Trucos ecológicos

Foto tomada en Ramales de la Victoria, Cantabria, cerca de la cueva de la Cullalvera

Siguiente Nivel, atendiendo a su vocación ecologista va a comenzar a recopilar una serie de trucos ecológicos (que la mayor parte de las veces también serán trucos económicos) y los iremos recopilando en blogger.
Algunos trucos serán nuevos y otros ya archiconocidos, pero todos útiles Os invito a participar añadiendo los vuestros en los comentarios (y también los incluiremos en el recopilatorio). A ver si entre todos, hacemos un librito útil de trucos ecológicos (sí, ya sé, uno más, pero nunca habrá suficientes para divulgar la ecología...).

Índice.

Truco ecológico 1 - Bolsas de basura
Truco ecológico 2 - Reusar ropa usada
Truco ecológico 3 - Aprovechar el agua
Truco ecológico 4 - Usar adecuadamente los distintos tipos de iluminación
Truco ecológico 5 - Aprovechar el pan
Truco ecológico 6 - Comprar garrafas de agua mineral en vez de botellas
Truco ecológico 7 - Vigilar la conservación de la comida
Truco ecológico 8 - Reducir el consumo de carne
Truco ecológico 9 - Vender en vez de tirar
Truco ecológico 10 - Usar regletas para desconectar los aparatos
Truco ecológico 11 - Poseer menos cosas
Truco ecológico 12 - Comprar preferentemente productos sencillos
Truco ecológico 13 - Volver a las servilletas de tela
Truco ecológico 14 - Comprar cerca de casa
Truco ecológico 15 - Hazlo tú mismo
Truco ecológico 16 - Disminuir el uso de las máquinas

Truco ecológico 1 - Bolsas de basura

Reusar las bolsas que dan en las fruterías como bolsas de basura de plásticos. Algunas son lo suficientemente grandes para contener los plásticos de todo un día, otras no y tendríamos que usar dos bolsas. Siempre será mejor reusarlas de esta manera que tirarlas directamente. Reusar las bolsas de de la compra que dan en los supermercados como bolsa de basura. Si usamos las de 2 céntimos, el plástico que usan es menor (son más finas y más baratas) que las bolsas de basura. Cuando la basura diaria que se genera no es mucha, puede ser suficiente usar éstas en lugar de las bolsas ordinarias de basura. Ahorro ecológico: disminuimos el número de bolsas que van a los vertederos y la cantidad de plásticos Ahorro económico: cada bolsa de basura que evitamos supone entre 3-4 céntimos.


Truco ecológico 2 - Reciclar ropa usada para trapos

La ropa usada debe ir al contenedor de ropa pero algunas camisetas de algodón (y otras prendas) que ya no están en uso para reciclar, pueden reutilizarse para trapos o bayetas.
Cuando algo está muy sucio, si usamos una bayeta o una gamuza puede quedar inservible o costarnos mucho limpiarlas.
Para estos casos podemos usar los trapos procedentes de ropa vieja, usarlos y tirarlos. La mejor forma es tomar las camisetas y hacerlas trozos de distintos tamaños y guardarlos en una bolsa.
En función de lo que tengamos que limpiar usaremos un trozo más grande o más pequeño. Una vez empleado el trapo, sin necesidad de lavarlo, lo podemos tirar. O si queremos darle algún uso más, lavarlo

Ahorro ecológico: disminuimos el número de gamuzas o bayetas que compramos, su proceso de fabricación y su reciclaje posterior. Damos una segunda vida (más bien un segundo uso) a algunas prendas de vestir.

Ahorro económico: Gastaremos menos en bayetas y gamuzas.

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Truco ecológico 3 - Aprovechar el agua

Si el calentador o la caldera están lejos del punto de suministro puede tardar bastantes segundos en salir el agua caliente. Esto puede significar entre dos a cinco litros de agua desperdiciados. Una buena solución es tener en la bañera un cubo en el que echar el agua hasta que sale caliente en lugar de dejarlo correr por el sumidero.

