El gran desastre I


 Desafortunadamente unas fuertes lluvias asolaron la comarca sobre la que se asienta Villarriba y Villabajo provocando grandes riadas que destrozaron la mayor parte de las infraestructuras y se llevaron muchas de las casas y los negocios de la región. 


Vicente, el alcalde de Villabajo pidió una reunión de urgencia con su hermano Arturo, el alcalde de la próspera ciudad de Villarriba que también había sido dañada con intensidad por las lluvias, pero que debido a sus reservas económicas podía hacer frente con más recursos a la adversidad. Una vez juntos en el despacho de Arturo, comenzó la conversación.

  • ¿Cómo está la situación? -preguntó Arturo

  • Mal -dijo Vicente- Aparte de los daños personales, los daños materiales son cuantiosos.

  • Me imagino. Aquí también hemos tenido muchas víctimas. Podemos enviaros apoyo logístico si lo necesitáis

  • Muchas gracias, Arturo, no será necesario. Tenemos la situación controlada y ya hemos realizado todos los rescates y aunque nuestros hospitales siguen saturados, hemos superado este primer impacto.

  • Me alegra oírlo

  • Gracias. Ahora son las secuelas las que me preocupan.

  • Entiendo. Te refieres a hacer frente a la recuperación de los daños, supongo, ¿no?

  • Eso es. Vamos a necesitar mucho dinero más para reconstruir las infraestructuras y volver a poner en marcha la economía.

  • Sí -dijo Arturo- nosotros ya hemos asignado importantes cantidades de dinero en nuestros presupuestos para la recuperación.

  • De eso quería hablarte, Arturo. Vamos a necesitar que nos prestéis mucho más dinero adicional al que ya nos prestáis.

  • No sé si eso será posible. Sabes que también nosotros hemos sido fuertemente damnificados.

  • Pero vosotros sois ricos, podéis hacer un pequeño esfuerzo para ayudarnos.

  • No te confundas, Vicente. Nosotros somos estrictos gestionando el dinero público, eso nos da una cierta capacidad de maniobra ante imprevistos como el que nos ha ocurrido.

  • Es lo mismo, seguramente os sobra dinero para ayudarnos.

  • No, Vicente, no es lo mismo. Ya hemos hablado de eso. Hay grandes diferencias entre vosotros y nosotros y una de ellas es que vosotros pensáis que el dinero público no es de nadie y nosotros pensamos que el dinero público es de todos. Si vosotros veis a un gamberro destrozando una papelera en la calle, ni os inmutáis, si lo vemos nosotros, todos los que están alrededor llaman la atención al energúmeno porque sienten que están rompiendo una cosa suya.

  • Y ¿qué más da eso ahora?

  • Sí que da, porque en cuanto os prestemos nuestro dinero, se convertirá en dinero público vuestro y lo distribuiréis como si no fuera de nadie, utilizando como siempre el criterio del amiguismo y el enchufismo en vez de la estricta necesidad del que lo recibe.

  • Seremos más estrictos -repuso Vicente

  • Eso me suena igual que cuando un borracho dice que no volverá a beber más. Lo que quiero decirte es que ya nos debéis más de lo que sois capaz de producir durante un año. Ya tenemos dudas de que podáis devolvernos eso. Con seguridad no nos devolveréis lo que os prestemos ahora. Dime una sola razón por la que deberíamos hacerlo.

  • ¿Por humanidad? -preguntó Vicente

  • Es una buena razón. Pero no olvides que nosotros también somos humanos y que hemos gastado nuestras reservas para recuperarnos de la riada, así que para prestaros más dinero tendríamos que endeudarnos. Esta vez no me dejarán hacerlo sin garantías de recuperar el dinero. Está en juego que seamos capaces de volver a hacer frente a futuras desgracias como la que acaba de ocurrir.

  • Os lo devolveremos -afirmó con rotundidad Vicente

  • ¿Cómo? No me bastará con un papel firmado por todos tus concejales en el que diga que seréis buenos, repartiréis el dinero siguiendo unos criterios adecuados y que nos devolveréis hasta el último céntimo.

  • No, naturalmente. Os enviaremos nuestro compromiso de subir impuestos. Eso os dará la garantía de que podremos devolveros el dinero.

  • ¿Crees que eso nos tranquilizaría? -preguntó Arturo

  • Por supuesto, tendremos mucho más dinero para devolveros la deuda. Además solo subiremos los impuestos a los ricos y a las empresas, no a los demás. Forzaremos a los ricos a que se solidaricen con los que menos tienen. Me enfrentaré a esos cerdos insolidarios que seguramente ocultarán su dinero de todas las formas imaginables. Les haremos comprender que en tiempos difíciles hay que arrimar el hombro e iremos por ellos a degüello. ¿Te parece poco? 

  • Mira Vicente, eso puede sonar genial para tus votantes, pero no para mí. Ya hemos hablado de eso. Sabes que ricos, ricos, tenéis al Eufrasio y al Genaro y si te atreves a subirles los impuestos pagarán aún menos de lo que ahora pagan. Tienen los mejores asesores fiscales y una gran libertad de movimientos. Si quieres que paguen más impuestos, tendrás que convencerles más que obligarles. Y lo mismo pasa con las grandes empresas, si les tocáis mucho los impuestos, mirarán donde les resulta más rentable ubicarse y se largarán, por ejemplo a Villaparaisofiscal. Al final, si queréis recaudar más, no os quedará más remedio que subir los impuestos a los de siempre, a los que tienen una nómina y sus ahorros en el banco y que no se pueden escapar a ningún sitio.



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