Una historia de miedo
Ahora que se acerca Halloween ( al que alguna vez ya he dedicado un post ) voy a contar una historia de miedo. ¡Qué narices!, dos por el precio de una. La primera es que cada año estamos más inmersos en las compras jalogüinianas y habréis notado que todas las tiendas y grandes almacenes se llenan de motivos decorativos para estas fechas, predominando todo lo que da miedo, disfraces de todo tipo, utensilios varios, etc, etc. Una característica común de casi todos estos productos es que son muy baratos. Un disfraz, 12 euros, una careta, 1 eur, una araña gigante, 2, etc, Todo ello de muy mala calidad, y probablemente, muy contaminante. Es decir son productos que se compran, se usan una noche y se tiran. Magnífico, todos aquí preocupados por la cantidad de basura que se genera y adoptamos con cariño una costumbre importada, netamente consumista (y eso sin entrar en su componente ideológico). El año pasado, en la noche de Todos los Santos ya se extendió la costumbre entre los jó...