El agua recogido en el cubo puede usarse para regar plantas o para el inodoro, evitando una media descarga de la cisterna.

Este procedimiento es más molesto que dejar correr el agua, pero ya no estamos para esos lujos.

Ahorro ecológico: Menor consumo de agua, mayor disponibilidad de agua para nosotros y nuestros vecinos en una futura sequía.

Ahorro económico: Menor coste en nuestra factura de agua.


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Truco ecológico 4 - Usar adecuadamente los distintos tipos de iluminación

A partir de hoy 1-9-2018 la Unión Europea prohibe la fabricación de lámparas halógenas aunque se pueden seguir vendiendo en las tiendas hasta que acaben su stock.

Nosotros podemos ahorrar dinero y disminuir nuestro impacto en el entorno si colocamos adecuadamente las bombillas que tenemos en casa. Si tiramos de repente todas las bombillas incandescentes y halógenas para sustituirlas por unas LED, estamos generando unos residuos y gastando de golpe un dinero que podemos reducir con una sencillas pautas.
  1. Aprovechar las lámparas incandescentes y halógenas para puntos que se enciendan y apaguen con frecuencia pero que no estén mucho tiempo encendidos (puesto que gastan más), ejemplo: pasillos, entradas, etc. Este tipo de bombillas aguantan bastante bien los encendidos/apagados. Cuando se fundan, reemplazarlas por LED
  2. Utilizar las lámparas fluorescentes que tengamos para aquellos puntos de luz que estén mucho tiempo encendidos ya que este tipo de lámpara aguanta bastante mal los encendidos/apagados continuos, por ejemplo, salas de estar. Cuando se fundan, reemplazarlas por LED
  3. Las lámparas nuevas que compremos deberán ser tipo LED puesto que consumen menos que las de bajo consumo fluorescentes y resisten bien al apagado/encendido. Usarlas preferentemente en los lugares con mucho uso (muchas horas encendidas) 
A la hora de comprar un lámpara LED, hay que tener en cuenta los siguientes factores (los puntos1-4 a continuación son importantes a la hora de elegir la bombilla LED pues si no, podemos liarla, los restantes son informativos):
  1. Conector o casquillo: Obviamente la nueva lámpara LED debe encajar en el conector o casquillo de la lámpara a la que pretendemos sustituir. Abajo pongo los conectores más frecuentes.
  2. Cuánto necesitamos que ilumine: Este parámetro se mide en lúmenes (lm). Si queremos que realmente ilumine debe ser por encima de los 500-600 lm. Una regla que funciona razonablemente bien como aproximación mnemotécnica es que la luminosidad en lúmenes dividido por 10 equivale aproximadamente a la potencia en W de las antiguas bombillas incandescentes (es decir, una bombilla de 60 W daba aprox 600 lm)
  3. Color de la luz: Esto se mide en grados Kelvin con un parámetro que se conoce como temperatura de color. Cuanto mayor es la temperatura de color más blanca será la luz. Para las cocinas (y a veces también el baño) se recomienda el color blanco (4500K) y para el resto de la casa colores cálidos (3000K).
  4. Grados de apertura: Representa los grados del haz de luz que crea la lámpara. En una lámpara tradicional incandescente la apertura no se reflejaba en el envase porque era casi los 360º. En los LEDs es más complicado hacer que emita luz en todas las direcciones y sí que suele reflejarse en el envase. Cuanto más estrecho es el haz de luz (haz más dirigida) menor será ese número. Si no queremos enfocar la luz sobre un objeto, 200º de apertura puede ser razonable, si queremos enfocar la luz, tendremos que buscar ángulos menores
  5. Potencia en Watios. Suele ser reducido (entre 2 y 20W) y su relación con la luminosidad nos da la eficiencia en lúmenes por Watio. En la mayor parte de las lámparas LED que he visto la eficiencia está entorno a los 90-100 lúmenes por Watio
  6. Encendidos/apagados que soporta. Suele estar entorno a los 30.000-50.000, muchos más que las lámparas incandescentes y las de bajo consumo
  7. Horas de vida: 25.000-30.000, más que las de bajo consumo (alrededor de 8.000 h) y muchas más que las incandescentes (2000-3000 h)
  8. Precio. 
 Tipos de conectores
  • E-14: Casquillo fino de toda la vida
  • E-27: El casquillo gordo de toda la vida
  • GU10: usado en focos halógenos conectados directamente a 220 V
  • MR16: usado en focos halógenos con transformador (12 V continua)
  • R7: Usado en las bombillas halógenas tipo lápiz
Ahorro ecológico de las lámparas LED:
  1.  Ahorro energético, gastan la décima parte que una incandescente para la misma luminosidad y algo menos de la mitad que una de bajo consumo.
  2.  Mayor resistencia física tanto a impactos como a vibraciones
  3.  Menor impacto en el entorno (recordemos que las lámparas de bajo consumo contienen vapor de mercurio, metal que se acumula en nuestro organismo y no se metaboliza, por eso es importante ventilar una habitación rápidamente si se nos rompe un fluorescente o una lámpara de bajo consumo)
Ahorro ecológico de reaprovechar las incandescentes:
Colocando adecuadamente las lámparas incandescentes que tengamos las aprovechamos hasta que se fundan y disminuimos los residuos. Si las colocamos en sitios que están poco tiempo encendidas (aunque con encendidos y apagados frecuentes) su mayor consumo no se notará en la factura.

