Cuando un tonto coge una linde…

Hace muchos años descubrí este dicho popular lleno de sabiduría: “Cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue”.
Desde entonces he tenido la oportunidad de comprobar, en multitud de ocasiones, la precisión del dicho.
Me gustaría aplicar esta sabia frase a algunas de las prácticas de la sociedad actual, que se comporta como si los problemas comunes fueran a seguir siéndolo eternamente, despreciando los problemas de proporciones planetarias a los que nos enfrentamos.
No es que haya que olvidarse de esos problemas comunes, sino ponerlos en el lugar adecuado dentro de una escala de prioridades, en la cual la primera debería ser la supervivencia de la especie humana sobre la Tierra.

Pondré dos ejemplos triviales que muestran que hemos cogido una linde, la linde amenaza con acabarse, pero nosotros seguimos:

Primer ejemplo: La compra-venta de objetos entre particulares. Plataformas como Wallapop, Segunda Mano y otras, están favoreciendo esta actividad.
Hacienda recordó a finales del año pasado que las transacciones entre particulares, como las que se acuerdan a través de estas aplicaciones, están gravadas con el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales (actualmente al 4%) a cargo del comprador, que es el impuesto que también aplica en la compra venta de un piso de segunda mano, por ejemplo.
Por otra parte, la plusvalía en el producto vendido, si la hubiera, corresponde declararlo en el IRFP del vendedor.

Sin embargo, es obvio que comprar un piso de segunda mano, no es comparable con comprar un móvil, por ejemplo, a través de Wallapop. Además de la evidente diferencia en el tamaño de la transacción, hay unas ventajas claras para la sociedad en el segundo caso.
Veamos algunas:
* Cuando alguien vende algo usado, el vendedor ya no lo tira a la basura, por tanto ya no hay que reciclarlo, ya no contamina. El caso del móvil es flagrante: un móvil que no se recicla adecuadamente es altamente contaminante. Incluso llevándolo a un punto limpio, no existe la garantía de que todas las piezas se vayan a reciclar como es debido.
* El comprador adquiere un producto usado que no hay que fabricar porque ya existe. Por tanto, evita un proceso de fabricación que siempre es contaminante (de nuevo, altamente contaminante en el caso del móvil).

Solamente por sus ventajas para el entorno, se debería priorizar las actividades de intercambio de objetos entre particulares frente al recaudatorio (no olvidemos, además, que el móvil ya pagó su correspondiente IVA).
No solo no se deberían gravar, si no que se deberían favorecer. Pero aquí la linde de la recaudación, puede más que el cuidado del entorno.

Naturalmente hay quien se aprovecha de las plataformas de segunda mano para realizar una actividad profesional encubierta y evadir el pago del IVA y otros impuestos. También habrá quien venda objetos robados, seguramente.
El deber de las autoridades es perseguir esas prácticas y favorecer aquellas otras de compra-venta de objetos que han dejado de ser útiles para unos y que en cambio son útiles para otros, y en los que generalmente el vendedor pierde dinero respecto al precio que pagó originalmente.
Aquí aplica la típica frase que hemos oído muchas veces “ya no lo uso, pero me da pena tirarlo, es que está nuevo”. Estos objetos tienen una segunda vida en las plataformas de compra-venta entre particulares y que antes de su existencia tenían como único destino la basura.

Un segundo ejemplo que muestra las prioridades de las administraciones es el transporte público.
Pongamos que un fin de semana, un familia compuesta por los padres y dos hijos, que viven en alguna de las grandes ciudades del sur de Madrid, deciden ir a una exposición en IFEMA (situado en el norte de Madrid).
Pueden optar para llegar allí de dos formas:
a) Transporte privado: Usar su coche diesel y aparcar por los alrededores (no dentro del parking): Coste económico para la familia: entre 2-3 euros. Coste social: Alto por contaminación, atascos, posibles accidentes, etc.
b) Transporte público: Usando un bono de 10 (combinado) de metro. Coste económico para la familia: Casi 15 Euros. Coste social: cero, cero contaminación, cero energía, etc (el metro  va a pasar igual lo usen ellos o no).

Ante esta disyuntiva es evidente que la familia optara por la alternativa a). Sin embargo, dado los costes sociales y ecológicos, las administraciones deberían romperse la cabeza para incentivar que la familia optara por la solución b).
Lamentablemente, las administraciones no lo hacen. ¿Porqué? porque hay que pensar y es mucho más fácil insultar y echar mierda al oponente político que pensar (esto de echar mierda a los demás nos sale solo, prácticamente sin pensar).

Conclusión: Va a siendo hora de que las administraciones públicas y políticos en general, vayan cambiando sus prioridades reales antes de que sea demasiado tarde en vez de llenárseles la boca con la ecología y el cuidado del entorno.

En realidad debería ser fácil decidir cuáles son las prioridades en las sociedades avanzadas

1.- Disminuir la desigualdad social: Esta semana ha sido publicado que algún directivo de una empresa del IBEX ha ganado casi 10 millones de euros en 2.017.
No sé si será este el caso, pero desde luego existen directivos que si los quitaran, la empresa para la que trabajan seguiría funcionando igual y algunas veces mejor.
Frente a esta clase “noble”, siguen existiendo los “plebeyos” que tienen que apañárselas con unos cientos de Euros al mes (para que vayan diciendo por ahí, que ya se superó la sociedad feudal)
Una empresa privada puede pagar a sus directivos lo que le dé el punto, pero es el estado, a través de los impuestos, políticas sociales y fomento de empleos dignamente pagados, quien debe disminuir estas grandes diferencias de ingresos, evitando estos casos extremos (eso sí, teniendo máximo cuidado para no desincentivar el esfuerzo o incentivar la indolencia)

2.- Desarrollar todo tipo de políticas orientadas a la sostenibilidad de la vida humana sobre la Tierra.
Los dos ejemplos citados son solo una pequeña muestra de ellas.

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