Apaga la tele
Apaga la tele, apaga la radio, apaga los datos y la wifi del móvil. Apaga la tablet. Apaga la wifi del ordenador.
¿Por qué doy todas estas recomendaciones? Para evitar que el virus del miedo se meta dentro de nosotros y se propague por toda la sociedad.
¿No os lo creéis? Dejadme que intente convenceros
Debemos comenzar con el concepto de virus. Lo tenemos reciente porque ya llevamos más de dos años de pandemia y el coronavirus aún sigue con nosotros.
¿Cuál es su estrategia? Sencilla
Se oculta en las personas que queremos
Se cuela en nuestras células usando una vulnerabilidad, un punto débil y simula ser una proteína que encaja en una de las cerraduras de la célula. Abre y pasa
Una vez dentro pone a trabajar a toda la célula para hacer coronavirusitos.
Llena ya la célula de coronavirusitos, revienta las paredes celulares y cada coronavirusito comienza en el punto 2
Después de unos cuantos millones de iteraciones desde el punto 2 al punto 4, ya estamos hechos polvo
El concepto de virus informático es similar y sigue unos pasos muy parecidos
Se oculta en programas, fotos o vídeos que nos gustan
Se cuela en nuestros ordenadores o móviles usando una vulnerabilidad del navegador o del sistema operativo
Una vez dentro pone a trabajar al móvil o al ordenador para él, replicándose, o haciendo cualquier trastada que se le haya ocurrido al programador del virus
y 5. El ordenador o el móvil, llenos ya de virus, están hechos un asco y prácticamente inservibles
¿Como actúa el virus del miedo? Idénticos pasos.
Se oculta en información que parece atractiva
Se cuela en nuestros cerebros aprovechando una vulnerabilidad del mismo
Una vez dentro de nuestro cerebro, el miedo se replica a sí mismo y se intensifica.
Lleno todo nuestro cerebro y nuestro ser de miedo, reventamos y
expandimos, compartimos y diseminamos el miedo por doquier usando nuestras palabras asustadas y nuestra expresión facial acojonada.
¿Cual es la vulnerabilidad del cerebro de la cual se aprovecha el virus del miedo? Sencillo: nuestro cerebro está diseñado para asegurar la supervivencia de su propietario.
La supervivencia se garantiza eligiendo las opciones correctas cuando hay varias alternativas. Y para elegir la opción correcta, necesitamos información. De ahí que el cerebro esté siempre mendigando información.
No hay nada que más desagrade al cerebro que la incertidumbre, porque la incertidumbre no te permite elegir con claridad la opción favorable. Así que cuando vemos las noticias, que parecen estar transmitiendo información, nosotros esperamos que disminuya nuestra incertidumbre. En realidad, las noticias no suelen disminuir la incertidumbre sino acentuarla, por lo que este argumento sería suficientemente válido para concluir: Apaga la tele.
Pero es que aún hay más. Aprovechándose de esta vulnerabilidad de nuestro cerebro que busca ávidamente información, los “poderes” transmiten en ella ideas que alimentan nuestro miedo. Así cuelan el miedo en nuestros ya deteriorados cerebros.
Esto no es nuevo, ni mucho menos. Ha sido siempre así, lo que pasa ahora es que el mecanismo de difusión del miedo es mucho más potente. La tele y los móviles son aliados eficaces de los poderes para la transmisión de las ideas que perpetúan su estatus entre las que el miedo juega un papel importante.
Pero ¿para qué el miedo? Ya lo hemos dicho en más ocasiones. El miedo anula y paraliza a las personas. Las personas con miedo son personas apocadas, maleables, dóciles. Ideal para que los ricos y poderosos conserven su poder y su riqueza sin que nadie los cuestione. Al fin y al cabo los ricos y poderosos están en una proporción de uno a un millón. Si no controlan bien a ese millón, van listos.
Si el miedo lo aderezamos con bastante incultura y uso deficiente del cerebro (como estamos viendo en la evolución de los sistemas educativos eliminando la filosofía y dentro de nada las matemáticas) y el principio básico de disfruta todo lo que puedas y esfuérzate lo menos posible, el borrego generado es de calidad cinco estrellas.
Será un borrego propiamente dicho porque irá perdiendo sus factores diferenciadores humanos: pensar, ilusionarse, proyectar y actuar.
Se vio claramente en la pandemia del coronavirus y se ha vuelto a ver con la guerra de Ucrania. Información de lo que está pasando está bien, pero ese machaque continuo durante horas con miles de detalles que no aportan información adicional, no conduce a nada bueno para el telespectador, salvo aumentar su miedo.
Algunas veces el telespectador es consciente, pero debido a esa vulnerabilidad del cerebro de la que hablábamos antes, es incapaz de apagar la tele o de dejar de seguir leyendo o viendo videos en el móvil. El cerebro siempre mantiene la esperanza de que alguna de las noticias que escuche disminuirá su incertidumbre (y con ello su angustia) y es incapaz de desconectar.
Pero aún hay más motivos para apagar la tele. Generalmente vemos y escuchamos las mismas cadenas de televisión o las mismas emisoras de radio. Eso conforma unas determinadas ideas en nuestra cabeza. Nos hace percibir el mundo desde una única perspectiva. Una perspectiva que es reforzada cada vez que vemos los programas de un determinado canal.
Al final opinamos lo mismo que los medios que oímos y leemos, en un círculo vicioso sin fin. Nos gusta la opinión de determinado medio porque coincide con la nuestra que a su vez fue conformada por ese mismo medio.
Un medio que por otra parte no tiene otro objetivo que servir a su amo, a quien les paga, que siempre son los ricos y poderosos. Pueden ser los ricos y poderosos de un lado o pueden ser los ricos y poderosos del otro lado, pero siempre son ricos y poderosos.
Escuchar siempre los mismos canales conduce a un estado de inanición mental.
Nuestro mundo es lo que vemos, oímos y escuchamos, si lo restringimos caemos en una realidad paralela que poco se parecerá al mundo real. Es lo que les pasa a las modelos, por ejemplo, que viven en un mundo de calorías, ejercicio físico y productos de belleza. No hay más.
Si establecemos la semejanza con la comida, es exactamente lo mismo que si solo comiéramos lentejas. Tendríamos el hierro por las nubes, pero nuestro cuerpo tendría otras carencias que conducirían a enfermedades.
Así pues, la variedad, a nivel intelectual, es tan saludable como la alimentación variada y la monotonía intelectual tan perniciosa como la comida monotemática. Eso no significa que tengamos que ingerir mierda intelectual por probar, al igual que no comemos mierda por probar.
Apaguemos la tele y el móvil y acabaremos con el miedo y el adoctrinamiento, o cuando menos, seleccionemos cuidadosamente el programa que vemos.
¿Y qué haremos con todo el tiempo que eso nos deja libre?
¿Qué tal si interactuamos de forma humana con nuestros semejantes? ¿qué tal una charla de café en lugar de un chat de wasap? ¿qué tal un buen libro? ¿qué tal jugar con nuestros hijos, charlar con nuestros padres?¿qué tal recuperar los juegos de mesa? ¿qué tal seleccionar una buena película? ¿qué tal disfrutar de la Primavera de Vivaldi o del Descendimiento de Van der Weyden o…?, ¿qué tal plantearse dilemas éticos, pensar sobre nuestro origen, nuestro destino, nuestro papel en la vida?
¿Qué tal dejar de ser borregos y volver a ser humanos?
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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto.
Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre
en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que
cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.
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