Igualdad frente a igualitarismo II


Arturo hizo una pausa se inclinó ligeramente sobre su sillón acercándose a Vicente y continuó:

  • Te voy a responder con otra pregunta. ¿Nunca te has planteado porqué a nosotros nos va bien y nuestra riqueza va en aumento y la vuestra ha ido cayendo con el paso de los años?

  • Honestamente, no. A mí me ha ido muy bien. De hecho tengo más fincas, coches y posiblemente más dinero que tú -dijo Vicente.

  • Con seguridad. Ese es uno de los problemas. Yo diría que solo a tí y a los tuyos les ha ido bien en tu pueblo. 

  • Sí, ¿y qué?

  • Nada. Solo digo que ese ha sido uno de los problemas, pero hay otro mucho más grave y que realmente es la causa de la pobreza de tu pueblo.

  • ¿Cual?

  • El concepto que tenéis de igualdad

  • ¿Qué tonterías dices? Todos somos iguales -dijo Vicente con una convicción firme

  • Perdona, todos sois iguales pero tú eres rico en un pueblo de pobres. Tu familia come toda clase de exquisiteces en una casa grande, mientras tus vecinos apenas tienen para comer. No veo mucha igualdad en eso.

  • Para empezar, yo soy el alcalde y me lo merezco. Además, nadie me puede decir que no haya hecho cosas por mis vecinos. Subí los impuestos a los ricos y con el dinero que recaudé dí una paguita a los más pobres para que pudieran vivir dignamente.

  • Dejémoslo, esta discusión no nos lleva a ningún lado. Es tanto lo que nos separa...

  • ¿Qué quieres decir? -preguntó Vicente

  • Que no estamos de acuerdo en nada, porque lo que tu llamas ricos, son para mí la gente normal que puso un negocio o que se mató a trabajar y consiguió ahorrar un dinero. Y lo que tú llamas pobres, son para mí, la gente a la que tú intentas comprar votos con esa paguita. 

  • No es verdad. Es gente que ha nacido rica y lo ha sido toda la vida

  • Perdona..., que nos conocemos. En tu pueblo solo había dos de esos. El Eufrasio y el Genaro y a ellos no conseguiste sacarles una perra. A quienes freiste a impuestos fue a los de las tiendas, a los agricultores y a los ganaderos, gente de familias normales que con su trabajo consiguieron tener algún ahorro en el banco.

  • Quité dinero a los que tenían más y se lo dí a los que tenían menos. Eso es todo. Eso es igualdad. ¿Qué rollo dices de que nuestro concepto de igualdad no es bueno?

  • Perdona, quitaste dinero a los que tenían más, sin distinguir entre los que lo consiguieron con su esfuerzo honrado y su ahorro, y los que lo consiguieron engañando a los demás y se lo diste a los que tenían menos sin distinguir entre los que lo dilapidan o no se esfuerzan y los que por incapacidad o enfermedad no pueden conseguirlo. Así que más de una vez les habrás quitado dinero a una familia ahorradora y trabajadora y se lo habrás dado a uno que no pega palo al agua y que pule cada euro que recibe 

Arturo hizo una breve pausa como para reformular sus argumentos y continuó

  • En definitiva, desmotivaste a los que se esforzaban y dejaron de hacerlo solo para no ser sangrados y recibir tu paguita. Con el tiempo, la mayor parte de tus vecinos recibían tu paguita, se acostumbraron a ella y tenían miedo de perderla. Por eso te votaban a tí, elecciones tras elecciones. 

  • Ya estás como siempre. Por eso nunca me gustó discutir contigo de política, eres un facha y siempre lo has sido. Naturalmente, para tí los pobres lo son porque no se esfuerzan, ¿verdad?

  • Vicente, soy tu hermano, sé sincero. A tí te importan una mierda los pobres, solo te preocupa lo tuyo. Si has venido a verme es porque es eso lo que temes perder. Y… antes de que digas nada, mi análisis de la pobreza es bastante más complejo del que tú haces. Ese análisis simplista es el que utilizas para ganar las elecciones, no lo emplees conmigo. Estoy hablando de cigarras y de hormigas. ¿Es la fábula de la cigarra y la hormiga un cuento facha?

Vicente pareció un poco descolocado y Arturo aprovechó para continuar.

  • Pues vosotros habéis escrito el final de la fábula quitándoles a las hormigas parte de lo que acumularon en el verano y se lo disteis a las cigarras. El siguiente verano, las hormigas no vieron ninguna razón para acumular porque es mucho más divertido ser cigarra y el siguiente invierno, este invierno, no tenéis ni para unos ni para otros. 

Mira Vicente,  aquí en Villarriba, analizamos las necesidades sociales de nuestros ciudadanos y si hay que dar una paguita a alguien porque la necesita, se la damos y si no, le damos trabajo. La diferencia entre dar paguitas y dar trabajo es que con el trabajo hacemos personas independientes. Tú prefieres dar paguitas para asegurarte los votos. Nosotros, en cambio, preferimos dar trabajo porque a la larga motiva más que no hacer nada y promueve el progreso y el desarrollo de Villariba, y si no, ahí tienes los resultados.

Continúa

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