¿Natural o sobrenatural?

 Uno de mis lectores se enzarza conmigo en discusiones privadas tan pronto como menciono cualquier cosa que huela a trascendencia. Dicho de otro modo, cualquier cosa que suene a sobrenatural o dicho de otro modo, que no esté dentro de la naturaleza.

Y es que este lector es un naturalista convencido, por tanto, como yo, es creyente. Lo que pasa es que cada uno creemos cosas distintas. Él cree que todo lo que existe está dentro de la naturaleza, siguiendo unas leyes que algunas veces conocemos y otras veces no, mientras que yo creo que además de la naturaleza con sus leyes simples y a la vez inmensamente complejas, hay algo más que está fuera de la naturaleza y que podríamos llamar sobrenaturaleza, lo sobrenatural.


Puestos a comparar, mis creencias abarcan lo infinito, las suyas también (lo infinito o al menos lo ilimitado del universo y la complejidad de la naturaleza) solo que mi infinito es de grado superior puesto que incluye el suyo. Algo así como cuando en matemáticas se compara la función f(x)=x con f(x)=x2. Las dos crecen hacia el infinito pero la de x2 lo hace hacia un infinito más gordo.


Mis creencias me permiten pensar en un Dios creador que ha creado la naturaleza y cuanto hay en ella, con un fin. También me permiten creer en una vida futura sobrenatural más allá de esta que vivimos dentro de la naturaleza. Eso da un sentido a esta vida y transmite una cierta esperanza. 

Evidentemente, como buen naturalista, mi lector me dirá que como no puedo aportar ningún tipo de prueba no voy a convencerle. Es cierto. Por eso se habla de fe cuando se cree en algo que no se puede demostrar.


Afortunadamente para mí, él tampoco puede demostrarme lo contrario. Jamás podrá demostrarme con pruebas que estén dentro de la naturaleza la no existencia de algo que está fuera de ella y tampoco podrá demostrarme que tras la muerte solo queda la vaciedad, la negrura, la nada. No es habitual que alguien que haya muerto vuelva y nos cuente si hay otra vida o solo la nada. Así que puedes creer una cosa u otra, las dos son cuestión de fe porque no tenemos pruebas. Espero y confío que al menos mi lector naturalista acepte que es creyente y no tan racionalista como se cree


¿De donde viene todo este embrollo? Recordemos que desde que el hombre es hombre (es decir capaz de pensar y tener consciencia de sí mismo) ha creído en la vida más allá de la muerte y en la existencia de un ser supremo que había creado toda la magnificencia que vemos. Ese abrumarse, ese asombrarse del poderío, regularidad y hermosura de la naturaleza conducía de forma natural a la creencia en un ser superior. Ellos, los antiguos, hablaban de metafísica (lo que está más allá de la física), mientras buscaban la causa primera.


Hemos de reconocer también que los antiguos podían pararse a pensar en las largas noches de invierno o contemplar un cielo estrellado en una noche clara de primavera. En cualquiera de estas dos situaciones es difícil permanecer escéptico y concluir que todo lo que ves es obra del azar, un azar que no se sabe como, surge, existe, no se sabe con qué fin, ni atendiendo a qué leyes.

Ahora, nosotros, en cambio, podemos permanecer escépticos gracias a que el trabajo, la tele, los móviles, las cosas que poseemos y mil ataduras más de la vida, no nos dejan un minuto para pensar sobre nosotros mismos, nuestra existencia y lo que nos rodea.


Fue solo a partir del siglo XVIII cuando, con los avances científicos, la vanidad del hombre le hizo pensar que podría conocer la naturaleza y cuanto en ella se halla. Traducir las leyes de la naturaleza en un lenguaje matemático y predecir los comportamientos de los planetas y las estrellas nos hizo sentir casi como dioses. Muchos científicos al descubrir la simplicidad de las leyes naturales y a la vez su enorme complejidad se maravillaron y ahondaron en sus creencias religiosas. A otros en cambio les hizo creer en un universo mecanicista en el que todo funcionaba como un reloj (ignoro quien pensaron que daba cuerda al reloj y puso las ruedas dentadas en su sitio)


Unos científicos se dieron cuenta de que cada pregunta que se contestaba sobre la naturaleza abría mil nuevos interrogantes y que así sería de forma permanente, de tal forma que cuanto más se descubriera más quedaría por descubrir. Otros pensaron que antes o después la ciencia acabaría respondiendo todas las preguntas. Para estos últimos, y por si fuera poco, la tecnología, basada en los avances científicos, fue dando un poderío al hombre que realimentó su vanidad, haciendo innecesaria la idea de Dios.


