¿Es inteligente la inteligencia artificial? (y III)

 El día que programemos una inteligencia artificial para ganar una partida de ajedrez y que, sin tener acceso a más información que a la de jugadas de ajedrez, se levante de la partida, se fume un cigarro y se vaya, empezaré a preocuparme.

Mientras tanto, creeré que las inteligencias artificiales se programaron para parecer humanas pero no lo serán. Y no lo serán ni de lejos porque la capacidad intelectual del ser humano le sitúa, en ese aspecto, fuera de la naturaleza. Justo esa capacidad le permite hacerse consciente de sí mismo y poder elegir libremente entre distintas opciones.

Nuestras inteligencias artificiales, en cambio, están ejecutando un programa más o menos complejo y tienen la misma libertad que una pelota rodando cuesta abajo.


Naturalmente, cualquiera es libre de creer exactamente lo contrario (llamemos a esta creencia alternativa DE CONSENSO), es decir, que en cualquier momento una inteligencia artificial nos ganará en todo. Pero como en mi caso, será solo una creencia. Ni yo puedo demostrar mi tesis ni mis contrarios la suya.

Si ambas alternativas son creencias, ¿por qué esa insistencia en dar por sentado que cualquier día nos batirán, es decir dar por cierto la alternativa DE CONSENSO?


Mi teoría es que cualquier cosa que desvalorice al ser humano es bien recibida, esta también. Ya nos hemos acostumbrado a una pérdida de derechos y libertades constante en pro de un bien común que no queda claro a quién beneficia. Todo ello aderezado con un estado más paternalista que promueve una sociedad infantilizada y como tal, inmadura.

Para el caso concreto de la inteligencia artificial, si todos llegamos al convencimiento de que una máquina que enchufas a la luz puede ser mucho más lista y mejor que tú en todo, automáticamente tienes el mismo valor que un cacho de carne con patas y ojos. Es decir, volvemos al materialismo que lo envuelve todo.

De esta manera, centrándose en lo material, tienes a todo el mundo controlado: a los que pueden luchar por ello, peleando por una casa o un coche mejor o un viaje más lejano o un restaurante más caro o… y a los que por edad, falta de salud, o incapacidad económica, o por lo que sea, no pueden luchar, anulados por una depresión o, al menos, en un estilo depresivo de vida.

Si tienes a unos ocupados peleando por objetivos materiales, muchas veces sin sentido, y a otros anulados por su incapacidad para conseguirlos, nadie cuestiona el statu quo.


No interesa que se piense que la inteligencia es algo que está por encima de la naturaleza y que, por tanto, no está al alcance de una máquina. Si la inteligencia estuviera por encima de la naturaleza, si fuera sobrenatural, el hombre estaría dotado de una dignidad superior a la que en esta época materialista se le otorga y las máquinas, como creaciones del hombre, nunca podrían alcanzarla.


Devaluando la inteligencia, sugiriendo que es solo capacidad de proceso y memoria, se devalúa al propio hombre. 

Pero, ¿para qué devaluar al hombre reduciéndole a sus instintos más básicos y eliminar cualquier atisbo de trascendencia o espiritualidad, cualquier posibilidad de que la inteligencia sea el puente entre el alma y el mundo?

Se me ocurren dos posibles respuestas a esta pregunta, una un poco más laica y la otra religiosa

  1. Un hombre más espiritual, menos atado a los bienes materiales es menos manipulable. No se le puede comprar fácilmente con objetos y servicios, lo que limitaría el poder de los poderosos.

  2. La tradición judeocristiana tiene otra respuesta a esta pregunta. El mal existe y con él, unos entes llamados demonios interesados en que los hombres olviden de donde vienen, se crean dioses y se rebelen contra Dios. Esta respuesta está ejemplificada en el Génesis en el episodio de la serpiente (el tentador) y la manzana (la tentación) edulcorada con un poder añadido que sería como el de Dios.


La respuesta 1) tiene un problema y es que dispara automáticamente otra pregunta ¿para qué quieren los hiper-ricos, hiper-poderosos ser más ricos y poderosos a costa de anular a millones de personas? 

Para esta pregunta no tengo respuesta laica y si se quiere, recúrrase a la respuesta 2) 


Quisiera terminar con algunas conclusiones:


  1. La inteligencia artificial nunca batirá a la inteligencia humana porque ambas inteligencias están en distinto plano y porque un sistema (en este caso, el hombre) no puede crear otro de complejidad superior a sí mismo.


  1. Accedo a la remota posibilidad de que la inteligencia artificial bata a la inteligencia humana, para el caso de que el hombre siga por sus derroteros actuales machacando su inteligencia viendo vídeos en la red y malgastando su tiempo mirando una pantalla cualquiera. En este caso, la victoria de la inteligencia artificial no se producirá por el aumento de sus capacidades sino por la disminución de las nuestras.


