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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Estamos perdiendo la cabeza (2 de 2)

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(viene del anterior)  La ausencia de una filosofía de vida a la que la religión siempre ha aportado argumentos últimos, transforma la vida en algo vacío de contenido y sin sentido. Para ejemplarizarlo veamos cuál ha sido la gasolina de la Europa (y naturalmente, la  España) cristiana, que no lo olvidemos, a pesar de las guerras, las luchas y la barbarie, nos ha traído hasta donde estamos, comparémoslos con los valores actuales y reflexionemos si esos nuevos valores nos hubieran llevado desde la barbarie más absoluta hasta los niveles socio-tecnológicos de hoy día. Antes, ¿qué decía la filosofía judeo cristiana? : La vida es un valle de lágrimas. Esta vida presente es un destierro, una especie de castigo en el que estamos temporalmente hasta que podamos alcanzar la vida futura, la auténtica. Pero siempre hay una misión en la vida: buscad el Reino de Dios y su justicia y el resto se os dará por añadidura y siempre hay una norma inmutable: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo

Estamos perdiendo la cabeza (1 de 2)

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  En estas últimas semanas se está poniendo de moda hablar de la salud mental. Es evidente que la pandemia ha acentuado los problemas mentales subyacentes de esta sociedad en la que sus miembros encuentran dificultades para buscar alicientes que les permitan seguir viviendo con una cierta alegría. Ya abordamos el tema en un post anterior y concluimos que en la sociedad actual se suelen poner parches a los problemas en lugar de buscar sus raíces. Yo puedo equivocarme al hacer el análisis, naturalmente, pero al menos intento buscar esas raíces que, abordadas convenientemente, resolverían el problema en lugar de mitigar los síntomas. Pues bien, lo que es un hecho es que el avance de la ciencia en las últimas décadas por no decir en los últimos siglos, ha conllevado un retroceso en la religión. Ya sé que hablar de religión en estos tiempos suena bastante trasnochado e incluso retrógrado, pero antes de cerrar el navegador, dadme una oportunidad e intentaré justificar todos mis razonamientos

Juzgando a la Historia (y II)

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(Viene del anterior)  Pues este mismo análisis que hemos hecho para este supuesto de mi antepasado, puede hacerse para la Historia (con mayúscula), y yo creo que pueden aplicarse los mismos errores . El primero, el de juzgar: aunque tuviéramos autoridad para hacerlo, ¿con respecto a qué normas morales lo haríamos? ¿Con respecto a las nuestras o con respecto a las suyas? Aunque sigamos teniendo una moral de base cristiana, las cosas han cambiado mucho. Segundo , aunque no deberíamos juzgar, porque para ello deberíamos haber vivido su vida o cuando menos haber dedicado la nuestra a entender la forma de vida de antaño, lo que sí podemos hacer es tener una opinión. Pero cuando menos, debe ser una opinión formada e informada , y eso implica leer y estudiar (¡qué barbaridad!, leer y estudiar en la época de la Internet, ¿será troglodita este tío?). Sí, leer y estudiar porque si no, van los medios y nos colocan cuatro ideas-baliza que se instalan en nuestros desamueblados cerebros dejando d

Juzgando a la Historia (I)

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  Supongamos que es público y notorio en mi pueblo, que mi tatatatatatatatatatatatarabuelo pegó una paliza de agárrate y no te menees a tu tatatatatatatatatatatatatarabuelo, y que, llevados por la moda actual, tú te sientes dolido por aquel hecho y yo, culpable. Por ese motivo voy a tu casa y te pido perdón. Intentemos analizar los pecados cometidos en este acto. Perdón, pecado es una palabra proscrita, así que la sustituiré por errores, aún cuando pueda seguir sonando un poco fuerte a los delicados oídos de la sociedad actual. Permítase usarla aunque corra el riesgo de ser políticamente incorrecto. Así pues, intentemos analizar los errores cometidos en nuestro supuesto. Primero. Estamos juzgando . Juzgar es en sí mismo una cosa fea. No porque todos juzguemos (naturalmente, yo me incluyo) cien veces al día, una cosa mal hecha, pasa a estar bien hecha. Cuando juzgamos nos ponemos en un plano superior, con una cierta autoridad que nadie nos ha dado. Al fin y al cabo un juez, se ha pasado

Esa deliciosa galletita

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  La sociedad de consumo nos ha enseñado (y todos lo hemos aprendido) que hay que disfrutar al máximo, y para ello, naturalmente, hay que consumir todo lo que nos dicen: unas galletitas deliciosas, un coche espectacular, una cerveza que nos cambiará la vida...  Es posible que el mensaje "disfrutar al máximo" sea correcto, lo que no es correcto, con seguridad, es como conseguirlo. Y es que cada cosa tiene un precio y no me refiero solo al dinero que cuesta (que también). Si eligimos comer una galleta de esas tan ricas que nos venden en la tele, con un chocolate cremoso que se ve como lo extienden, hemos elegido disfrutar durante catorce segundos (el tiempo que la saboreamos), pero antes hemos tenido que penar buscándola en el súper, penar pagándola en caja, penar transportándola, penar almacenándola, y después de comerla, penar digiriéndola. Parte de su contenido irá directamente a nuestra sangre (el azúcar) provocando un pico de glucemia (que si se produce a menudo nos hará d