Ahorro económico:
Reaprovechando las antiguas bombillas hasta que se fundan, ahorraremos.
Las nuevas bombillas LED gastan como 10 veces menos que las antiguas incandescentes y como 2,5 veces menos que las bombillas fluorescentes de bajo consumo, lo que se notará en la factura de la luz (aunque no mucho porque de lo que pagamos de luz, aproximadamente solo el 16% procede de la iluminación, aunque ya sabemos... un grano no hace granero, pero ayuda al compañero)

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Truco ecológico 5 - Aprovechar el pan

Cuando era pequeño, recuerdo que mis abuelos tenían en la despensa una bolsa de tela en la que iban echando el pan que sobraba.
De vez en cuando, mi abuela hacía sopas de pan como primer plato (y que yo odiaba) y en verano, gazpacho, en el que también echaba el pan duro.
Veía desayunar a mi abuelo, con frecuencia, leche a la que añadía el pan del día anterior y de vez en cuando también le veía rallar el pan en unos ralladores que eran como un cilindro de acero inoxidable partido por la mitad y con agujeritos. Dudo que en nuestros días sea posible encontrar tales utensilios.
Luego mi abuela usaba el pan rallado en sus croquetas, albóndigas y filetes empanados que, esos sí, yo adoraba.

Es evidente que mis abuelos vivieron en unos tiempos en los que la comida no abundaba y por nada del mundo se podía desperdiciar el pan, pero si reflexionamos, veremos que sus hábitos eran, en este sentido, más sanos y ecológicos que los actuales, y por tanto reutilizables en esta época de abundancia.

Os adjunto unos enlaces para reusar el pan.
Ventajas ecológicas: El pan sobrante no va al cubo de basura. Disminuye consecuentemente los residuos del hogar y su tratamiento posterior (trasporte y procesado)
El pan sobrante es reutilizado como alimento posterior, lo que disminuye los productos que tenemos que comprar, su traslado, procesado y envasado.

Ventajas en el desayuno: El desayuno de leche con pan, es equivalente al desayuno actual con cereales (del cereal que esté hecho el pan que usemos) pero con mucha menos cantidad de azúcar (claro, que también sabrá peor, ya sabemos lo que tiene lo sano).

Ahorro económico: El derivado de tener que comprar menos productos, transportarlos y almacenarlos.

