Cómo superar la depresión posvacacional


Sí, mis sufridos lectores, ya se acabaron las vacaciones (o está a puntito). Ahora toca enfrentarse a la cruda realidad, a los madrugones cotidianos, a las tontás de los jefes, a ese trabajo rutinario que, quitando el sueldo de fin de mes, ofrece menos alicientes que una boñiga de vaca. Y… lo que es más duro aún: rezando para que no falte durante muchos años.

Durante estos días de asueto y descanso, hemos disfrutado de ese maravilloso turismo de consumo, gracias al cual nos hemos gastado los ahorros de casi todo el año y hemos visto diez ciudades milenarias en cinco días. Ciudades que para entender una sola de ellas, no sería suficiente una vida. 

En estos días, también hemos dejado atrás las masificaciones del Metro y Cercanías y las hemos sustituido por las masificaciones en el aeropuerto y en las estaciones de tren, esperando que los trabajadores de turno acaben con sus huelgas correspondientes. O por esas otras aglomeraciones en el restaurante, intentando encontrar una mísera mesa en la que sentarse a reponer nuestras menguadas fuerzas, angustiados, eso sí, por si el plato que nos traerán tendrá la suficiente buena presencia como para hacerle una foto y subirla a las redes sociales especificando, naturalmente, el nombre del restaurante y la ciudad.

Afortunadamente, no hemos tenido que dar interminables vueltas por las calles de Madrid para encontrar aparcamiento, porque lo hemos hecho por las calles de Benidorm (por ejemplo), y, al final, en un golpe de suerte, hemos podido aparcar a dos kilómetros del hotel en que nos alojamos.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano, hemos permanecido impasibles cuando nos mostraban la cuenta de cualquier chiringuito o restaurante donde te cobran generosamente hasta por las cosas que no has pedido (el pan es lo típico, pero llegará el día que cobren por el sol y el aire) 

Todo ello sazonado con un calor asfixiante y una humedad a la que los pobres habitantes de las tierras de secano, no estamos acostumbrados. 

Pero, como es obvio, nos lo hemos pasado bien, hemos visto un montón de sitios nuevos, hemos comido y bebido para aburrir y, ahora, ya estoy seguro que la Sirenita está en Berlín ¿o era en Copenhague?. Bueno seguro del todo no estoy, pero en una de esas dos ciudades, fijo. Luego revisaré las fotos y si tenía activada la geolocalización, lo averiguaré.

Todo sea por una buena causa. Nos hemos pasado el año esperando estas vacaciones y ahora no vamos a decir que no hemos disfrutado y que no hemos descansado. Ya descansaremos cuando comience el trabajo. 

Y efectivamente, toca enfrentarse un año más a la monotonía, a esperar durante once meses a que podamos volver a hacer lo que nos apetezca. 
Estar durante once meses esperando a que llegue uno, que luego se pasa volando, es un poco deprimente y es ahora, al principio, cuando nos hacemos más conscientes de ese hecho. De ahí que llegue la tan temida… (redoble de tambores)... Depresión posvacacional.

Es en esta época en la que aparecen multitud de artículos diciendo cómo afrontarla. Yo quería unirme a esta moda y escribir uno. No me centraré en lo típico de piensa en positivo y evita los pensamientos negativos, no permitas que las ideas recurrentes negativas inunden tu cerebro. 
Cómo si fuera tan fácil.
Si uno pudiera poner un filtro en su cerebro como si fuera una app, poniendo una cruz en pensamientos negativos y así evitarlos, no existirían ni los psiquiatras, ni los psicólogos ni las benzodiacepinas. Pero existen porque lo de evitar los pensamientos negativos, no es tan fácil.

Así que yo propongo una estrategia que más que enfrentarse frontalmente con el problema, le rodea.
Se trata de plantearse nuevos objetivos. Sí, como si fuera año nuevo, pero con calor. 
Cada año nuevo nos planteamos nuevos objetivos vitales que solemos haber olvidado para el día de Reyes. Yo lo achaco al hecho de tener tantas fiestas juntas y al alcohol ingerido.
Ahora no hay fiestas, así que no hay excusas para no cumplir los objetivos planteados. 