  1. La inteligencia artificial se seguirá desarrollando de la mano de la codicia de las grandes empresas por reducir sus costes y consecuente eliminación de puestos de trabajo humanos. ¿Qué tal si igualamos las condiciones hombres-máquinas haciendo cotizar a las inteligencias artificiales a la Seguridad Social y obligamos a que se les pague un Salario Mínimo de Inteligencia Artificial (SMIA) que ingresaría igualmente la Seguridad Social? No he oído discutir lo pros y contras de esta propuesta a ningún partido de izquierdas o derechas. Así, si tenemos que aguantar a las torpes máquinas que nos piden el DNI, por lo menos que coticen por ellas. Equiparando los costes salariales de personas e inteligencias artificiales, las empresas se pensarían muy mucho el contratar a una inteligencia artificial para prestar un peor servicio.


  1. Si la auténtica inteligencia de una inteligencia artificial reside en el programador, al que no se valora (entre otras cosas) por ser anónimo, la pregunta del billón de dólares sería ¿quién programó al programador?


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Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre 

en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que 

cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.


Comentarios

  1. Tan lucido como siempre.
    Los beneficios de emplear maquinas/ordenadores que nos sustituyan son para los de siempre. Los que nunca sufren las crisis.
    Hace unos días en una tertulia de la tele, escuché a un tertuliano lo de que las maquinas deberían cotizar. Por algo se empieza.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Asociación El Piélaogo, gracias por tu comentario.

      Efectivamente ese debate debería estar ya en las agendas políticas al más alto nivel y desgraciadamente solo algún tertuliano lo menciona. Pero yo voy más allá y propongo en mi post un SMIA (Salario Mínimo de Inteligencia Artificial) que habría que abonarse igualmente a la Seguridad Social.
      Yo supongo que ese debate no está en las agendas porque las empresas con sus lobbies presionan a los políticos para que no se abra ese melón, sin embargo es estrictamente necesario.

      Para un empresario no solo le es legítimo sino obligatorio buscar la máxima rentabilidad de su negocio dentro de los cauces legales, por tanto, es lógico y natural que busque sustituir el máximo número de empleados por inteligencias artificiales. Pongamos un ejemplo:
      Sea una Centro de Llamadas de esos que atienden por ejemplo las llamadas de los bancos (Call Center que dicen los que saben) con 100 teleoperadores, 3 jefes y 1 director. Pongamos un coste medio anual de 40.000 Eur por teleoperador (incluye todos los costes, seguridad social, vacaciones, bajas, etc), 60.000 por jefe y 100.000 por el director (idem). Eso nos da un coste salarial anual de 4.280.000 Eur si no me he equivocado.

      Viene una empresa de servicios y le ofrece instalar máquinas parlantes (llamarles inteligencias artificiales en este momento es excesivo, pero llegará) y tras la inversión inicial, la plantilla queda ahora con 10 teleopeadores (que atenderán a los clientes más pesados), 1 técnico de mantenimiento de las máquinas parlantes, 1 jefe y 1 director. Coste salarial anual ahora es de 620.000 poniendo al técnico el mismo sueldo que al jefe.
      Hay 3.660.000 eur que van directamente a la saca. Aparte de una disminución de problemas, reducción de liberados sindicales, sustitución de bajas, etc ¿Qué empresario no haría el cambio?
      Y efectivamente, ese cambio ya se ha hecho.

      A medida que las inteligencias artificiales sean más eficaces podrán sustituir empleos de mayor cualificación y los empresarios las usarán. Insisto, es legítimo e incluso obligatorio pues el empresario busca la máxima rentabilidad para su negocio (dentro de cauces legales). Pero ¿qué pasaría si todas las empresas sustituyen el 90% de sus empleados por inteligencias artificiales? ¿quien comprará sus productos o usará sus servicios si todo el mundo está en el paro y no tienen dinero?

      Son los poderes públicos los que deben hacerse esa pregunta y prevenir ese escenario. Una forma es la que he propuesto, que aparte de cotizar por las máquinas, se les pague un salario que ingresa la Seguridad Social.
      Así, en el ejemplo que he puesto, la sustitución de personas por máquinas podría suponerle al empresario un ahorro del 10% (por ejemplo) pasando de pagar 4.280.000 a 3.800.000, ingresando la Seguridad Social la diferencia entre 3.800.000 y los 620.000 que pagaría de no implantarse esta medida

      La Seguridad Social tendría así más recursos para pagar el desempleo que podría convertirse incluso en una renta universal (no básica, porque puede ir más allá) siempre y cuando se fomente entre la sociedad un ocio constructivo (la inteligencia artificial provocará mucho ocio) a diferencia del actual que es un ocio vacío y más bien destructivo.
      De nuevo, unos poderes públicos conscientes y sensatos, fomentarían ese ocio constructivo, un ocio basado en las relaciones sociales reales, el deporte y la cultura (artes, ciencias, filosofía...) frente al ocio actual basado en la individualidad (juegos en máquinas, redes sociales a través de máquinas y otros placeres sensuales de satisfacción instantánea pero poco nutritivos tanto física, como mental como espiritualmente).

      ¿Podemos esperar todo eso de los poderes públicos?

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