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Truco ecológico 6 - Comprar garrafas de agua mineral en vez de botellas

Siempre que las condiciones del agua del grifo nos lo permitan, es mucho más ecológico consumir ésta que la embotellada, incluso hay quien dice que el agua del grifo puede ser más sana, porque en la embotellada, pequeñas partículas del plástico se traspasan al agua que luego nos bebemos. 
Si a pesar de todo no tenemos más remedio que consumir agua embotellada, es mucho más sano y ecológico comprar botellas grandes de agua (mejor garrafas de 5-6 litros). Podemos ver el porqué dividiendo la superficie de las distintas botellas de plástico entre su volumen.
  • Para una botella de medio litro nos sale que cada litro de agua esta en contacto con 770 cm2 aprox. de plástico, 
  • Para una botella de 2 litros, cada litro de agua esta en contacto con 450 cm2, considerablemente menor 
  • Para una garrafa de 6 litros, cada litro de agua esta en contacto con 300 cm2.
Así pues, cuanto mayor es el recipiente, el agua está en contacto con menos plástico y por tanto, menos partículas de ese material se puede transferir al agua y más sano es.

Por la misma razón, cuanto mayor es el recipiente menos plástico se usa por litro y la contaminación para fabricarlo y luego para reciclarlo es menor.

Una vez compradas garrafas de agua mineral, se transfieren a botellas más pequeñas, preferentemente de vidrio, principalmente las que vayamos a introducir al frigorífico porque se dice que con las bajas temperaturas la contaminación que la botella de plástico produce en el agua es mayor.

Ventajas para la salud: Cuanto mayor el recipiente menor cantidad de partículas plásticas ingerimos

Ventajas ecológicas: Cuanto mayor el recipiente, menor el consumo de plástico por litro.

Ventajas económicas. Igualmente, el precio por litro disminuye al comprar garrafas de agua en vez de botellas.

Pero no olvidemos que lo más ecológico es (insisto, siempre que las condiciones lo permitan), beber agua del grifo.



Truco ecológico 7 - Vigilar la conservación de la comida


La cantidad de comida que se desperdicia en el mundo es bestial. Oxfam dice que se desperdicia más comida que la que podrían comer todas las personas hambrientas.
Una buena cultura ecológica nos obliga a vigilar la conservación de los alimentos que tenemos en casa para no tener que tirarlos. Deberíamos empezar por la nevera. Diariamente tendríamos que vigilar todos los productos allí contenidos (no olvidar las latas de bebidas) y programar las comidas en función de aquellos alimentos que puedan estropearse antes. Los yogures, flanes, natillas y envasados similares con fecha de caducidad, pueden consumirse algún día posterior a la misma (sin pasarse, claro está). La fecha de caducidad incluye un margen de tolerancia. Es obvio que si un yogur pone fecha de caducidad 10 de septiembre, no puede significar que si nos lo comemos a las 23:59 del día 10 es seguro y si nos lo comemos dos minutos después, a las 0:01 del día 11 ya es tóxico, como si tuviera un reloj para autodestruirse. Como siempre el sentido común es el mejor aliado. Puede darse el caso que abramos un producto antes de la fecha de caducidad y huela mal o tenga mal aspecto, seguramente lo que ha pasado es que el envase ha perdido su hermetismo o se ha dejado al sol durante el transporte. Evidentemente habrá que tirarlo ignorando su fecha de caducidad. Al congelador conviene hacerle una revisión semanal o quincenal no sea que nos quede algún alimento del pleistoceno o anterior, en cuyo caso puede que no sea seguro comerlo o no sepa del todo bien. Mejor hacer esa revisión que tener que tirar algún producto de un animal perteneciente a una especie ya extinta. Luego están los alimentos envasados que incluyen fecha de consumo preferente en lugar de fecha de caducidad y que generalmente guardamos en armarios, despensas o similares. Una vez al mes convendría revisar toda esa comida: latas, botes de conserva, bolsas de snacks, dulces, bollos, cereales, paquetes de azúcar, garbanzos, arroz, galletas, etc… Resulta muy desagradable encontrar al fondo de uno de los armarios de la cocina unas galletas riquísimas pero con fecha de consumo preferente de hace seis años. Queda feo en el cubo de basura ese envase perfecto y sin abrir de las galletas. Con la fecha de consumo preferente se puede ser más flexible que con la fecha de caducidad, pues nos indica en qué momento un producto podría comenzar a perder algunas de sus propiedades (sabor, olor, textura) pero sigue siendo perfectamente seguro consumirlo. De nuevo aquí el sentido común debe imperar y aunque lo más probable es que sea seguro consumir un producto perfectamente envasado, no conviene pasarse demasiado de la fecha de consumo preferente. Recuerdo un compañero que encontró en uno de sus armarios unas latas de espárragos de gran calidad pero con fecha de consumo preferente de 2.012, se las comió porque en su día le costaron una pasta (haciendo caso omiso de nuestros consejos) y obviamente no le pasó nada. Aún así, no lo recomiendo. Resumiendo, revisemos el frigorífico a diario, y el congelador y los armarios con comida envasada al menos una vez al mes para evitar tener que tirar comida y como se decía antes “aunque usted pueda pagarlo, el mundo, no puede” Ventajas ecológicas. Un producto que se consume evita que se tenga que fabricar otro (menos envases, menos energía, menos contaminación). El alimento que se tira, se tiene que trasladar y procesar gastando energía y contaminando el entorno. Ventajas económicas: Revisando nuestro frigorífico y armarios nos podemos ahorrar unos eurillos en comida que si la tiramos, tendríamos que volver a comprar.