Os propongo algunos. 
¿Qué tal planificar unas vacaciones más racionales para el año próximo? Unas vacaciones del Siguiente Nivel, Vacaciones 2.0  en las que no haya que ver cien monumentos, beberse cien cervezas, gastarse miles de euros y hacer miles de kilómetros. Unas vacaciones más conectadas con los demás, charlando detrás de un café con los que tenemos al lado y no a través de una pantalla. Más conectados con el lugar que visitamos, preocupándonos de entender su historia, su gente, en lugar de preocuparnos de si habremos hecho suficientes fotos. Todo ello, con más calma, viendo además de mirando, escuchando además de oyendo, saboreando además de comiendo. 
Unas vacaciones más conectadas con nosotros mismos, con tiempo para leer, para descansar… No creo que tenga mucho sentido volver de unas vacaciones más cansados de lo que nos fuimos.

Lo que estoy proponiendo es cambiar el actual modelo de turismo de consumo por uno más consciente y respetuoso con los demás, con el entorno y sobre todo, con nosotros mismos.
¿No es ese ya en sí mismo un buen objetivo para el año próximo? ¿Volver de las vacaciones renovado, con las pilas cargadas y dispuesto a comerse el mundo en el nuevo curso que empieza?

Algún lector dirá. Ya está aquí el carca de siempre diciendo que descanse y me lo tome todo con más calma… ya descansaré cuando muera. 
No, mi querido lector. A mi juicio, esa es una idea implantada por la sociedad de consumo. Lo de vivir mucho y rápido dejando un bonito cadáver, como decía James Dean, es una estupidez creada por el actual estilo de vida occidental y trasladada a nuestros lobotomizados cerebros. No es más feliz el que más combinados se mete para el cuerpo ni el que más likes obtiene en Instagram, ni el más popular en Facebook o Youtube.
Tampoco es más feliz el que más parejas sexuales ha tenido ni el que más ciudades ha visitado. Desgraciadamente todo es consumo incluido el amor o el turismo. 

Sugiero desposeer a todas las cosas del hecho de ser consumidas y en su lugar, ser disfrutadas. 

Hay varias razones para ello. La primera es que en el consumo de cosas, experiencias e ideas no está la felicidad, sino en su disfrute sereno y pausado. En concreto, las ideas no están para consumirse están para reflexionarse, aunque los medios nos las empaqueten para que las consumamos como píldoras.

La segunda es que en el consumo desaforado no hay realización personal. Consumimos porque nos sentimos vacíos y queremos llenar ese vacío con experiencias y objetos. Una vez llenos de experiencias y objetos seguimos tan vacíos como antes, pero más frustrados porque nuestras esperanzas no se han cumplido. 

La tercera es que no podemos permitirnos el lujo de consumir irreflexivamente, porque las condiciones que permiten la vida humana sobre la Tierra no lo soportan. 

Así pues, más objetivos para dejar de pensar en lo bien que lo hemos pasado en las vacaciones y los once meses de duro trabajo que nos esperan antes de tomar nuestras nuevas vacaciones 2.0. 
  • Darle vueltas al coco sobre cómo reducir el plástico (ardua tarea porque absolutamente todo viene envasado en plástico. Hay veces que envuelven en plástico el plástico del envase del producto) 
  • Reducir el consumo de productos procesados haciéndolo compatible con nuestra endémica escasez de tiempo.
  • Reducir el consumo en general, y consecuentemente los residuos que generamos.

Plantearse objetivos y luchar por conseguirlos, nos da una sensación de control del entorno y una seguridad que aleja de nosotros las depresiones, entre ellas, la tan temida…  (redoble de tambores)... depresión posvacacional.

----
Estos son los objetivos y estos otros los sueños de Siguiente Nivel. Si se parecen a alguno de los tuyos, ayuda a su difusión, compartiendo, comentando o marcando “me gusta” en las publicaciones o en la página.
----
Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto. Son solo una visión de la realidad.
Es poco probable que alguien se encuentre en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuento de Navidad 2.023

La verdad sobre el cambio climático

Noche mágica de Reyes