Papá estado

 Hace bastante tiempo que se acuñó esta expresión. Hacía referencia a la construcción de estados que resolvían los problemas de los ciudadanos, incluso sus vidas. 

Es decir, estados paternalistas, majos, bondadosos, agradables. Sin embargo, la expresión se acuñó con un tono despectivo, porque papá Estado cria una caterva de ciudadanos dependientes, inmaduros e irresponsables.

Si esto se sabe desde hace mucho tiempo ¿por qué se persevera en la creación de estados-papá que producen ciudadanos-niño? La única razón no sobrenatural que se me ocurre es que esa situación perpetúa el poder establecido y hace que la ciudadanía nunca moleste a las capas altas de la sociedad.


Todos sabemos que hay que educar a los niños si no se quiere castigar a los hombres, sin embargo se persevera en la deseducación de los niños y seguimos asombrándonos de los resultados. Es lo mismo que si pegándonos un martillazo en un dedo nos sorprendiera luego el dolor que nos produce. Es raro, pero es así.


Tenemos múltiples ejemplos sobre todo entre los ricos que han permitido que sus hijos se eduquen en la abundancia, en eso que llaman “que-no-les-falte-de-nada” también conocido como el quenolesfaltedenadismo. Al no faltarles de nada en la niñez y adolescencia, les falta de todo en cuanto se hacen adultos. 

No tenemos más que ver como ejemplo a algún sobrino del Rey que, a pesar, de los esfuerzos de los escoltas, no consiguen evitar que se meta en un lío tras otro. En definitiva, no genera más que problemas a sus padres y especialmente a su tío dando a la casa real una imagen poco menos que lamentable (por mucho que no pertenezca a la casa real).


Hay muchos más ejemplos, especialmente entre familias acomodadas, en los que muchos hijos se han echado a perder por el quenolesfaltedenadismo. Solo aquellos ricos con la cabeza un poco más amueblada han conseguido hacer de sus hijos gente provechosa para ellos y para la sociedad. Me viene a la cabeza, alguna familia super rica, propietaria de una cadena de hoteles que, a pesar de salirle el dinero por las orejas, obligó a sus retoños a trabajar en sus hoteles comenzando de botones y, haciéndoles currar como cualquier hijo de vecino, consiguieron que ahora puedan dirigir con éxito el negocio familiar.

Podrían haberles dado una visa platino, un porsche y un mayordomo, porque dinero tenían, pero les dieron trabajo y les enseñaron el valor del esfuerzo.

La diferencia es que, en vez de un froilán cualquiera, son gente que aporta un valor a sí mismos, a su familia y al conjunto de la sociedad.


Las clases medias e incluso las bajas también han caído en el quenolesfaltedenadismo y, cada uno, en la medida de sus posibilidades, da a sus hijos todo lo que puede (curiosamente siempre son cosas materiales, porque los intangibles como tiempo, valores, dedicación y esfuerzo se racanea). Todos competimos en que nuestros hijos tengan las mejores zapatillas, el mejor móvil, el mejor no sé qué. Básicamente, a juzgar por los resultados, cosas malas disfrazadas de cosas buenas.


La verdad es que no sé si el quenolesfaltedenadismo familiar es el que ha producido un conjunto de papás-estado o son los papás-estado los que han producido el quenolesfaltedenadismo familiar. Lo mismo se han desarrollado conjuntamente ambas, todo ello sazonado con las nuevas (ya viejas) teorías pedagógicas que intentan evitar a toda costa la frustración en los niños (a pesar de que todos sepamos que la vida entera está llena de frustraciones y que no estaría mal que los niños lo vayan aprendiendo desde pequeñines en una medida adaptada a su edad).


El caso es que de alguna manera el concepto de papá-estado se ha diseminado especialmente por Europa (Estados Unidos se resiste) disfrazado de un concepto que denominan estado de bienestar. Bello nombre si realmente estuviera diseñado para el bienestar y desarrollo de ciudadanos libres, responsables y comprometidos con la sociedad a la que pertenecen.

Sin embargo, como lo que consiguen son ciudadanos borrego, dependientes de la sopa boba y las soluciones de papá estado, mucho me temo que sea un concepto precioso con un nombre bonito que oculta algo malo. Una vez más, un lobo disfrazado con piel de cordero. 


Es obvio que el quenolesfaltedenadismo familiar, aunque obtenga resultados contrarios a los que se persiguen (la felicidad del niño), está motivado por el amor que los padres tienen a sus hijos. Sin embargo, podemos estar seguros de que esas dádivas que papá-estado ofrece a sus ciudadanos con motivos difusos y a cambio de nada, no obedecen al amor que papá estado tiene por sus ciudadanos, sino más bien para perpetuar el poder que papá estado tiene sobre sus ciudadanos utilizando recursos que provienen de terceras personas.

Evidentemente, aquí papá estado no es un ente abstracto, son personas con nombre y apellidos que quieren mantener e incrementar su poder y riqueza actual.


Un estado de bienestar serio no está sostenido por papás estado, está sostenido por Estados serios preocupados por el desarrollo de sus ciudadanos, conscientes de que su desarrollo individual conduce al progreso colectivo. Por tanto, no ofrece ayudas a cambio de nada, exige resultados al que recibe las ayudas. 

¿Por qué, por ejemplo, no existe la posibilidad de ofrecer un trabajo comunitario a cambio de la prestación de desempleo? No digo que sea obligatorio pero si existiera la posibilidad, lo mismo nos sorprendiamos de la cantidad de voluntarios. Todo el mundo necesita sentirse útil y la sensación de ganarse el pan es más agradable que la de comer la sopa boba. 

Además, estas personas estarían añadiendo líneas a su currículum, siempre más provechoso que la de dejar pasar el tiempo tirado en un sofá viendo la tele o mirando el móvil.

¿Y los jubilados? Podrían voluntariamente participar en actividades útiles para la sociedad acorde a su edad y formación en una relación en la que todos salimos ganando: el jubilado que necesite seguir siendo útil porque encuentra un cauce para serlo y la sociedad porque se beneficia de un servicio sin coste añadido que de otra forma quedaría sin hacerse.


Un estado que se preocupa por el desarrollo de sus ciudadanos no es un estado paternalista, sino un estado que desea su propio desarrollo. Que está presente en los momentos difíciles de los ciudadanos como la pérdida del trabajo o de un ser querido mostrando su generosidad. Los ciudadanos así lo reconocen, lo agradecen y lo respetan.

En un estado así, cualquiera está orgulloso de formar parte de él y cualquiera está dispuesto a aportar su esfuerzo para devolver parte de lo recibido.


En los papás estado las ayudas son repartidas sin alma y sin objeto, sólo porque corresponde: lo mismo se la dan a alguien que nada en la abundancia como se la niegan a otro que la necesita como respirar y siempre tras arduos trámites. Los ciudadanos lo perciben como un estado tonto y ciego del que hay que aprovecharse. 

A pesar de recibir cuantiosas ayudas, los ciudadanos no las valoran ni agradecen igual que un hijo malcriado. Siempre esperan más y nunca están dispuestos a hacer nada por ese papá estado como si fuera un viejo tonto y decrépito con dinero del que hay que aprovecharse.


En los años sesenta del siglo pasado Kennedy dijo algo así como no pienses en lo que América puede hacer por ti, piensa más bien lo que puedes hacer tú por América.

Parece una frase sencilla pero representa dos modelos de sociedad completamente distintos que he intentado describir en esta publicación.


¿A cuál sería más agradable pertenecer?

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