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Truco ecológico 8 - Reducir el consumo de carne

Se nos habla a menudo de la necesidad de reducir el consumo de carne por razones de salud, pero pocas veces se nos recuerda que también es conveniente hacerlo por razones ecológicas.

Veamos cual es el razonamiento: Se estima que cada nivel trófico consume diez veces más energía que el anterior. Eso significa, traducido a palabras más habituales, que si, por ejemplo, diez familias son capaces de vivir de lo que produce una determinada extensión de tierra (cultivando cereales u otras plantas), si ese mismo terreno lo dedicáramos a criar vacas, solo podría vivir de lo que producen esas vacas, una sola familia.

La consecuencia es clara, si consumimos menos carne y en su lugar comemos más vegetales, estamos consumiendo diez veces menos energía y, consecuentemente dividiendo por diez nuestra huella ecológica o el impacto que causamos en el entorno.

Desde este punto de vista, las tendencias vegetarianas o veganas van en el sentido correcto, aunque la ecología no sea su principal motivación.

No es necesario llegar al extremo de hacerse vegetariano o vegano, pero si conviene reducir el consumo de carne y pescados de acuerdo a la nueva pirámide alimenticia. Las carnes rojas y procesadas deben ser más bien consumidas de forma ocasional y moderadamente. Los pescados deben alternarse con carnes blancas, huevos, etc.

Si decidimos hacernos vegetarianos (y con mayor razón veganos), la Tierra y los animales nos lo agradecerán, pero no olvidemos que hay alimentos esenciales que debemos adquirir de otra manera, por lo que es imprescindible tener ciertos conocimientos nutricionales o consultar al médico, de otra manera, podríamos enfermar.
Por este motivo, quizás resulte recomendable evitar el fundamentalismo con esto de la comida vegetariana. Al fin y al cabo somos seres heterótrofos y necesitamos alimentarnos de otros seres vivos.

Ventajas ecológicas: Si todos consumimos menos carne, serán necesario criar menos animales en las granjas, menos contaminación, menos transporte, menos antibióticos, menos procesado en fábricas, mataderos etc, etc. y cada hectárea de terreno puede alimentar a más personas.

Ventajas económicas: La alimentación basada en plantas es generalmente más económica que la basada en carne. Algunos euros nos ahorramos cada vez que sustituimos un chuletón por una ensalada.

Ventajas para la salud: Los últimos estudios (incluso los publicados por la OMS) recomiendan la reducción en el consumo de carne, porque el exceso podría influir negativamente en nuestra salud. No olvidemos, además, que para mantener sanos a los animales muchas veces se usan antibióticos que acaban en nuestro plato y que provocan, entre otros efectos, que las bacterias desarrollen resistencia a los antibióticos y podamos tener serios problemas ante una infección.

