Autoetiquetas


No hace mucho, discutiendo con unos buenos amigos (insisto que los amigos o son buenos, o no son amigos), pero discutiendo como hay que discutir: intercambiando ideas con razones y no con voces, hablábamos sobre la costumbre que tienen los poderes, sean visibles o escondidos, de etiquetarnos.

Yo aporté a la discusión un post que escribí hace tiempo, uno titulado "Ser... humano", en el que un individuo defendía su derecho a tener unas ideas políticas que, en conjunto, no fueran encuadrables dentro de un bando concreto, porque este hombre se quedaba con las ideas que le parecían bien de la derecha, de la izquierda y del centro, desechando otras ideas que no le gustaban igualmente de los tres alineamientos.
En definitiva, defendía su derecho a no ser etiquetado.
A mi juicio, es una postura similar a la que describió Mecano con su canción "Solo soy una persona", allá por el 1.982.

Lo que suele ocurrir en estos casos (que lamentablemente no son muchos) es que si estos individuos hablan con alguien de izquierda, le catalogan inmediatamente de derechas (incluso fascista -ya sabemos que hoy día se llama fascista al que no tiene tus mismas ideas-), mientras que si habla con alguien de derechas le clasificará de izquierdas (incluso de rojo o comunista, dependiendo lo de derechas que sea el interlocutor) y si habla con alguien de centro, pues a saber donde le encuadra, en la izquierda o en la derecha dependiendo si es semana par o impar.

Esta manía de etiquetar es promovida por las élites porque la división entre la plebe siempre les ha favorecido.
Izquierdas o derechas, jóvenes y viejos, feministas y antifeministas, abortistas y antiabortistas, constitucionalistas e independentistas, etc, etc.
No puedo evitar hacer un comentario sobre esta última y reciente división (no hace mucho, ni existía), porque resulta palpable (generalmente, no lo es) cómo las élites, mientras toman una buena y cara cerveza en su mansión, aprietan un botón de su mando a distancia y automáticamente, se cortan carreteras, se toman aeropuertos y se destrozan coches, contenedores, marquesinas, escaparates, etc. Y es que hoy día, las masas se pueden manipular como si fueran un solo individuo a través de las redes sociales. Tanto es así, que el que sepa usar bien las redes, dominará el mundo.

Pues bien, este buen amigo sacó una derivada muy interesante del tema del etiquetado. El autoetiquetado. Estamos tan acostumbrados a que se coloquen etiquetas a las personas para simplificar y explicar sus ideas y comportamientos, que nos resulta hasta natural encuadrarnos dentro de una de las posibles etiquetas.

Debemos estar muy atentos para no caer en el autoetiquetado porque una vez que nos hayamos creído una de esas etiquetas, nuestra capacidad de discernimiento desaparece.
Yo llegaría aún más lejos: Todos caemos, hemos caído o caeremos en el autoetiquetado y cuando lo hagamos, llegaremos a la conclusión de que los que piensan como nosotros son buenos y lo hacen todo bien y los que no, son malos con ganas y lo hacen todo con el único fin de fastidiar.

Esa simpatía que sentimos por algunos líderes (los nuestros) hace que seamos ciegos a las barbaridades que hacen o dicen, y por contra ni escuchemos lo que dicen los líderes contrarios, seguros como estamos de que será una solemne gilipollez.
Esa simpatía incondicional, esa ceguera, esa sordera es la demostración irrefutable de que nos hemos autoetiquetado.

Una vez autoetiquetados, justificaremos los comportamientos más reprobables de "los nuestros" y criticaremos hasta la saciedad los más mínimos defectos de "los otros".

En teoría, las ideas son buenas o malas independientemente de quien las dice, sin embargo, una vez que nos hemos autoetiquetado, la misma idea expresada por uno de los nuestros, nos parece brillante y expresada por uno de los otros nos parece una inmensa estupidez.

El autoetiquetado nos pone orejeras, cierra nuestra mente a ideas nuevas y nos transforma en viejunos mentales incapaces de evolucionar y prosperar.
Si lo combinamos con el etiquetado de otras personas, nos permite hacer juicios sobre palabras o conductas ajenas en diez segundos.
Es lo que se llama prejuicios. Es decir pre-juicio, o hacer un juicio antes de tener datos y sin dar al "acusado" la oportunidad de defenderse.

El autoetiquetado hace imposible los consensos. En el terreno político, por ejemplo, los líderes luchan por que nos autoetiquetemos. De esto depende su permanencia en el poder. Se cierran filas ante las cagadas de los comités ejecutivos y los ataques de los contrincantes parecen indicar que se está en el camino correcto. De ahí que muchas veces el propio líder, conscientemente, radicalice su mensaje con el fin de conseguir ataques más furibundos de la oposición que, como reacción, aglutina a sus seguidores con más firmeza en torno a su persona.

