Diario de un cavernícola
Al anochecer, cuando
el sol dejaba de abrasar la tierra, vi a un monstruo de ojos brillantes que se
deslizaba en vez de caminar. De sus entrañas salieron unos seres con extrañas
vestiduras. Tenían brazos y piernas como yo, pero de su mano salía una luz tan
potente como el sol. Me cegaron con la luz y ya no recuerdo más. Cuando
desperté pensé que ya estaba muerto, pero ellos me convencieron de que estaba
en otro mundo. En su mundo.
Todo en él era
magia. La cueva en la que me encontraba era blanca y confortable. No hacía ni
frío ni calor. Estaba acostado sobre una piedra blanda y arropado con la piel
de algún extraño animal, porque era fina, blanca, suave y grande.
Pronto aprendí a
querer a ese mundo mágico. ¿Cómo no hacerlo? Los manantiales estaban por todos
lados y solo tenía que tocar una piedra brillante y al momento aparecía toda el
agua que quisiera. Siempre que lo hacía recordaba a mis hijos, a mi mujer, a
mis padres, a mi tribu. Ellos no hubieran muerto si hubiéramos tenido una sola
de estas piedras brillantes.
En este mundo no hay
que ir a cazar. He visto morir a muchos hermanos mientras perseguíamos alguna
pieza para llevarla al poblado. La mayor parte de las veces sin éxito.
Pero en este mundo,
basta con ir a una cueva gigantesca donde hay toda la comida que necesites para
dar de comer a cien tribus. Allí tomas lo que más te gusta y luego al salir das
a cambio unas hojas de un extraño árbol (el ser que está a la salida debe ser
tonto porque cambia comida por hojas sin valor que no se comen)
Cuando alguien se
pone enfermo lo llevan a una cueva grande donde hay chamanes de vestiduras
blancas y las más de las veces les curan. He sabido que, gracias a esto, hay
seres que llevan viviendo ¡más de noventa inviernos! En mi tribu, los más
viejos no habían visto treinta inviernos. A esa edad todos ellos estaban ya sin
dientes y apenas podían comer la dura carne que traíamos o las raíces que
encontrábamos.
En este mundo de
magia, sus habitantes nunca se aburren. Tienen una extraña piedra ligera y alargada
que cuando la tocan, una ventana aparece y se pasan la vida mirando a través de
ella. A través de esa ventana pueden ver todos los mundos que quieran y así se
olvidan del suyo.
Nosotros, en cambio,
sólo teníamos las estrellas, el crepitar del fuego y las historias que nos
contaba el viejo chamán. Casi siempre esto era suficiente para desbordar
nuestra imaginación y hacernos viajar por espacios imposibles.
Pero no todo es
bueno en este mundo. Los seres viven en poblados inmensos, en cuevas enormes y
cuadradas, que a su vez están divididas en pequeñas celdas, como si fuera un
panal de grandes abejas.
La noche nunca llega
porque infinitas luciérnagas aparecen en el techo de los poblados y me dan pena
porque esto les impide ver las estrellas. Desde la entrada de mi gruta, bastaba
mirar al cielo en una noche estrellada de primavera para darse cuenta de que
formamos parte de algo más grande que nosotros mismos.
Además, los pies de
estos seres nunca tocan la tierra porque la han recubierto con una costra dura
y negra por encima, que el agua no puede atravesar.
Y a pesar de tener
comida y agua, veo seres tristes. En sus ojos no brilla la ilusión ni la esperanza.
Se limitan a ver con ellos el mundo de las apariencias y a muchos no les gusta lo
que ven.
He sabido que queman
los árboles, que maltratan la tierra y envenenan el mar y a pesar de todo, me
dicen que ellos son como yo, que somos de la misma especie, solo que ellos han
evolucionado, que han pasado al Siguiente Nivel.
Y yo les digo: “No es
cierto. La tecnología os ha llevado al Siguiente Nivel de comodidad, pero esa misma tecnología (que usáis para embotar los
sentidos y haceros creer más de lo que sois), y vuestro individualismo e
insolidaridad os están haciendo retroceder a niveles anteriores y haceros más
primitivos que nosotros, poniendo en peligro vuestra propia supervivencia”
“Yo no soy como
vosotros. No quiero serlo.”
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Monografías de Siguiente Nivel
Historias de Villarriba y Villabajo
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Estos son los objetivos y estos otros los sueños
de Siguiente Nivel. Si se parecen a alguno de los tuyos,
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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto.
Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre
en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que
cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.
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