Ya decía Hipócrates que “tu alimento sea tu medicina” y la carne en abundancia es un poco lo opuesto.

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Truco ecológico 9 - Vender en vez de tirar

En estos tiempos de Internet y de multitud de aplicaciones en el móvil (apps para los iniciados), resulta muy sencillo vender productos que no vamos a volver a usar pero que están en perfecto estado para que lo usen otros.

Cuando nos damos cuenta de que tenemos los cajones y los armarios llenos de trastos que un día compramos y que ya han dejado de ser útiles, tenemos la tentación de comenzar a tirarlo todo. Sobre todo si ya no encontramos espacio para almacenar alguna cosa nueva.

Una buena práctica ecológica es intentar venderlos en Wallapop, Segunda Mano u otra plataforma de compra-venta entre particulares.
Incluso las pequeñas cosas pueden ser vendidas por un precio simbólico de por ejemplo 2-3 euros que nos permitan luego tomarnos una caña y que por otra parte aseguran un mínimo interés por parte del comprador (si se regala, puede presentarse alguien que en realidad no lo necesita y que luego lo mismo lo tira).

Ahí argumentábamos que se debe priorizar el valor ecológico frente al recaudatorio.

Lo mismo puede aplicar a las compras, hay veces que no necesitamos que un producto esté completamente nuevo (aunque hay a la venta muchos productos nuevos y embalados que se venden porque fueron regalados o se compraron y nunca se llegaron a usar). Es conveniente echar un vistazo en estas plataformas antes de comprar en tienda.

Cierto es que la venta de productos (sobre todo de importe bajo) conlleva unas ciertas molestias que aparentemente no compensan el esfuerzo, pero si tenemos en cuenta los condicionantes ecológicos, siempre merecen la pena.

Ventajas ecológicas: Cuando alguien vende algo usado, el vendedor ya no lo tira a la basura, por tanto ya no hay que reciclarlo, ya no contamina. El caso del móvil es flagrante: un móvil que no se recicla adecuadamente es altamente contaminante. Incluso llevándolo a un punto limpio, no existe la garantía de que todas las piezas se vayan a reciclar como es debido.
Por otra parte, el comprador adquiere un producto usado que no hay que fabricar porque ya existe. Por tanto, evita un proceso de fabricación que siempre es contaminante (de nuevo, altamente contaminante en el caso del móvil).


Ventajas económicas: Siempre podemos sacar unos eurillos de aquellas cosas que están en buen uso y que de otra forma tiraríamos. Esto es más patente con los aparatos tecnológicos que pueden venderse por un precio mayor y que de otra forma se morirían (en el caso de aparatos con baterías, es muy apropiada la palabra) en el interior de un cajón.

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Truco ecológico 10 - Usar regletas para desconectar los aparatos

Cuando hace ya tiempo compré mi televisión espabilá, me dio un pequeño susto (sí, esa que los ingleses llaman Smart TV -queda más fisno y elegante a la par que sofisticado- pero que yo llamo espabilá porque lista, lista, no es).

Y es que una noche, serían las cuatro de la mañana, me levanté a beber agua y al ir a la cocina percibí en esa oscuridad total, un ligero resplandor rojo, procedente del salón, que se encendía y apagaba de forma intermitente pero aleatoria.
Pensé “ya están aquí, ya han llegado” (refiriéndome a los extraterrestres), pero no, demostrando una vez más mi valentía, averigüé que se trataba del diodo que suelen llevar los pendrives y que se encienden cuando se escribe o se lee de ellos, y que yo había conectado a la smart TV para grabar de la tele cuando me apeteciera.

