeselo como un reto. Esto volverá a ser mentalmente estimulante. Lo más probable es que más pronto que tarde, la otra persona reaccione positivamente a su nueva actitud y que incluso provoque un cambio significativo en la otra persona.

Y por supuesto, quede con ella. La gran diferencia entre las etapas de noviazgo y las de convivencia es que en la primera etapa quedan, visitan lugares agradables y hablan, intercambian opiniones, se reservan tiempo para su relación y la disfrutan. En la convivencia, todo eso se da por supuesto, se queda con los amigos, se queda con la familia pero no se queda con la pareja.

Por tanto, merece la pena insistir, quede con su pareja, resérvense tiempo, planéelo como una ocasión especial, arréglese cuidadosamente y vayan a un lugar agradable en el que se encuentren tranquilos y que invite a las confidencias. Hable, redescúbrala e inicie su reconquista.







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