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Mostrando entradas de julio, 2020

A disfrutar de las vacaciones (el que las tenga, claro)

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Siguiente Nivel se marcha de vacaciones y os deja tranquilos una temporadita.  El que pueda disfrutar de ellas, que aproveche para desconectarse de todo tipo de pantallas y conectarse a su yo interior, a sus pensamientos (naturalmente solo positivos) y a las personas que uno quiere pero, a ser posible, cara a cara, aunque sea sin besos y con mascarillas debido al Covid. Sin pantallas, es más fácil ser protagonista de la propia vida y no querer vivir las de otros, reflejadas en múltiples historias, series de televisión, y fotografías de las redes sociales. La teoría es fácil y sencilla, incluso hasta cierto punto lógica, pero ¿qué hacemos para no aburrirnos cuando no sabemos hacer otra cosa que ver pantallas? , ¿qué hacer para no aburrirse cuando hemos ido matando una por una las formas pre-smartphone de entretenernos?  No lo sé. La respuesta no es fácil. Pero yo, al menos, lo voy a intentar (reconozco que no sería la primera vez que me lo propongo y no lo consigo).  Y sin olvidar disfr

El engaño de las bombillas LED

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Ya he dicho en algún post anterior que adoraba la tecnología. Eso era antes, cuando imaginaba las millones de cosas positivas que se podían hacer con ella. Ahora viendo lo que en realidad se hace, me da cierto repelús. Baste recordar lo que se ha conseguido en poco años con los móviles y como, sin darnos cuenta, nos están esclavizando.  Las bombillas LED es otro ejemplo del mal uso de la tecnología. Y eso que es fascinante. Ante una bombilla LED estamos sintiendo en directo los efectos de la física cuántica.  La bombilla antigua, la de incandescencia basa su funcionamiento en hacer pasar muchos electrones por un conductor, cuantos más hacemos pasar, podemos imaginar que como casi no caben, rozan con las paredes y producen tanto calor que al final el conductor se pone al rojo y emite luz, pero también desperdicia la mayor parte de la energía en forma de calor. Es una tecnología un poco bestia puesto que se basa en hacer sufrir a los pobres electrones. Las lámparas fluorescentes son un

Rigidez mental

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Cuentan que había una vez dos sabios, uno creyente y el otro ateo que estaban discutiendo sobre la existencia de Dios. Tras horas en las que cada uno expuso sus argumentos a favor de sus tesis y que el otro las rebatía, resulta que el sabio creyente se hizo ateo y que el ateo se hizo creyente.  Me temo que este tipo de situaciones sólo se dé entre gente sabia, gente con la mente lo suficientemente abierta como para cambiar de opinión. En mi experiencia cotidiana la situación es más bien la contraria. Discutimos por discutir, siempre con intención de cambiar la opinión del contrincante pero con esperanzas casi nulas de conseguirlo. Y, en el fondo, con la convicción equivalente en sentido contrario, que se traduce en la frase “ tú dí lo que quieras, que yo voy a seguir pensando lo mismo ”. No sé de qué forma se construyen nuestras ideas, pero una vez formadas, cambiarlas es tarea si no imposible, al menos sí titánica. Yo supongo que cuando no tenemos opinión sobre algo en concreto, algui

Humanizar la medicina

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En la portada de este post he puesto el cartel correspondiente a una campaña de la comunidad de Madrid  por la que se anima, mediante una serie de acciones, a humanizar la medicina.  Es loable cualquier iniciativa destinada a este fin pero, a mi juicio, se queda bastante corta.  Se queda corta porque incide en las actitudes de los pacientes y personal sanitario para conseguir esa humanización. Seguramente eso es necesario, pero a todas luces no es suficiente.  En los últimos veinte o treinta años la medicina ha avanzado enormemente, pero creo que la deshumanización de la misma, ha corrido pareja a su avance.  Para conseguir llegar a más gente con el menor coste posible, yo creo que se han tocado los palos equivocados. Efectivamente, se han construido grandes hospitales con todos los servicios y se han centralizado los ambulatorios.  Grandes hospitales y ambulatorios centralizados que serán muy eficaces desde el punto de vista técnico y económico (eso habrá que verlo) pero no así desde

El Materialismo: la nueva religión

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Durante casi cuarenta años, el tiempo que duró la dictadura de Franco en España, hubo una religión única aceptada: la religión católica.  En ese tiempo, no era posible pensar distinto y no era infrecuente que el cura del pueblo (al menos algunos, nunca conviene generalizar) pegara un par de guantazos a los chavales que no iban a misa o no se confesaban con la regularidad necesaria. Fruto de esas prácticas (y otras) tan poco ortodoxas proceden algunos de los odios atávicos que algunos sienten por la religión, en especial por la católica, en España.  Lo que es curioso es que el odio se sienta por la religión en lugar de sentirse por aquellas personas en concreto que, siendo sus representantes y abusando de su poder, traicionaban los principios básicos del cristianismo (es decir, el amor, el perdón, la humildad, la hermandad, la solidaridad...) haciendo justamente lo contrario de lo que predicaban. Mal estuvo forzar una religión, sobre todo porque los primeros cristianos convencían a otro

Si no te gusta la Historia, escribe la tuya

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Nos encanta juzgar. Es uno de nuestros deportes favoritos, de los más extendidos, aceptados e incluso de los más valorados.  Pensándolo bien, no sé para que nos gastamos ese enorme dineral en justicia, si cualquiera de nosotros puede hacer de juez sin pensárselo. Pagar a la policía judicial para que realice sus informes, a los peritos, a los funcionarios del Ministerio, a los jueces… es un despilfarro innecesario. Hay casos complejos en los que un grupo colegiado de jueces han escuchado a 50 testigos, visto nosecuantas pruebas, incluidos vídeos y audios, repasado 40.000 hojas de documentación, se dicta veredicto y sentencia tras meses de largo proceso, y a nosotros nos parece una solemne gilipollez, porque cualquiera, leyendo una columna en un periódico o viendo un reportaje de dos minutos en la tele podría haber dictado sentencia prácticamente en el momento, una que por supuesto no coincide con la de los jueces.  Y es que el hecho de que los jueces sean profesionales que conocen las l