Inmediatamente me pregunté “¿Qué hace mi tele a las cuatro de la mañana escribiendo o leyendo del pendrive, si la hemos apagado como todas las noches?”
Sin duda nada provechoso para mí, así que, como hacía tiempo tenía apuntado conectar la televisión a una regleta con interruptor por razones ecológicas, a partir de ese instante le di prioridad uno al tema, y al día siguiente ya estaba conectada a una.
Desde entonces apagamos la regleta por la noche y, oye, mano de santo, porque el diodo no ha vuelto a parpadear sin mi permiso por la noche. Ahora eso sí, si lo hace alguna vez, ni valentía, ni leches, yo me largo.

Este truco ecológico es bien conocido: conectar todos los aparatejos que tenemos por casa a regletas con interruptor (generalmente luminoso) y que encendemos sólo cuando estamos usando los aparatos.
La ventaja, como he querido demostrar con la anterior historia, es doble: Primera, ahorramos electricidad, con su consiguiente ahorro económico y disminución del impacto ecológico de nuestra casa, y la segunda, evitar que los nuevos aparatos, que cada vez traen más software, hagan cosas que no queremos que hagan.
Los últimos modelos de televisión, por ejemplo, incorporan micrófono y algunas hasta una videocámara. Como no sabemos qué les dirá el programa que llevan dentro qué tienen que hacer (si son cosas inconfesables, el fabricante nunca lo hará público), mejor dejarles sin corriente eléctrica, no sea que se pongan a escuchar nuestras conversaciones o directamente espiar lo que hacemos.

Es curioso que desde hace ya bastantes años todos los aparatejos hayan perdido el interruptor físico que antes solían incorporar. Me gustaría saber porqué. Si es por razones de costes, de fiabilidad o simplemente es un acuerdo al que han llegado los fabricantes con las compañías eléctricas para incrementar de forma fantasmagórica el consumo eléctrico (de ahí que se llame consumo fantasma).
Luego está, naturalmente la teoría conspiranoica, y es que esos aparatejos nos vigiiiiilan, como intentaba hacer mi tele antes de que yo frustara sus intentos.
Sea verdad o no, mejor prevenir.

En cualquier caso es un hecho: Los cacharros ya no tienen interruptor. Pongámoslo nosotros a través de una regleta evitando esos eurillos que se nos van por el sumidero mensualmente.

Cuantos más aparatejos pongamos en regleta mejor: cadenas de música, equipos de TDT, vídeos, DVDs, videoconsolas (PS4, Wii, Xbox,..), discos multimedia, ordenadores, impresoras, amplificadores de la señal de la antena, etc.
Hasta el router, si es de ADSL, podemos apagarlo cuando no usemos el ordenador, de esta manera fastidiamos al vecino evitando que nos robe la wifi a todas horas.
Y si el router es de fibra óptica, no podemos apagarlo porque nos quedamos sin teléfono fijo, pero ya la verdad es que se usa tan poco, que también podríamos desconectarlo sin mucho problema, cuando no necesitáramos la wifi.
Apagando el ordenador y la wifi, reto al mejor de los hackers a que nos secuestre el ordenador inoculándole un virus.

Pensándolo bien, si todos hiciéramos esto, los fabricantes se quedarían sin el modo de espiarnos, así que se verían obligados a instalar una pequeña batería en los aparatos para poder hacerlo aunque los desenchufáramos… Tiempo al tiempo… El Gran Hermano, que Aldous Huxley describe en su novela 1.984, está ya aquí para quedarse.

Resumamos las ventajas de este archiconocido truco ecológico

Ventajas ecológicas: Al disminuir nuestro consumo eléctrico, evitamos que se tengan que poner en funcionamiento centrales eléctricas contaminantes (que son las que se usan cuando las eólicas, solares, hidroeléctricas, etc no dan abasto). Reducimos, por tanto, transporte de electricidad, infraestructuras, la emisión de CO2 y el calentamiento global.

Ventajas económicas: Hay quien dice que el consumo fantasma puede llegar a representar hasta el 15% de la factura de la luz (no olvidemos que un cargador de móvil enchufado aunque no esté cargando, también gasta). Eso puede suponer entre 50 y 150 euros al año.

