Otra conspiración


 Hay adeptos a la teoría de la conspiración que ven en cada cosa que pasa una auténtica conspiración, habiendo tantas como forofos a estas teorías. Yo en cambio creo que hay solo una y que todas las demás se supeditan a esta. 

¿Qué conspiración es esta de la que hablo?¿Cuál es su objetivo? La conspiración de la que hablo es la de anularnos como personas o, planteado de otra manera, volvernos gilipollas

Su objetivo es manipularnos de tal manera que seamos incapaces de organizarnos como personas tanto individual como colectivamente para alcanzar unos objetivos satisfactorios y que las cosas sigan como están. Es decir, los ricos, las élites con más riqueza y poder y el resto cada vez más sometidos a sus designios, caprichos y veleidades. 


Hubo un tiempo en que la conspiración no era necesaria. Los ricos, los nobles decían a los plebeyos lo que tenían que hacer sin tapujos y no tenías más remedio que hacerlo porque como tenían de su lado la fuerza, si te negabas te hacían comerte tus propios higadillos. Ahora, que somos más civilizados, aunque la fuerza siga estando de su lado, lo disimulan mejor y recurren a esa macroconspiración de anularnos como personas y, gracias a las múltiples subconspiraciones, consiguen que nos estemos quietecitos sin rechistar, sin hacer nada para cambiar el rumbo injusto de la sociedad, nos acostumbremos a él e incluso lo veamos como inevitable e inmutable. 


Así que, para tenernos quietecitos entretenidos con nuestras cosas, la sociedad occidental ha inventado un sinfín de microconspiraciones: ¿Que eres un sibarita con un poder adquisitivo decente? pues ahí tienes los viajes, el buen vino y la gastronomía, ¿que eres un poco presumido?, ahí tienes la moda, los móviles de alta gama y si tienes pasta, los buenos coches. ¿Que tienes poca pasta?, entonces ahí tienes las casas de apuestas, para que te hagan soñar en que puedes tener más, mientras ellas te quitan la poca que tienes.


Hay una pequeña conspiración para cada tipo de personalidad o, lo que es peor, una combinación de pequeñas conspiraciones para cada uno de nosotros, para que al final el tiempo se nos vaya, la vida se nos vaya y cuando queramos darnos cuenta, ya seamos carne de residencia.


Lo bueno que tiene esta situación para los poderes establecidos es que nadie protesta por lo injusto y si lo hace, se queda en poco más que en una rabieta en las redes sociales (una conspiración más para entretenernos y desahogarnos). Nadie se organiza, ni lucha por hacerse individualmente más humano, ni, colectivamente, para construir una sociedad más justa.  


Dentro de estas miles de pequeñas conspiraciones al servicio de la gran conspiración del mantenimiento del statu quo, me llama la atención la de la búsqueda de la indignación. Si leéis los titulares de cualquier periódico u oís las cabeceras de cualquier telediario, se observa con claridad que cada uno de esos titulares está destinado a fomentar o bien el miedo, o bien la indignación. El miedo es otra gran conspiración de la sociedad occidental, mejor dicho de los poderes de la sociedad occidental que contribuye a nuestra paralización, es decir a la paralización de la plebe. Pero el miedo lo dejaremos para otro momento, centrándonos en la indignación.


Yo he visto a personas muy inteligentes indignarse con los temas más variopintos. Creo que nadie estamos a salvo de la indignación. Indignarse es humano, e incluso justo ante muchas circunstancias. La indignación es, en principio, una emoción que mueve a la acción (o debería mover). Cuando alguien se indigna es porque percibe una situación injusta y desea que esa situación cambie y si pudiera, haría algo para cambiarlo.

Si vemos los titulares de los medios, salvo los que están dedicados a generar miedo, el resto están dedicados a generar indignación. Fíjense lo malos que son estos (o aquellos), lo mal que se organizan, cómo despilfarran el dinero público, etc, etc. 

Lo malo de esta clase de indignación, es que es una indignación en vacío, cuyo objeto son unos entes, los personajes públicos, completamente fuera de nuestro alcance. Por tanto, esa indignación solo sirve para aumentar nuestra tensión arterial hasta que por fin pensamos en otra cosa o nos da el infarto. También sirve para discutir con otros. Cuando discutimos indignados, se extreman las posturas y al extremarse las posturas, se baja la tolerancia. La consecuencia es sencilla: nos ponemos a pelear entre nosotros. Así queda el Pobre A peleándose con el Pobre B sobre el tema X mientras el Rico A, B y C sigue tan panchamente disfrutando de privilegios injustos que nadie percibe que están ahí.


La X del tema es algo que los medios, al servicio del Rico A, B y C van cambiando periódicamente para que los Pobres A, B, C…. no se den cuenta y siempre estén peleando por algo.


Fijémonos ahora en las declaraciones de muchos de nuestros políticos: Muchas de ellas están dedicadas exclusivamente a generar indignación en determinados sectores de la población (Pobres A, B, C….). Analizando detenidamente sus declaraciones, que gran parte de las veces atentan contra el más básico sentido común, se pueden sacar dos conclusiones:

  1. El político en cuestión no da más de sí y le parece lógico y razonable las más absurdas de las tonteces

  2. El político en cuestión es más listo que el hambre y se da cuenta perfectamente de lo absurdo e ilógico de su planteamiento pero lo hace conscientemente para conseguir la indignación de un determinado sector y la simpatía de otro.