¿Es que la derecha no puede tener ideas buenas?¿Es que la izquierda no puede tener ideas buenas? Evidentemente, la respuesta es sí en ambos casos. Lo lógico sería sentarse y construir un consenso desde los puntos en los que hay acuerdo y a partir de ahí seguir avanzando.
Eso generaría prosperidad para todos. Prosperidad especialmente para los más desfavorecidos, porque para los otros, los favorecidos, España ya es un país próspero, independientemente de que alguien intente convencernos de lo contrario.

Pero por alguna razón, supongo que relacionada con nuestra genética, en España es difícil llegar a consensos que permitan hacernos prosperar a todos. Es mejor enrocarse en nuestras posturas extremas que, eso sí, ayudan a perpetuar el poder de sus líderes.

Supongo que esa es la razón por la que los partidos de centro son tan efímeros en España. Adolfo Suárez ganó las primeras elecciones de la democracia con Unión de Centro Democrático. Imagino que porque la gente aún tenía muy presente lo de las izquierdas y derechas que llevó a España a la terrible y trágica guerra civil que sufrimos y pensó: "ni unas, ni otras".
Posteriormente, cuando la propia UCD hizo la puñeta a Suarez, y éste fundó otro partido, el Centro Democrático y Social, ya no se comió un colín. Ha habido otros, de suerte parecida, UPyD, Ciudadanos que permaneció poco en el centro y acabó escorándose,  y no recuerdo muchos más.

Todas estas son las consecuencias del autoetiquetado que podríamos denominar social, pero hay un autoetiquetado con resultados aún más dañinos. Se trata del autoetiquetado personal. Ése que se produce cuando nos creemos lo que dicen de nosotros. "Eres tonto, o feo o inútil o incompetente".
Cuando nos autoetiquetamos de alguna de esas maneras, la hemos liado porque nos aseguraremos de ser fiel, el resto de nuestra vida, a esa etiqueta a través del mecanismo de la profecía autocumplida.

Lamentablemente, el autoetiquetado es tan frecuente que no creo que nadie estemos libres de él. Se podría pensar que el que escribe esto se siente ajeno al fenómeno. Sin embargo, me temo que, haciéndome un breve análisis, me sienta autoetiquetado en bastantes cosas.

Os invito a reflexionar sobre el tema y ver qué etiquetas os habéis autoimpuesto. Lo mismo os sorprendéis y veis que son más de las que pensábais. Al menos, eso me ha pasado a mí.

Este es uno de los objetivos de Siguiente Nivel: Intentar que no se nos coma el tarro. Es un objetivo ambicioso, lo sé, porque la sociedad está orientada precisamente a eso: a comernos el tarro, en el consumo, en la política,... en nuestra forma de vida en general. Pero creo que es nuestra obligación meditar sobre ello y, al menos, ser conscientes de lo que nos traemos entre manos.

Suerte.


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Monografías de Siguiente Nivel

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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto. Son solo una visión de la realidad.
Es poco probable que alguien se encuentre en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.

Comentarios

  1. Quiero pegar aquí unos comentarios que me hicieron por privado porque me parecen realmente interesantes:

    - Lector: Tú mismo empiezas el artículo etiquetando a unas personas que conoces como "buenos amigos". A la vez que sostienes, creo entender, que el etiquetar es negativo.
    - Autor: Es muy interesante eso que dices y supongo que podríamos estar horas hablando del tema. Además creo que tienes razón. Si yo etiqueto a alguien como un buen amigo, las cosas que diga o haga las interpretaré positivamente y al contrario si le considero mi enemigo, así que supongo que tienes razón, aunque sólo fuera una forma literaria de empezar el post. Pero, en general, etiquetar a las personas, lo considero negativo si eso nos hace prejuzgarlas.
    - Lector:Yo creo que sería más exacto decir que ni a las etiquetas ni a los pre-juicio se les puede considerar estrictamente positivos o negativos (podemos encontrar muchos ejemplos que lo constaten) sino el uso que hacemos las personas de esos "utensilios", uso que por otra parte en muchas ocasiones no somos conscientes ni de que lo estamos haciendo.
    Y quizá para mi en eso radique la importancia de tus post, en que sean capaces de hacernos pensar sobre el uso que hacemos de los utensilios.
    O me equivoco?
    - Autor: Las etiquetas, como tú bien dices, son herramientas que nos hacen el mundo más accesible, pero también nos pueden dar una idea falsa del mismo. Efectivamente, en mi post me centro en las consecuencias negativas de un mal etiquetaje o un etiquetaje a la ligera. Este pequeño debate hubiera estado bien en los comentarios del blog, porque me parecen muy interesantes tus matizaciones. Muy interesantes y constructivas.

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