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Mostrando entradas de febrero, 2019

La democracia nos falla

Un buen amigo, por cierto bastante inteligente, defiende que la democracia actual, tal y como está planteada, no tiene futuro, o que si lo tiene es bastante negro. Él defiende que los puestos de decisión de un país, de una comunidad autónoma o de un ayuntamiento deberían estar ocupados por técnicos, es decir expertos en gestión, conocedores no solo de las maneras de gestionar adecuadamente un bien común, sino de las tecnologías que permitan aumentar la eficacia del mismo, reduciendo costes a la vez que se presta mejor servicio. Vamos, que viene defendiendo lo que antaño se definía como gobiernos tecnócratas. Si soy sincero, cada vez me va convenciendo un poco más. Es cierto que la palabra tecnócrata nos retrotrae al pasado, más concretamente a los años sesenta del franquismo, y, por tanto, es de desagradable recuerdo. Pero si olvidamos las emociones, hay que reconocer que esa época coincide con la etapa aperturista del franquismo y la de mayor desarrollo económico y social.

Gentuza

Ayer, tras contactar con el empleado que me suele atender en mi banco, me avisó de que sería la última vez que nos veríamos, pues acababa de recibir una notificación y en dos días abandonaría la sucursal y sería trasladado a otra, en una localidad distinta aunque cercana (dentro de lo malo, tuvo suerte). Antes de salir saludé a otro de los empleados, a quien conozco de siempre, y comenzamos a hablar sobre estos traslados sorpresivos que parece ser vienen siendo habitual en la entidad. Me contó que incluso cuando quieren deshacerse de gente, les invitan a trasladarse a otra oficina situada a 500 Km y solo tienen como alternativa al traslado, la calle. En este sector de la banca y otros, en ocasiones, cuando alguien ha sido agraciado en el sorteo de un ERE o simplemente en esos sorteos en los que la legislación laboral permite despedir a un número determinado de trabajadores al trimestre, sin lanzar un ERE (sorteo en el que vas adquiriendo papeletas según cumples años), la de

Una inmensa tristeza

Sí, una inmensa tristeza es lo que siento viendo los telediarios o leyendo las noticias. Tanto es así, que procuro evitarlo o leer exclusivamente los titulares. Cuando no son las grandes desgracias, un pobre niño que se cae a un pozo que nunca debiera haber estado ahí, o una pobre chica que es cobardemente asesinada por un delincuente profesional que nunca debió estar en la calle, es la lamentable situación política que campa por nuestro país, y por Europa y… por el mundo. Hablando de política, me ha llamado la atención, una vez más, los calificativos vertidos sobre los asistentes a la manifestación del domingo pasado (10-2-19) por la unidad de España y la convocatoria de elecciones. Sí, una vez más. Así que, si te preguntan si asististe o te parece bien esa manifestación, no contestes que sí, o correrás el riesgo de que te llamen mierda o facha, o   mil cosas más. Tampoco contestes cuando te pregunten si estuviste en las manifestaciones del 15-M o te lloverán calificativos

Injusticias históricas

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Cada vez es más frecuente oír análisis extremadamente superficiales sobre hechos históricos sucedidos mucho tiempo atrás. En ellos se olvida completamente el contexto. Sacar algo de contexto implica que el hecho en sí, deja de tener sentido. Cualquiera de las frases escritas en este post y analizadas por separado, puede inducir a conclusiones erróneas sobre su contenido. Incluso podría utilizarse alguna de estas frases para defender posturas diametralmente opuestas a las que se defienden en el conjunto. Pero somos así. Tendemos a simplificar y cada vez más, porque cualquier energúmeno puede defender una idea nefasta que las redes sociales multiplican por tres mil millones. No es mi caso porque ninguno de mis posts ha pasado nunca de las doscientas visitas. Saquemos de contexto algunos hechos y veamos que ocurre. Hagamos un esfuerzo de historia-ficción y situémonos en 1.950. Tomemos a uno de nuestros abuelos y preguntémosle que opinaría sobre un grupo de gente del futuro q