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Mostrando entradas de septiembre, 2017

En defensa de los débiles

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El otro día viví de cerca un episodio ciertamente indigno. Estaba en una frutería de barrio bastante popular por su género, de cierta calidad a precios razonables. De repente, una señora mayor comenzó a gritar “me han robado el monedero”. La pobre mujer fue a pagar la fruta y al rebuscar en la bolsa el monedero, en vez de éste, encontró un melocotón. Contó que seguramente habían sido dos chicas jóvenes, bien vestidas que cuando fue a coger una bolsa del rollo de bolsas, ellas tiraron y sacaron 4 ó 5 de golpe. La señora les llamó la atención, cuando en realidad era ésta la maniobra de distracción para sustraer el monedero sin ser descubiertas. El disgusto de la anciana fue mayúsculo, no solo llevaba en el monedero el dinero para hacer la compra sino el DNI, la tarjeta de la seguridad social y las fotos de sus seres queridos, algunos de ellos seguramente ya solo vivos en su memoria. Imagino cómo se sentiría ante el papeleo que se le venía encima para recuperar el DNI, la tarjet

El poder del adoctrinamiento

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  La utopía del Siguiente Nivel permanece lejana. Ese nivel en el que el conjunto de los seres humanos luchamos por el progreso conjunto de todo el género humano, de momento tendrá que esperar. Si la historia de la humanidad fuera un videojuego en el que hay que conseguir puntos para pasar de nivel, en estos momentos no sólo no estaríamos ganando puntos sino que los estaríamos perdiendo. Cuando la guerra fría parecía superada hace años, de nuevo nos encontramos con la posibilidad de que haya una guerra nuclear en el mundo. No sé si podemos sentirnos tranquilos, porque las negociaciones las llevan el hombre más poderoso del mundo, un señor mayor con incontinencia verbal manifiesta, y un niño pequeño de 33 años jugando con sus misiles. Lo curioso del tema es que ambos son mandatarios de sus respectivos países. El uno elegido democráticamente por su gente, posiblemente para que les defienda de los males de la globalización (van listos) y el otro elegid

Las leyes de la desconexión

Algunos catalanes nos están marcando el camino: La desconexión.  Sí pero la desconexión de la televisión, de la radio, de los periódicos, en definitiva de los medios. Existe la posibilidad, ¿por qué no? de que la situación que vivimos en Cataluña sea una cortina de humo cuyo fuego, avivado por por unos y por otros, se les esté yendo de las manos. ¿Qué quieren tapar unos y otros con este humo? cada cual que saque sus propias conclusiones, pero convendrán conmigo en que es una posibilidad. Y es una posibilidad porque si oyes los medios de ambos lados dicen absolutamente cosas contrapuestas. Luego alguno de los dos miente (lo más probable es que se mienta en los dos lados, unos más que otros, seguramente y cada uno en cosas distintas y oculten verdades obvias). Y si mienten y ocultan verdades lo harán con algún objetivo, digo yo. Y es una posibilidad porque a lo largo de la historia se ha utilizado a los pueblos de las más variopintas maneras. Cuántas guerras, que costaron muchas

El dinero marca la diferencia

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Tendré que emplearme a fondo para justificar un título tan de perogrullo, así que vamos a ello y comenzaremos con lo más obvio. En España tenemos una sanidad pública que a pesar de sus carencias, limitaciones y espacio para la mejora, es la envidia para muchos ciudadanos del mundo incluidos algunos de paises muy avanzados. Sin embargo en otros lugares, tener dinero marca la diferencia entre estar vivo y estar muerto para algunos enfermos. Tener dinero también significa acceso a las mejores universidades. En algunos casos como las ciencias o ingenierías que requieran costosos laboratorios, estudiar en una universidad cara marca la diferencia para tener acceso a las últimas técnicas de investigación y por tanto asegurar que se llega más lejos como científico o ingeniero. Para otras materias en las que los medios técnicos no son tan críticos, la formación puede ser similar entre una universidad cara o barata pero no así el prestigio y los contactos que otorga una y otra. Es el c

¿Más odio? ¿para qué?

El llamado espíritu de la transición permitió la elaboración de una Constitución, la de 1.978, que ha proporcionado a España uno de los períodos más largos de paz y prosperidad que se recuerdan en nuestra historia. Y, lo que es más, ese espíritu posibilitó la evolución pacífica de una dictadura a una democracia que todavía disfrutamos y que seguramente no valoramos en su justa medida. Como tampoco valoramos suficientemente el papel de aquellos hombres y mujeres que lo hicieron posible. Sin ellos y sin su “espíritu de la transición” podríamos habernos visto abocados a otro periodo de barbarie, violencia y sufrimientos. A mi juicio, el espíritu de la transición no era más que el recuerdo de la atroz guerra civil que había asolado España cuarenta años antes y que provocó la lucha entre hermanos muchas veces en bandos contrarios, solo por encontrarse en zonas distintas al comenzar la guerra. El pánico a ese recuerdo permitió que se sentaran a hablar en la misma mesa la derecha m

Ojo, que nos vamos todos al paro

Continúo avanzando lentamente en el libro de Jeremy Rifkin “El fin del trabajo” y ya he pasado la mitad. O mucho avanza en las soluciones en lo que queda de libro o de momento puedo resumir lo que llevo leído en dos miserables palabras: “Estamos jodidos”. No sé cuánto le llevaría a este señor escribir el libro, pero seguro que un gran esfuerzo y ver resumido tamaña cantidad de trabajo en dos palabras no resulta muy elegante. Pero es que, de momento, es mi conclusión. No es que diga cosas que de alguna manera no sepamos desde hace mucho tiempo, pero es que verlas escritas enumeradas una detrás de otra, con argumentos y datos consistentes, resulta espeluznante y, efectivamente, es fácil concluir que el trabajo se acaba. Pero no porque vayamos a vivir sin trabajar tan divinamente, sino porque el trabajo y, por tanto, los ingresos asociados, formará parte de un número cada vez más reducido de afortunados. Lo bueno de esto es que el libro fue escrito hace más de 20 años, y el análi