Otras ventajas: Fastidiamos a los espías y al vecino que nos quiera robar la wifi

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Truco ecológico 11 - Poseer menos cosas
En su libro Sapiens,  Harari dice cosas en las que se puede o no estar de acuerdo, pero lo que hay que reconocerle es que incluye ideas realmente interesantes. Una de ellas es que a lo largo de nuestra vida poseemos o al menos estamos en contacto con millones de objetos.
No sé el mecanismo por el que Harari habrá llegado a esa conclusión, pero yo personalmente, me lo creo.

Usando un mecanismo tan científico como el anterior, podríamos decir que en nuestra casa podemos tener más de cien mil objetos (a mi también me parece una cifra que puede ser perfectamente factible)
Si esto es así, tendríamos que plantearnos si todo lo que tenemos en casa sirve para algo o simplemente lo hemos comprado llevados por el ansia de poseer cosas.

Está claro que el cerebro está programado para poseer cosas. Parece razonable pensar que poseer un cuchillo en medio del bosque puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Por ejemplo, si te ataca un oso, un cuchillo puede significar la diferencia entre una muerte segura y una muerte probable. Así que por propia supervivencia, estamos programados para poseer cosas.
De ahí que la publicidad, sacando partido de esa necesidad atávica, y por otra parte,  interesada en vender la ingente cantidad de productos que se fabrican, nos anime a tener objetos que no necesitamos y a probar comidas y bebidas que son simples variaciones de otras que ya conocemos y sabemos que nos gustan.

Por otra parte, la propia dinámica consumista y la competitividad han forzado a las empresas a reducir los márgenes de tal forma que muchas empresas no son viables salvo que fabriquen en cantidades inmensas, puesto que la ganancia por unidad es escasa.
La única forma que tienen las marcas de arañar cuota de mercado que garantice su supervivencia, es la de hacer ligeras variaciones sobre el producto e incitar al consumidor a que lo pruebe. Solo así se justifican, por ejemplo, los cientos de variedades de yogures o las ginebras de colores con los distintos botánicos que aparecen por doquier.

En esta carrera sin fin, en la que las cotizaciones de las empresas no suben salvo que aumenten las ventas, el planeta, es decir, nosotros, sale perdiendo porque esa fabricación y consumo ingente es insostenible durante mucho tiempo.

Sin embargo, desgraciadamente, para que la economía siga su curso y no se derrumbe como un castillo de naipes, la dinámica debe mantenerse.
Esta es la razón por la que en un post anterior sugería que, dado que esta situación no es sostenible de por vida, era necesaria una nueva forma de entender la economía basada en un consumo consciente y responsable, sustituyendo cantidad por calidad. Algo que en aquel post denominé neoeconomía y que está en línea con las teorías de decrecimiento

En cualquier caso, es el consumidor, es decir, nosotros, los que debemos imponer sensatez y no dedicarnos a consumir a lo loco.

Si así lo hacemos las ventajas serán múltiples:

Ventajas ecológicas:

Comprando menos cosas y de más calidad, se fabricarán menos, se contaminará menos y habrá que tirar luego menos cosas a la basura evitando la consecuente contaminación derivada del transporte y procesado de residuos

Ventajas económicas:

Teniendo menos cosas, habremos comprado menos, tendremos más dinero disponible para otras situaciones más importantes: cuando se rompa el coche, arreglarnos la boca, comprar un libro caro a nuestro hijo que lo necesita en la universidad…

Otras ventajas:
  • Teniendo menos objetos, reduciéndolos a los más necesarias, estaremos más centrados, porque tendremos menos cosas de las que ocuparnos, disminuyendo así nuestra alienación mental. Aquí quiero citar textualmente unas palabras de “Instrucciones para dar cuerda al reloj” de Julio Cortázar: “cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire.[ …] Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días,[...]. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. [...]. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.”
  • Tendremos más espacio para desenvolvernos. No hay que olvidar que como primates que somos, necesitamos un mínimo espacio para sentirnos bien cuando estamos en una habitación o nos sentamos a trabajar en nuestra mesa o escritorio.

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