Juzgando a la Historia (I)
Supongamos que es público y notorio en mi pueblo, que mi tatatatatatatatatatatatarabuelo pegó una paliza de agárrate y no te menees a tu tatatatatatatatatatatatatarabuelo, y que, llevados por la moda actual, tú te sientes dolido por aquel hecho y yo, culpable. Por ese motivo voy a tu casa y te pido perdón.
Intentemos analizar los pecados cometidos en este acto. Perdón, pecado es una palabra proscrita, así que la sustituiré por errores, aún cuando pueda seguir sonando un poco fuerte a los delicados oídos de la sociedad actual. Permítase usarla aunque corra el riesgo de ser políticamente incorrecto. Así pues, intentemos analizar los errores cometidos en nuestro supuesto.
Primero. Estamos juzgando. Juzgar es en sí mismo una cosa fea. No porque todos juzguemos (naturalmente, yo me incluyo) cien veces al día, una cosa mal hecha, pasa a estar bien hecha. Cuando juzgamos nos ponemos en un plano superior, con una cierta autoridad que nadie nos ha dado. Al fin y al cabo un juez, se ha pasado un puñao de años estudiando leyes y tratando con cientos, sino miles, de personas. Así que, conociendo la naturaleza humana para que no le engañen y tomando como referencia las leyes que conoce bien, dicta sentencia.
Pero, nosotros ¿tenemos los conocimientos de un juez? ¿cuál es la referencia que tomamos para juzgar si algo está bien o está mal, si hoy en día las normas morales se mueven hacia la izquierda o la derecha dependiendo de qué o a quién juzguemos?
Segundo. No conocemos los hechos. Ignoramos si mi tatatata.. dejémoslo en antepasado, pegó una paliza al tuyo porque era mala persona y le dio el punto, o por el contrario, tu antepasado estaba todos los días tocando las narices (por decir algo) a uno de los hijos del mío. O si mi antepasado era pobre (bastante normal en tiempos pretéritos) y la poca cebada que tenía sembrada en su pequeña tierra, era pisoteada todos los días por las vacas del tuyo.
Tercero. Yo no tengo ninguna responsabilidad sobre los actos de mi ta… antepasado, por lo que difícilmente puedo pedir perdón de nada referido a él. Tendría el mismo valor que si te regalo la fortuna de Bill Gates. Intenta ir a por ella y cuando la reclames ante el juez, le enseñas el papel diciendo que yo te la he dado, a ver qué pasa.
Pero es que además estoy pidiendo perdón a alguien que no sufrió las consecuencias directas de los actos.
Alguien podría decir: Sí, porque a raíz de aquellos hechos, ocurridos hace 400 años, toda la familia cambió y si eso no hubiera ocurrido, posiblemente todos ellos serían ahora premios nobel, en lugar de ser unos mindundis, como realmente somos todos.
Nada que objetar, eso es posible, ciertamente, pero seamos sinceros, poco probable.
Cuarto. Si se utiliza el principio, tan de moda ahora, de que el que lleva los genes del ofensor tiene que pedir perdón al que lleva los genes del ofendido, es posible que a lo largo de los 400 años transcurridos desde la ofensa, alguno de los descendientes de tu antepasado se hubiera casado con alguno de los descendientes del mío y yo llevara algún gen de tu antepasado y tú alguno del mío, por lo que después de yo pedirte perdón a tí, tú tendrías que pedirme perdón a mí, para a continuación pedirnos perdón internamente a nosotros mismos.
Seamos consecuentes y, usando este principio, cambiemos el saludo de ¡hola! por el de ¡perdóname, por favor! y su contestación ¡no, perdóname tú, por favor! y usémoslo siempre. Podemos tener la seguridad de estar acertando pues es casi seguro que alguno de mis antepasados hizo algo malo a alguno de los tuyos (y viceversa, naturalmente)
Quinto. Hipocresía. Yo, que he juzgado y condenado a mi ancestro con tanta alegría y sin conocimiento de causa, voy y te pido perdón por algo que no he hecho, pero resulta que soy el jefe de un grupito de quince personas a las que traigo por la calle de la amargura, especialmente a uno que me cae fatal. A esos no les pido perdón, ni corrijo mi comportamiento. A esos que les den, son unos vagos, los muy cabr…
Es decir, cuando tengo la responsabilidad de algo, no la asumo y en cambio soy muy exigente con las responsabilidades de otros porque no me toca nada.
Yo sigo siendo bueno, muy bueno. A este respecto hay refranes muy antiguos: “que cada palo aguante su vela” o enseñanzas bien conocidas de los Evangelios cristianos que ahora la sociedad se jacta de ignorar: ”ven la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el suyo” (Lucas 6 41-42. Esto de Internet es la leche, haces una búsqueda y te saca cualquier cosa en nada)
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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto.
Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre
en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que
cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión
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