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Mostrando entradas de febrero, 2018

Antisistema (y II)

En el post anterior hablamos de tendencias antisistema y lo dedicamos al expresidente de la Generalitat y dejamos una segunda tendencia antisistema, el bitcoin y las criptomonedas, para un nuevo post. El anonimato que procuran estas monedas, permite sortear los mecanismos de control fiscal y financiero de los estados, quitándoles una de sus más poderosas armas: el control del dinero. De ahí que de momento, y hasta que los estados desarrollen nuevas armas legales y técnicas para controlarlo, es un auténtico mecanismo antisistema. No es que yo sepa mucho de bitcoin pero me he leído un par de artículos y eso en España, país en el que discutimos de cualquier cosa sin tener idea, me convierte en un gran experto. Parece que nadie ha identificado al inventor de esto del bitcoin. Sobre todo porque en cuanto alguien se reconociera como su creador, caería sobre él toda la fuerza del fisco del país correspondiente para quitarle gran parte de su fortuna, eso si no se concluye la existencia d

Antisistema (I)

Siempre que se evite la violencia, las tesis antisistema pueden ser tan defendibles, dialécticamente hablando, como cualquier otras. Lamentablemente, suelen estar asociadas a movimientos violentos que le dan mala fama. Escuchando los telediarios es fácil concluir que hay al menos dos tendencias claramente antisistema que están adquiriendo cierta importancia últimamente La primera es la protagonizada por el expresidente de la Generalitat actualmente huido de la justicia española. Este hombre se ha empeñado en cuestionar la validez de las leyes en vigor, tergiversarlas y buscar el más mínimo resquicio para sortearlas. Todo ello aprovechando al máximo (si no burlándose de él) el garantismo que las leyes españolas y europeas ofrecen a sus ciudadanos. Obviamente, no es que las leyes no se puedan cuestionar, pero ante todo deben cumplirse y si no gustan, pelear para cambiarlas por los procedimientos que los Estados de derecho proveen. Es cierto que esto no deja de ser un problema si

Un día desconectado

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He hecho una búsqueda en Internet para ver si la adicción a las redes sociales tenía nombre. No lo he encontrado, así que, aunque seguro que alguien le ha puesto un nombre similar o incluso el mismo, yo sugiero redsocialadicto o redsociólico (como ya sabemos en inglés quedará siempre mejor: Networkaholic). No llevo demasiado tiempo en esto de las redes sociales, pero reconozco que he adquirido cierta adicción. En cuanto mi mente percibe un minuto de respiro, cojo el móvil y miro si alguna de las múltiples aplicaciones que tengo instaladas aparece con un circulito rojo con un numerito dentro. Si es así, obtengo una íntima satisfacción y si son varias, parece como cuando los Reyes Magos traen muchos juguetes a los niños. No sé cual abrir primero. Y dado que el objetivo de este blog es reflexionar sobre los temas más variopintos (recordemos que el subtítulo es “Temas abiertos para la reflexión”), me he puesto a pensar sobre esta adicción. La primera pregunta que surge: ¿porqué nos

Errores médicos

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De vez en cuando oímos historias de hospital que incluyen errores médicos que pondrían los pelos de punta a los espectadores de Cuarto Milenio, acostumbrados, como estamos, a historias considerablemente menos espeluznantes. Y es que en ocasiones confluyen confusiones en serie debido a múltiples razones. Se me ocurren algunas: un estrés difícil de soportar por turnos interminables para médicos y enfermeras (permítaseme usar las acepciones más extendidas sin presuponer ninguna intención de género, que no la hay), preparación no adecuada del personal sanitario (o número insuficiente de los mismos), carencia de medios, etc. Muchos de estos errores conducen a unas molestias graves, con secuelas temporales o permanentes y en el peor de los casos a la muerte del paciente. Sin contar con el coste vital de pacientes y familiares, evidentemente inconmensurable, sí podríamos medir el coste económico de los mismos (que seguramente sería altísimo) si existieran estadísticas, pero mucho me