Juzgando a la Historia (y II)
Pues este mismo análisis que hemos hecho para este supuesto de mi antepasado, puede hacerse para la Historia (con mayúscula), y yo creo que pueden aplicarse los mismos errores. El primero, el de juzgar: aunque tuviéramos autoridad para hacerlo, ¿con respecto a qué normas morales lo haríamos? ¿Con respecto a las nuestras o con respecto a las suyas? Aunque sigamos teniendo una moral de base cristiana, las cosas han cambiado mucho.
Segundo, aunque no deberíamos juzgar, porque para ello deberíamos haber vivido su vida o cuando menos haber dedicado la nuestra a entender la forma de vida de antaño, lo que sí podemos hacer es tener una opinión. Pero cuando menos, debe ser una opinión formada e informada, y eso implica leer y estudiar (¡qué barbaridad!, leer y estudiar en la época de la Internet, ¿será troglodita este tío?). Sí, leer y estudiar porque si no, van los medios y nos colocan cuatro ideas-baliza que se instalan en nuestros desamueblados cerebros dejando destellos luminosos que nos impiden ver el resto de ideas, más tenues pero más ajustadas a la realidad.
Para formarse la opinión, también valdría ver debates sesudos de gente instruida en los distintos temas que aporten diferentes puntos de vista.
Algo así como era La Clave, de José Luis Balbín. No valen los debates de hoy día en que cualquier cantamañanas se pone a opinar de cualquier cosa. Son mucho más entretenidos porque se insultan, se avasallan, etc, etc y en los otros de La Clave, en cambio, participaba gente educada e instruida en su tema, que no se interrumpían e incluso algunas veces hasta se daban la razón. A cambio del esfuerzo que tenías que hacer para no dormirte, aprendías algo.
No hay mucho más que añadir respecto al tercer y cuarto punto. Es obvio que ningún miembro de un colectivo (sea cual sea) puede ser responsable de lo que haya hecho otro miembro de ese colectivo. No parece lógico que si un calvo perturbado mata a un niño, tenga que ir el representante del colectivo de los calvos a pedir perdón a la familia. En todo caso, deberá hacerlo el asesino o el Estado por no haber puesto los medios para impedirlo.
Esto es trasladable al caso de pueblos y naciones. Tanto es así que si realmente empezamos a pedir perdón por las tropelías del pasado, tendríamos que hacerlo todos: los griegos, los romanos, los turcos, los españoles, los árabes, los ingleses, los rusos, los americanos, los chinos, los japoneses, los indígenas americanos (que aunque sojuzgados por ingleses, americanos, españoles y portugueses también sojuzgaban a su vez a otras tribus), los africanos (sojuzgados por los europeos, pero a su vez sojuzgados entre ellos por tribus o etnias), etc, etc.
Propongo que se instaure un día al año del perdón mundial en el que todos los mandatarios de todos los países pidan perdón al resto.
Ahora, respecto al quinto punto, la hipocresía, sobre eso sí que hay mucho que añadir. Precisamente porque nuestra sociedad saca sobresaliente en hipocresía. Mucho criticar las actitudes de otras gentes del pasado pero nada de hacer autocrítica. Nosotros somos todos buenos, modernos y muy, muy humanos, no como esos bestias de antaño.
Entonces… ¿De quién es la culpa de que miles de personas, niños incluidos, se agolpen en las fronteras huyendo de una vida miserable y buscando una vida digna? ¿Quién utiliza a esa pobre gente para sus fines, como si fueran simples peones de ajedrez?
¿De quién es la culpa de que los niños y adolescentes tengan a golpe de tres toques en su teléfono móvil toda la pornografía más dura que puedan desear?¿No está ya demostrado científicamente que la pornografía a tan tierna edad produce cambios químicos y físicos en esos cerebros aún no completamente desarrollados? o ¿es que pensamos que los aberrantes delitos y crímenes sexuales que oímos por la tele nada tienen que ver con ello?
¿De quién es la culpa del cambio climático, el asesinato del planeta y la puesta en riesgo de la especie humana?, ¿quiénes son los responsables de que las ciudades se hayan llenado de miles de furgonetas, dando vueltas contaminando sin parar, repartiendo millones de productos innecesarios que la vida moderna ha convertido en imprescindibles?
Sí, mis queridos lectores, los estados y las grandes empresas son los responsables. Esos mismos que nos dan la barrila a diario con el cambio climático, con todo lo que están haciendo para evitarlo y agobiándonos a nosotros para que hagamos algo.
Ellos, los mandatarios y resto de líderes sociales son los responsables, los mismos que critican a otros del pasado e ignoran sus responsabilidades presentes.
Ellos por liderar insensatamente y nosotros por dejarnos liderar de forma tan insensata. Así que, que cada palo aguante su vela y el que esté libre de culpa que tire la primera piedra.
Entonces, ¿de quién es la culpa de nuestros males? A ver si ahora los culpables también van a ser los españoles de los siglos XV, XVI y XVII por ser tan bestias en medio de un mundo plagado de naciones, países, tribus y pueblos formados por mansos e inocentes corderitos.
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