Educación pública o privada


Una vez abierto el melón de la titularidad de los servicios públicos, con los dos posts anteriores dedicados a la sanidad, vamos a atrevernos con algo tan controvertido como la educación.

De nuevo, a mi juicio, el debate educación privada, educación pública es completamente equivocado. El debate debería ser educación de calidad gratuita destinada a formar ciudadanos libres capaces de tener opiniones propias o educación gratuita destinada a formar ciudadanos-borrego. 

Seguramente planteado así, todo el mundo se inclinaría por la primera opción, pero como el debate nunca ha tenido ese planteamiento, unos se inclinarán por la educación pública y otros por la privada sin entrar en más análisis. 

De hecho, seguramente hay un cierto interés en que el debate sea precisamente ése: educación pública o privada, para desviar la atención del fondo de la cuestión, y así poder formar cuantos más ciudadanos-borrego sean posibles. Mucho me temo que ese sea el objetivo final, tanto de los mandamases partidarios de la educación pública como de los mandamases partidarios de la educación privada (es hasta posible que sean la misma gente).

¿Qué otra explicación sino puede darse a las continuas modificaciones de las leyes de educación, todas ellas conducentes a vaciar de contenidos los distintos planes de estudio? Además esas modificaciones se han producido tanto por el partido de un lado como el del otro. ¿Qué sentido tiene quitar la filosofía como materia obligatoria en el bachillerato? ¿Qué sentido puede tener que se esté hablando de quitar las matemáticas como materia obligatoria?

Tanto las humanidades como las ciencias contribuyen a formar ciudadanos libres con opiniones propias. Ayudan a entender el mundo, la naturaleza y la gente que lo puebla. Ayuda a entender la inmensidad del universo, nuestra extrema insignificancia y las distintas formas de enfrentarse a la vida, incluyendo sus adversidades. 

Pero los planes de estudio se van vaciando de enjundia y se van llenando de simplezas con el objetivo, imagino yo, de construir una sociedad formada por hombres-niño (mujeres-niña) incapaces de tomar las riendas de su propia vida, asumir sus responsabilidades y así transformarse en seres dependientes de un papá-estado que nos mantiene mejor o peor según sea su voluntad.

Pero sigamos así, haciéndole el juego a los alemanes, por ejemplo. No creo que sea una conspiración diseñada por ellos, pero desde luego, vaciar de contenido los planes de estudio es algo que les viene de perlas, para que España sea el bar de Europa, consumidores de sus productos y que jamás podamos hacerles sombra en nada serio (ciencia, tecnología, I+D, etc). Lo serio para ellos, lo de broma para nosotros. Además está más en consonancia con nuestra cultura más emocional y nuestro clima más caluroso. 

No es que el turismo no sea serio, no se me malinterprete, de él viven millones de familias en España. El problema es que nos hace bastante dependientes de los visitantes de otros países. En cambio, la industria, la tecnología, la I+D... el conocimiento, en definitiva, nos haría bastante más independientes e incluso que otros dependieran de nosotros. 

Así que, sigamos sustituyendo la filosofía y las matemáticas por Barra de Bar I (para primero de Bachillerato) y Barra de Bar II (para segundo de Bachillerato). O introduzcamos Colocación de Bandejas y Lavado de Bayetas como asignaturas obligatorias. También podemos dejar de estudiar Historia y fabricarnos cuentos y enseñarlos en los colegios e institutos (ah, no perdón, que eso ya se hace). 

Todo esto le vendrá de miedo a quienes no nos quieren bien y a los que quieren seguir en el poder a toda costa (que seguramente también son la misma gente).

Pero nosotros, mientras sigamos, sigamos hablando de educación pública o privada, así estamos entretenidos. Como si ese fuera el dilema, o como si esa fuera la solución. 

La solución no depende de quien sea el que pague al maestro (figura ya completamente devaluada) si no de lo que enseña el maestro. 
Debido a la naturaleza humana, dependiendo de quien pague al maestro, se forzará una determinada orientación a sus enseñanzas, beneficiosa para el pagador. 
¿Tenemos garantías de que si el pagador son las administraciones públicas, las enseñanzas serán asépticas? ¿Las tenemos en caso de que el pagador del maestro sea una entidad privada? La respuesta es NOOOO en ambos casos.
Entonces dejemos de discutir quien tiene que pagar al maestro para tener el control de la educación y forcemos unos contenidos para los planes de estudio que enriquezcan a los alumnos, les hagan personas útiles a la sociedad que contribuyan al progreso de la misma, les hagan amar la cultura y los libros y no odiarlos. 

Unos planes de estudio que no aleccionen, que no hagan adeptos, que no inculquen ideas porque las enseñen todas (eso era antes la filosofía que quitaron). Nos jugamos en ello nuestro futuro, el pago de nuestras pensiones. 
Nos jugamos mucho, lo bastante para que gente seria, al margen de los partidos políticos y con el acuerdo de todos ellos, diseñara un itinerario educativo digno para nuestros niños y que no se moviera cada dos años de acuerdo a las veleidades del partido del gobierno.

Es complicado, lo sé, sobre todo porque esos niños, educados con criterio, se pueden transformar en seres pensantes y cuestionar a quienes de verdad les dirigen (que no solo son esa multitud de gobernantes que tenemos).

Y ahora, como siempre, sigamos discutiendo sobre educación pública o privada.

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