Por otra parte, en el terreno político, las democracias fueron ganando terreno a los absolutismos. La bella idea de igualdad que defienden las democracias (que como todos sabemos es tan falsa como un billete de quince euros, si tenéis dudas sobre eso, preguntaros por qué a nosotros nos tardan seis meses en dar una cita médica con un especialista y a otros es el médico el que les espera a ellos), se trasladó a la visión de la realidad. Si todos éramos iguales en el terreno social, ¿por qué en la realidad no iba a estar todo en el mismo plano? ¿por qué iba a existir lo sobrenatural?

Esta brillante correlación entre los sistemas políticos y las creencias religiosas no es mía, no soy tan listo, es de C.S. Lewis (el autor de las Crónicas de Narnia) en uno de sus libros.


¿Esto de pararse en lo físico, no será más bien una moda inspirada, como dice Lewis, en la ausencia teórica de jerarquía de la democracia y aderezada con un cierto regusto a rebeldía contra las creencias de nuestros ancestros? 

Nadie sabe muy bien cuando surgió la inteligencia, pero tan pronto surgió, como muestran los restos arqueológicos, el hombre creyó en lo sobrenatural y enterró a sus muertos intentando facilitarles el tránsito a la otra vida. 

Llevamos, pues, muchos miles de años creyendo en lo sobrenatural y poco más de doscientos años sin creer en ello. ¿Somos ahora más listos que antes? ¿Es el homo-movilis (ese que está todo el día mirando al móvil) más listo que Aristóteles? ¿Es que el conocimiento científico de esos últimos dos siglos machaca la trascendencia?


Es curioso porque yo tengo formación científica universitaria y por razones de interés y trabajo, he profundizado además en distintos aspectos de la ciencia y el método científico. Pues bien, a pesar de ello, nunca me he encontrado con un argumento convincente que desechara lo sobrenatural ¿cómo iba a haberlo si lo sobrenatural está, por definición, fuera de la naturaleza?


Sin embargo, esta sociedad, con muchos de sus miembros sin formación científica, aboga por ese naturalismo que descarta lo trascendente basándose en la ciencia que desconocen. Me gustaría que alguno de ellos me contara qué cosa sabe, que yo no he sido capaz de descubrir, y que le hizo eliminar lo sobrenatural de su vida. ¿Encontró por ventura una prueba irrefutable o simplemente era lo que tocaba creer?


Desechar lo sobrenatural de la realidad tiene su enjundia y no sé si los naturalistas, entre ellos mi lector, han pensado en ello.


La lógica (si A=B y B=C entonces A=C), por ejemplo ¿está dentro o fuera de la naturaleza? Ojo que es una pregunta trampa porque si respondes que dentro, deja de ser lógica para ser algo impuesto por la naturaleza. Es decir, veríamos como lógico lo que solo es natural. O lo que es lo mismo, la naturaleza nos haría ver algo que es erróneo como correcto y lógico.


Si la lógica está dentro de la naturaleza, también lo están nuestros razonamientos, pensamientos e imaginaciones. Todas nuestras creaciones, la catedral de Burgos o un aparato de TAC serían tan naturales como una mierda de perro y de la misma entidad. También lo serían un incendio forestal provocado y la bomba atómica que destrozó Hiroshima. 


Si todo está dentro de la naturaleza, tan natural es un psicópata como un santo. Y lo están sin capacidad de distinción sobre cual es mejor y cual es peor. ¿Qué leyes morales podrían deducirse de la naturaleza para saberlo? ¿Acaso la mirada de pánico de la gacela mientras es devorada por un león a la espera de que la muerte la libere del dolor?


Si nuestros pensamientos se producen dentro de la naturaleza, es decir, son naturales, mucho me temo que seamos tan libres como una pelota que rueda cuesta abajo azuzada por la ley de la gravedad. La única diferencia es que nuestros pensamientos estarían determinados por trillones de átomos interaccionando entre sí de acuerdo a unas estrictas leyes naturales. 

Por tanto, querido naturalista, olvídate de la libertad. Yo estoy escribiendo esto porque estoy obligado por la naturaleza y si tú lo estás leyendo, lo haces, no en el ejercicio de tu libertad, sino siguiendo las leyes de la naturaleza.


Ahora bien, si para darnos un poquito de libertad y añadirle algún sentido a la ética y a la propia existencia admites que la lógica y nuestros pensamientos están fuera de la naturaleza, entonces acabas de admitir que lo sobrenatural existe y si existe, ¿por qué no va a existir un creador de lo natural? o ¿por qué no va a haber vida más allá de la muerte?


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