Cosas hechas con el culo

 Inspirado por la situación que refleja la fotografía y que tomé hace tiempo, pensé en iniciar una serie de posts bajo el título de “Cosas hechas con el culo”. Una de esas series que luego nunca acabo. Pero como no pasa nada, porque voy a cobrar lo mismo, pues yo la empiezo y si van surgiendo más hechos que respondan al epígrafe de Cosas hechas con el culo, pues los voy poniendo aquí.


He intentado borrar el máximo número de pistas que identifiquen la zona y también he borrado los números de la matrícula del coche en primer plano para que no venga el propietario a quejárseme. Debo tener en cuenta todos los factores, puesto que este post puede leerse hasta en Tombuctú. De hecho, es posible que tenga lectores allí. 

Y es que intento usar siempre el antiguo principio de “se dice el pecado pero no el pecador”. 

Los antiguos eran bastante sabios y querían decir con ello que se puede criticar una conducta para aprender de ello, siempre que no se critique al propietario de la conducta. Justo lo contrario de lo que se hace ahora que hay hasta programas de televisión  (algunas veces llamados telenoticias) dedicado a criticar a personas concretas, muchas veces condenándolas por anticipado sin posibilidad de defensa

Para que luego digan que los antiguos eran más burros que nosotros y nos las demos de listos. Estoy empezando a pensar que el nivel medio de burrismo de la sociedad actual es superior, en muchos aspectos, al nivel medio de burrismo de nuestros antepasados, y eso que quien más y quien menos, hoy en día, ha ido a la universidad y si no, por lo menos al instituto.


Pero volvamos a la foto. De un rápido vistazo se puede ver que aparcar en esa calle es una pesadilla, pues los lumbreras que lo diseñaron, lo harían pensando en el sentido estético (es posible) pero no en el sentido práctico. No sé si habéis intentado aparcar en un sitio similar. Primero la zona de aparcamiento tiene un bordillo que hay que subir para aparcar, por lo que cuando ya has subido la primera rueda y estás a punto de subir la segunda, notas el tope y no sabes si es que la segunda rueda está a punto de subir el bordillo de la zona de aparcamiento o la primera rueda está a punto de subir el bordillo de la acera.


Pero esta calle tiene el hándicap añadido de los bordillos circulares para proteger los árboles y que están situados mitad y mitad entre la zona de aparcamiento y la acera, por lo que puede ser que aceleres para subir lo que tu piensas que es el bordillo de aparcamiento y te cueles en el hueco del árbol, quedándote encallado. 

En cualquier caso es un incordio importante a la hora de aparcar y sin un sentido claro. Sin duda, cuando te has peleado con uno de esos semicírculos te preguntas angustiado ¿si la acera es ancha, por qué no habrán metido el árbol completamente en la acera como hace todo el mundo?


A los señores que diseñaron esto, les condenaba yo a aparcar todos los días en un sitio así, a ver si a la próxima tenían en cuenta algún factor más que sus propias ocurrencias. 


En los cursos de negociación se enseñan técnicas que llaman win-win (gano-ganas), en las que se trata de encontrar un punto de entendimiento en el que todas las partes negociadoras ganan. Esta gente parece haber estado en un curso en el que les han enseñado técnicas lose-lose (pierdo-pierdes) porque en la solución que adoptaron, aparte de ser significativamente más cara (en vez de asfaltar al mismo nivel la zona de aparcamiento, le ponen un bordillo y adoquines), hacen la puñeta al usuario de por vida, que, por cierto, ha pagado la obra con sus impuestos. 

Miremos la jugada: Te quito dinero para hacer algo que te va a jorobar de por vida, sin pedirte opinión y por mis webs. Es lo que tiene la cosa pública cuando está mal gestionada.


Pero es que aún hay más. Daré una pista que espero no identifique la zona: Está cerca de un hospital. Es decir, un hueco ahí está más cotizado que las acciones de Tesla, Apple, Alphabet (Google) y Microsoft juntas. 

Muchas veces se trata de conductores no muy duchos que llevan a familiares al hospital (o a sí mismos). Tal vez van a consulta para conocer el resultado de una biopsia o recibir quimio o radioterapia o llevan a alguien que va ser operado, etc. Es decir, al estrés que la propia situación conlleva, hay que añadir la de encontrar aparcamiento (por alguna razón que desconozco siempre es escaso -me imagino en las reuniones cuando están construyendo un hospital en medio del campo: “No pongas tantas plazas de aparcamiento que si no la gente va a encontrar sitio a la primera”-) y si la fortuna te sonríe y encuentras un hueco, te piensas: “joder, tengo una flor en el culo, la operación tiene que salir bien por narices”. Luego resulta que te mueres en la operación, pero tan contento porque encontraste hueco para aparcar. 

Sin embargo, en esta calle, ni eso porque si encuentras hueco, luego te tienes que pelear con los bordillos durante un rato, así que no es posible que vayas feliz a la operación. Es posible que sea ese el motivo por el que los han puesto, para que no te hagas ilusiones.


Una vez me llamó la atención el título de un artículo que escribía un arquitecto. Él hablaba de construir ciudades cardiosaludables. Tanto me gustó el título del artículo que lo leí. Venía a decir que en el diseño de las calles y de la ciudad entera, se debía de tener en cuenta el aspecto humano para que en su conjunto no generara estrés, sino más bien al contrario, lo redujera. 

Es una lástima que este hombre no haya asesorado a todos los alcaldes de España.

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