¿De verdad el hombre desciende del mono?


El domingo pasado, mientras daba un paseo matutino, observo un coche con el espejo retrovisor externo roto y en el suelo algunos trozos del espejo. Pongo  más atención y me doy cuenta de que los coches aparcados en esa acera tienen todos el espejo destrozado, la mayor parte de ellos les quedaba sólo el muñón donde en el pasado se asentaba el espejo

Según voy recorriendo la calle veo que todos los coches a lo largo de la misma han corrido igual suerte, aunque a medida que avanzo, la violencia sobre los espejos va disminuyendo. Era obvio que los energúmenos se iban cansando, porque destrozar los espejos a patadas, cansado debe ser. Es una pena que tanta energía no se encauce hacia actividades más positivas. Sin duda, fue esta una forma lúdica de celebrar el fin de semana.

Entiendo que haya personas que tienen sus reservas sobre que el hombre descienda del mono, cuando existen grupos de homínidos, como seguramente este que nos ocupa, que han demostrado una inteligencia muy inferior a la del mono. Sí descendierámos del mono, la inteligencia de los grupos de hombres debería ser cuando menos igual, si no superior. El caso que nos ocupa es la prueba fehaciente de grupos con inteligencia inferior

No vamos a rasgarnos las vestiduras por hechos como este. Gamberros siempre los ha habido y siempre los habrá, pero debemos reconocer que este tipo de acciones, delitos de baja intensidad, proliferan cuando los valores sociales disminuyen. Y creo que algunos estaremos de acuerdo en que los valores sociales, aquellos que facilitan la convivencia están en crisis.

A mi juicio, hechos como este vienen a reforzar los argumentos que defendía hace poco en mi post La caída de la aguja de Notre Dame, porque se critica a menudo a las religiones, pero especialmente las milenarias  contienen un cuerpo de valores éticos que, correctamente interpretados, facilitan la convivencia. Sí al menos la disminución de la influencia de las religiones en la sociedad estuviera siendo acompañada por el aumento de una conciencia laica y ética, el efecto sobre los valores se vería compensado. Pero no es el caso.
Los valores sociales se han vuelto pragmáticos y casi todo se restringe al cumplimiento de la ley. Pero la ley se cumple única y exclusivamente por el temor a ser pillado. Si no te pillan, no hay delito
Este es el principio usado por los vándalos esos de los espejos.
Como decíamos en ese post, si no hay una moralidad que trasciende la propia ley, puede ponerse en juego la cohesión de la sociedad. Sí tengo los medios para cometer un delito del cual obtengo un claro beneficio y las posibilidades de que me pillen son muy bajas, en ausencia de una norma moral que guíe mis actos, ¿por qué no voy a cometerlo?

Las religiones han aportado tradicionalmente esa moralidad que trasciende la ley. Estamos de acuerdo en que junto a unas normas morales, las religiones, o mejor dicho, algunos sujetos han incorporado a las religiones otras normas que favorecían el mantenimiento de los privilegios de las clases pudientes.
Es decir, no hay bien sin mal, el ying y el yang. Toda cosa buena encierra algo de malo y viceversa.

Naturalmente, desde la ausencia de religión se puede construir una ética tan buena o mejor que la de las religiones pero requiere un esfuerzo mayor. Si este esfuerzo se realiza, probablemente estemos creando una religión nueva, la nuestra. Algo así pasó con La Guerra de las Galaxias y su famosa Fuerza (“que la Fuerza te acompañe”). Creo que ya tiene adeptos que aspiran a ser Jedis

Si un aspecto sobre el que reflexionar es si los valores sociales están decayendo o no (a mi me parece que si, que el individualismo y la búsqueda del propio placer están primando sobre el resto de los valores), otro aspecto es el llamado efecto mariposa.
Nunca estamos seguros de cuáles serán las consecuencias del más pequeño de nuestros actos.
Podría darse el caso, ¿porque no?, que uno de los coches dañados por los gamberros perteneciera a un médico de urgencias que ese día tuviera guardia. El médico, al no poder circular sin espejo, tuviera que buscar un medio alternativo de transporte y llegara lo suficientemente tarde para no poder atender una urgencia a tiempo y la hermana pequeña de uno de los energúmenos muriera por no recibir atención médica a tiempo.

Otro de los coches podría pertenecer a una persona con serios problemas económicos que a su vez le tuvieran sumido en una profunda depresión. Al ir a coger el coche y ver el espejo roto y pensar en los cien o doscientos euros que le podría costar la broma, le podría dar un jamacuco allí mismo, o ser la gota que colma el vaso y tirarse por un barranco.

Como nunca podemos estar seguros de las consecuencias de nuestros actos, mejor que procuremos que sean buenos, no sea que de forma indirecta provoquen desgracias ajenas.

Y puestos a jugar con el efecto mariposa, probemos con cosas sencillas y agradables, ¿qué tal averiguar el efecto de una sonrisa?.

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