La destrucción de Europa




Los que somos ya un poco mayorcitos, vivimos en su momento, con ilusión, la incorporación de España a la Unión Europea. Negar que este hecho ha provocado prosperidad en España es negar lo evidente.
Ahora estamos asistiendo atónitos a la destrucción lenta de Europa. El concepto de Europa era bello: muchas naciones distintas unidas con un objetivo común: el progreso colectivo.
Europa, crisol de culturas, la cuna de las civilizaciones, volvería a ser la maestra del mundo y le enseñaría que una nueva forma de cooperación era posible.

Lamentablemente, alguien, un conjunto de alguienes, vieron el peligro que una Europa fuerte, culta, abierta, progresista (en el sentido de amante del progreso) y solidaria, podía suponer para sus intereses y mucho me temo que se esté subvencionando su destrucción.

Para ello, como siempre, se están enarbolando los muchos defectos que durante estos años de Unión Europea se han ido desarrollando: burocracia, costes económicos asociados a su mantenimiento exagerados, la disciplina económica que exige a los países con problemas para darles su ayuda, la política de inmigración, etc.

Los nuevos políticos venden como solución a los problemas de sus respectivos países,  la salida del club europeo y la vuelta al proteccionismo económico.
Como ya casi todos los que vivieron las grandes guerras del siglo pasado han muerto y nadie se suele leer los libros de historia, proponen aplicar las políticas que ya se ensayaron entonces con tan lamentables resultados. Total, ya nadie se acuerda.

Incomprensible. Si el otro día, dejamos caer un vaso de cristal y se rompió, luego dejamos caer una botella y se rompió, hoy vamos a dejar caer el jarrón chino de la abuela, lo mismo esta vez rebota y no se rompe.
Es lo que tiene perder la memoria. Y la memoria colectiva, se llama Historia.

¿Es necesario recordar que las motivaciones de las grandes guerras del siglo pasado fueron fundamentalmente económicas? Había ideologías nuevas, es cierto, pero el caldo de cultivo en el que esas ideologías florecieron fue la miseria del pueblo.

Pues bien, aún así volvemos al proteccionismo económico. ¿Quien obtiene beneficios del proteccionismo desde el minuto cero? Efectivamente, el dueño de la fábrica de zapatos, por ejemplo, que de repente, sin hacer nada, vende más y más caros.
Los trabajadores, me diréis, que iban a perder su puesto de trabajo en la fábrica porque estaba en crisis y ahora se ha salvado. Cierto pero solo a medias. El dueño de la fábrica de zapatos, insaciable, quiere aumentar aún más sus beneficios y va a sustituir toda la cadena de fabricación por robots.
Así que los empleados solo han salvado su puesto durante un año, por decir algo, y encima van a tener que pagar más por cualquier producto.

Que hablen los que vivieron la posguerra civil española. En ese momento, Franco experimentó tanto con el proteccionismo extremo, que sostenía que la economía española podía sobrevivir brillantemente por sí misma, sin la colaboración de ninguna otra nación extranjera, de las que, por cierto, solo obtenía desprecios por la poca elegancia del régimen.

Franco demostró que la autarquía era una falacia y él mismo comprendió que una economía sólo podía prosperar en colaboración con las restantes economías del mundo. Por eso y tras los años de miseria de la posguerra, durante la década de 1960, la economía española se abrió y comenzó una época de desarrollo económico que nos ha llevado desde la miseria hasta el punto en el que nos encontramos. Y esto en poco más de 50 años.

Ahora se nos propone el camino inverso, hablándonos de los males de la globalización. Es decir, tenemos que cerrarnos en nosotros mismos, aplicar aranceles para defender nuestra industria, hay que separarse de Europa de donde proceden todos los males porque nos impone disciplina económica, nos obliga a aceptar cupos de inmigración y encima no nos ayuda en nada…
Se nos propone la vuelta al provincianismo, que no quiere decir vivir en provincias, sino estar tan cerrado de mente que no se es capaz de aceptar que algunas ideas que vienen de fuera, puedan ser mejor que las nuestras.

¿No sería más lógico en lugar de un proteccionismo económico, una especie de proteccionismo social y en lugar de aranceles indiscriminados, imponer condiciones sociales a las empresas que quieran desarrollar una actividad económica, como la de exigir fabricar en el lugar que se vende o al menos, demandar que los empleados de esa empresa que vende aquí pero que fabrica allí, tengan unas condiciones salariales equiparables a las de aquí, para que no haya una competencia claramente desleal?

Es obvio que la globalización y el liberalismo económico tienen grandes problemas, pero sus alternativas, la desglobalización y el proteccionismo ya han sido probadas y son claramente peores. En vez de destrozar el castillo y empezar de cero construyendo una choza, que ya sabemos que se hunde en cuanto sopla el aire, ¿no sería más lógico acometer reformas en el castillo subsanando las deficiencias que tiene?

También es obvio que la Unión Europea es manifiestamente mejorable y tiene graves defectos, pero siempre será mejor intentar subsanarlos que directamente destruirla, como parece la tendencia después de la experiencia británica y ahora con la italiana.
La destrucción de la Unión Europea solo beneficia a los no europeos, y en ello andan…

Estoy seguro de que si el sol pudiera apagarse y encenderse, podríamos encontrar a un político que nos ofreciera apagarlo (subvencionado por los fabricantes de bombillas, naturalmente) aduciendo que puede provocar graves quemaduras, especialmente a los niños (la recurrencia a las emociones básicas es fundamental en política)

Por todos estos motivos y algunos más que ya no caben, sugiero que a la hora de votar releamos la historia del siglo XX y votemos con la cabeza en lugar de hacerlo con las emociones, como desean los poderosos. y sobre todo en vez de poner en riesgo el jarrón chino de la abuela, averiguar si un experimento similar se ha hecho previamente, y si no, hacerlo con gaseosa.

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo. Y además, al estar incluidos en un marco legal supranacional de obligado cumplimiento de acuerdo al Tratado, las sociedades secularmente aquejadas del pernicioso defecto de la arbitrariedad en la aplicación de las normas (lease España), han alcanzado el más alto nivel de seguridad jurídica de su historia.

    Por tanto, si hay defectos en la Unión... Para arreglarlo, mas Europa.

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    1. Cierto, lástima que algunos populistas tiren del nacionalismo para destrozarla y la plebe nos dejemos engañar...

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