Subcontratando IV
Arturo sopesó la respuesta:
Lo que está bien hecho es lo que genera progreso y bienestar en la sociedad. Lo que está mal hecho es lo que genera pobreza y retroceso en derechos y libertades. Y cuando hablo de libertad hablo de libertad real. Puedes tener la libertad de salir en una manifestación, pero de poco te sirve si apenas tienes para darle de comer a tus hijos.
Por eso queremos subir los impuestos a los ricos y repartir subvenciones para que todo el mundo tenga para comer.
De eso ya hemos hablado… y no llegamos a ninguna conclusión. Yo pienso que esa solución distribuye y ensancha la pobreza y tú sigues pensando que es lo mejor. Piensa simplemente en Luisgon ¿qué crees que le daría más felicidad? ¿recibir una mierda de subvención para malvivir el resto de su vida sin hacer nada o tener un trabajo digno como el que ahora tiene de jardinero? Es obvio que él tomó su decisión porque podía haber pedido la subvención para mayores de 55 años y no lo hizo. Pero, déjame seguir, que me enciendes el pelo. ¿Qué hizo con Luisgon tu propio Ayuntamiento, una administración pública?
Te vuelvo a repetir que desconocía el hecho. Yo lo hubiera evitado -insistió Vicente
Y yo te vuelvo a decir que tendríais que tener organizadas las cosas para que eso no sucediera. La legislación laboral, ¿no deberíais repasarla?. Primero los trabajadores eventuales tienen muchos menos derechos que los fijos, por eso vuestros empresarios prefieren eventuales. Cuando os dísteis cuenta, obligásteis a hacerlos fijos pasados dos años de contratos temporales. ¿Que hicieron los empresarios?, ¿hacerlos fijos a los dos años?, no. Despedirles y contratar a otro para comenzar el ciclo. Y en vez de repasar la legislación y mejorarla, la perpetuais y el propio ayuntamiento la usa a su favor. Despedísteis a Luisgon después de dos años de contratos temporales. Mal, pero al menos le contratásteis algunos años más como autónomo. Pero luego llegó el listo o la lista de turno y decidió meter a la academia de un amigo suyo. El Ayuntamiento se iba a gastar el mismo dinero, con la diferencia de que la mitad se iba a quedar en el dueño de la academia y solo la otra mitad llegaría a los nuevos profesores.
Arturo seguía sin dar tregua a Vicente
Y eso es un mal endémico de Villabajo que deberíais haceros mirar. Vuestros trabajadores tienen sueldos miserables porque la mayor parte de la pasta que sale de las empresas privadas y las administraciones en contratos públicos, se queda en los intermediarios. Individuos que no aportan nada, que hacen poco y que tienen unos sueldos espectaculares mientras que los que resuelven los problemas, los trabajadores de verdad, reciben sueldos míseros y condiciones laborales pésimas con las consecuencias que todos conocemos: aumento de la desigualdad social y falta de compromiso del trabajador con su empresa. ¿Qué compromiso puede tener un trabajador con una empresa que no le valora, le paga una miseria y le trata como si fuera un elemento más del inventario? Esa falta de compromiso, al final, la acaba pagando el cliente o usuario de la administración. Son los ancianos que tienen que hacer cola en el banco para hacer una gestión o el parado que tiene que revolver Roma con Santiago para poder cobrar el paro y que con suerte lo consigue después de meses de pelear con tu ayuntamiento, pidiendo citas que no se pueden pedir, llamando a teléfonos que nadie atiende, o, si lo consigue, hablando con alguien que no sabe o no puede ayudarle.
¿Vas a dejarme que me defienda? -preguntó con cierta culpabilidad Vicente
Discúlpame Vicente, pero es que la historia de Luisgon me ha indignado y creo que no tenéis defensa. Si tuviérais otra forma de ser, Luisgon se habría quedado en la empresa inicial. Ahora sería un alto directivo y esa empresa sería grande y fuerte, no solo por Luisgon sino por la gente como él. Ahora tendríais una empresa capaz de competir con fuerza con las nuestras de Villarriba, y no se habría convertido en una empresa mediocre como es. De hecho ya habría sido absorbida por alguna nuestra para quedarnos con sus clientes si no la protegierais desde el Ayuntamiento.
Arturo hizo una pausa para tomar aire y continuó
Si tuviérais otra forma de ser, Luisgon se habría quedado en tu ayuntamiento dando clase, los abueletes serían felices yendo a sus clases y él sería feliz haciendo lo que más le gusta y recibiendo un salario digno. Pero cambiasteis todo eso por clases vacías y profesores mal pagados.
Menos mal -dijo Vicente- que ya te conozco y sé que el precio que tengo que pagar por haber recuperado nuestra relación son tus monsergas.
¡Ja!, pues aún no he terminado. Hay dos lecciones más que deberías sacar de la historia de Luisgon. Él podría estar aportando a Villabajo mucho más de lo que aporta puesto que tiene grandes conocimientos y sólo le habéis dado la posibilidad de trabajar como jardinero. Podría, con su habilidad, estar generando riqueza, no sólo pagando muchos más impuestos, sino también generando ideas y nuevos negocios. Pero solo le habéis dado un trabajo de jardinero o si no, le tendríais cobrando un subsidio o prejubilado. Eso se llama desaprovechar a las personas.
Te daré un poco de cuartelillo, simulando que muestro interés -dijo Vicente- ¿y la otra lección?
Cuando los empresarios de Villarriba ven gente vuestra bien formada y válida, les ofrecen buenos trabajos, como yo pienso hacer con Luisgon y la gente válida os deja aquí plantados con vuestro enchufismo y vuestra creciente pobreza y así, que con vuestro pan os lo comáis.
Bien, es mi turno ahora me defenderé. Te dejo hablar porque eres mi hermano mayor y respeto tu autoridad como tal -dijo Vicente con cierta sorna-
No, Vicente, no. No tenéis defensa.
Y lo malo es que no queréis verlo y con vuestra actitud estáis impidiendo la prosperidad de vuestro pueblo y yendo hacia una pobreza universal. Y por si fuera poco, todo eso a pesar de la ingente cantidad de dinero que os estamos prestando desde Villarriba. Cuando dejemos de hacerlo y os pidamos que nos devolváis el préstamo… ¿qué pensáis hacer?
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Nota del autor: Desgraciadamente, la historia de Luisgon no es ficticia, es real como la vida misma. He cambiado algunos detalles para adaptarlo a un estilo novelado, pero es básicamente la historia laboral de una persona que conozco. La gran empresa de la que fue despedido por negarse a aceptar las arbitrariedades de sus jefes, es una conocida multinacional española y el Ayuntamiento que no le dejó seguir enseñando, es un Ayuntamiento de la Comunidad de Madrid. Naturalmente, Luisgon no se llama Luisgon. Omito los nombres exactos de las entidades implicadas pues el objetivo de Siguiente Nivel es analizar situaciones y sacar conclusiones, no la de buscar culpables, por ser esta una actividad que genera indignación inútilmente. Arturo saca unas conclusiones de la historia de Luisgon. Os invito a que vosotros saquéis las vuestras.
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