Ya llegó el fin del mundo -5-



 Marisa y Luis se habían acostumbrado a escuchar al Capitán ClimaMuerto todas las noches en su canal “Ya llegó el fin del mundo”

Eran las once y con puntualidad atómica, la cara del Capitán apareció en la pantalla del ordenador a la vez que decía:

  • Buenas noches, mis insensatos seguidores. Y no digo lo de insensatos por ser seguidores de este canal sino a pesar de serlo. 


Marisa dijo en voz alta

  • No soporto a este tío. Siempre nos está insultando.

  • Ignóralo. Es su faceta provocadora -contestó Luis


Marisa reconocía que aunque los menospreciara continuamente, siempre había algo de razón en sus palabras, algo que le atraía. En realidad, no eran solo sus palabras. Su forma de hablar, de gesticular, de mirar. El movimiento de sus manos parecía sincronizado de tal manera con sus palabras, que parecían ampliarlas hasta darlas un poder casi mágico. 


Reconocía en él un magnetismo que no podía describir. Su cara, tapada con un tosco antifaz de cartón pintado de negro, dejaba ver unos ojos brillantes, llenos de vida.

Llevaba siempre una camiseta blanca en la que él mismo había dibujado con un rotulador las letras CCM, las iniciales del Capitán ClimaMuerto, en una parodia de los héroes del cómic del siglo pasado y de las películas de este. 

A pesar de ello, unos discretos músculos se podían reconocer bajo la camiseta y en los brazos que quedaban al descubierto. 

Así pues, Marisa, que solo había visto en él un tipo anodino en el primer vídeo, ahora percibía una atracción que no se atrevía a describir como irresistible, pero sí ciertamente más poderosa de lo que le gustaría.


El Capitán ClimaMuerto prosiguió:

  • Al menos, viendo este canal, demostráis que queréis ser algo menos insensatos. Seguramente con poco éxito. Pero siempre seréis más sensatos que los que no lo ven. 

Seguramente, habéis encontrado alguna razón en mis palabras y queréis recuperar la forma de vida de los ochenta, al menos la parte positiva de aquella vida, y haceros ochentarianos. 

Pero no os engañéis, no mitifiquemos la forma de vida de los ochenta porque no es que ellos fueran más sensatos que vosotros. Es simplemente que no disponían de tantas distracciones ni tantas posibilidades a su alcance como las que ahora tenéis vosotros. 

Y no las tenían porque su tecnología era inferior a la vuestra y, por tanto, la tecnología a disposición de las élites para controlaros era infinitamente inferior.

Por eso, había algunas cosas buenas en sus vidas que vosotros tendríais que luchar para recuperar. 

Al tener menos tonterías con las que perder el tiempo, se aburrían y algunos hasta pensaban y les daba por leer haciéndose un poco más cultos y sabios. 


El problema de entonces es que la cultura era más cara que ahora y solo los que tenían un poder adquisitivo un poco más alto tenía acceso a ella.

Pero se valoraba. La cultura se valoraba. Quizás porque costaba dinero, quizás porque no estaba reservada para la gran masa.

Ahora que la cultura es prácticamente gratis, vosotros renunciáis voluntariamente a ella. Supongo que ha sido una gran maniobra de las élites para transformaros en una inmensa mole de gente manipulable y puesta directamente a su servicio sin condiciones.


Alguna otra cosa buena de los ochenta eran las formas de gobierno de los distintos países. Había dictaduras y democracias. Las democracias aún recordaban las sangrientas guerras del siglo XX y, con el miedo en el cuerpo, les quedaba algún atisbo de búsqueda del bien común y del progreso de la humanidad. 

En fin, sin exagerar que también tenían lo suyo. 


Las dictaduras, igualmente, seguían con su lucha para que unos cuantos conservaran el poder a cambio de la opresión y el sometimiento de la mayoría. Pero eran unas dictaduras francas, sin dobleces. En ellas sabías lo que podías hacer y lo que no. Sabías quienes eran los policías y cuales eran los castigos si no cumplías los caprichos del dictador y sus secuaces.


Ahora, en cambio, vivís en una dictadura y no lo sabéis. Sois esclavos y os creéis libres. 

¿Queréis que os lo demuestre?


(Continúa)

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