¿Cómo distinguir un político a) de un politico b)? Francamente, se puede hacer un ejercicio intelectual e intentar distinguirlos, pero en el fondo nos da igual, puesto que el fin último de muchos políticos e incluso de algunos partidos políticos es el de generar indignación. Así pues, puedes generar indignación haciendo que un político tonto diga tonterías (la ventaja es que las dice con convicción) o poniendo un político listo que mienta conscientemente y diga lo contrario de lo que piensa. Supongo que los partidos ponen políticos tipo a) o b) dependiendo de su carisma, disponibilidad y/o utilidad.

Pero como digo, el fin último es generar indignación en el bando contrario y una corriente de simpatía en el propio. 

Ahora, tiene que tener guasa cuando un político tipo b), es decir de los listos, dice una tontá a sabiendas que lo es y sus partidarios le dan la razón hasta la muerte. Se tiene que reír de ellos en la intimidad, lo que no está en los escritos.


Mientras nosotros, pobres plebeyos, discutimos unos con otros sobre los malos que son los otros y los majos que son los nuestros, ellos, las clases nobles, permanecen indiferentes con sus privilegios. 

Como muestra baste un botón: por decir algo, muchos consejeros de las empresas del Ibex lo son de varias a la vez. Algunos son consejeros hasta de cuatro empresas a la vez. Obviando (que es mucho obviar) los problemas de competencia que puede tener eso, puesto que un personaje puede ser consejero de dos empresas que de alguna forma compitan entre sí (lo cual no es complicado dado el complejo entramado de muchas de ellas), los pobres plebeyos nos preguntamos como es posible que alguien pueda tener cuatro trabajos de la importancia que se supone ser consejero (al menos a juzgar por su sueldo), cuando nosotros apenas podemos con uno. Supongo que ahí es donde se nota su sangre azul (para que luego digan que la sociedad feudal, con sus nobles y sus plebeyos se superó hace mucho tiempo). 


El trabajo de consejero de una empresa grande es el sueño de cualquiera: pocas horas de dedicación, no es necesaria experiencia ni conocimientos, no tienen responsabilidad y lo más importante de todo, un sueldo espectacular, al que hay que incluir dietas por asistencia a juntas y otras zarandajas. 


Es posible que alguien detecte en mis sarcásticas palabras algo de envidia. No, no es verdad. Es muchísima envidia. También dirá alguien que no es cierto que los consejeros no tengan que tener conocimientos ni tengan que asumir responsabilidades. No sé, tengo mis dudas. Estas conclusiones las he sacado del caso Bankia en el que supimos que sindicalistas, políticos e incluso secretarias eran consejeros de nada menos que un banco y que muchos de ellos reconocieron durante el juicio que no tenían ni idea de finanzas. Vamos que solo tenían que firmar cuando les ponían un papel delante. También ha apoyado esa conclusión mía (errónea o no) sobre los consejos de administración, el hecho de que un ex-jugador de balonmano cualquiera, yerno de un rey emérito al azar, pueda ser miembro del consejo de administración de una compañía telefónica multinacional, habida cuenta de la enorme relación existente entre el balonmano y las telecomunicaciones. Si buscamos en las hemerotecas veremos muchos más ejemplos similares.


Se habla mucho del techo de cristal que tienen las mujeres en el mundo empresarial, pero poco se habla del techo de cristal que tienen las clases bajas para acceder a puestos de responsabilidad en las grandes empresas. La ideología de género muestra con hechos fehacientes a través de las estadísticas, que las mujeres ocupan menos puestos de responsabilidad que los hombres, sin embargo no hay ninguna estadística que muestre la extracción social de los altos directivos de cada empresa. Y mucho menos, ninguna ley que obligue a las empresas a reservar un cierto porcentaje entre los directivos, a aquellos miembros de las clases más bajas que tengan la capacidad adecuada. Quizás deberíamos ir pensando en desarrollar con el mismo éxito que con el género, una ideología de clase.


En definitiva, sigamos viendo los telediarios, leyendo y reenviando vídeos y memes, al tiempo que nos indignamos por las tonterías que dicen los que consideramos oponentes políticos y nos enorgullecemos por las palabras llenas de sensatez que dicen los nuestros. Sigamos haciendo todo esto, mientras la sociedad se va haciendo día a día más inhumana, injusta, inculta y zafia. Sigamos haciendo el juego a las élites ayudándoles a hacerse más ricos y poderosos mientras nuestro poder personal se va reduciendo, disminuyendo hasta la indefensión, la depresión y la impotencia. 


¿Queremos hacer algo por la sociedad? ¿Queremos hacer algo por nosotros mismos? ¿Queremos incrementar nuestro poder? Dejemos de indignarnos por las palabras de unos y otros e indignémonos por las situaciones que podemos cambiar, leamos, formémonos, dejemos de escuchar a ese conjunto de perroflautas mentales que nos hablan por televisión, por los medios y por las redes sociales. Todo ello para crear nuestra propia opinión.


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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto. 

Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre 

en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que 

cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.



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