Pura avaricia


Sí. Es pura avaricia lo que nos ha llevado hasta donde estamos.

A poco que analicemos la situación y la comparemos con la de hace treinta años, nos daremos cuenta de que esta afirmación es cierta.
A finales de los ochenta, principios de los noventa del siglo pasado, la calidad de vida en los países desarrollados era razonablemente buena, pero algo comenzó a cambiar, espoleado por la necesidad de incremento ad infinitum del beneficio empresarial.

Lo que fue un movimiento tímido de algunas empresas se convirtió en tendencia. Incluso la compañias más serias que se resistieron al principio, se vieron abocadas al cambio, si querían sobrevivir.

¿De qué tendencia hablamos? De sustituir los productos duraderos y de calidad, por productos de un solo uso o cuando menos de vida limitada, casi medida.
Y ahora, repasaremos unos pocos ejemplos de los miles que hay, que sustentan las anteriores afirmaciones.

Comencemos con los envases no retornables. Hace treinta años se podían tomar todo tipo de refrescos y cerveza (ni mucho menos las variedades de hoy, claro está), pero había que llevar los envases vacíos o pagar los que te llevabas con un coste considerable.
La decisión de compra de una bebida, debía, por tanto, ser meditada con anterioridad. Exigía una previsión: "Voy a comprar cerveza". Y solo comprabas tres cervezas porque tenías tres envases.
Los fabricantes, llevados por el deseo de vender más, quisieron que la compra de bebidas fuera impulsiva, sin límites y llevaron los envases no retornables a la tienda (fundamentalmente plásticos y aluminio) . Y ahora vemos los mares y las tierras inundadas de botellas de plástico y latas.
(Hice una propuesta para mejorar esto que podéis ver aquí)

Los que tengáis una cierta edad, conoceréis algún frigorífico o lavadora que  se tuvo que tirar de puro aburrimiento porque funcionaba como el primer día. Es cierto que de vez en cuando había que llamar al técnico, pero se cambiaba una pieza y a tirar otros tantos años.

Ahora, al poco tiempo, ya están dando señales de que se quieren romper o se rompen directamente. Los aparatos se han diseñado expresamente para que sean irreparables y que el coste de reparación sea comparable al de un aparato nuevo. Otra vez, el deseo de vender más de los fabricantes, ha inundado nuestras tierras y mares de lavadoras, televisiones, frigoríficos, etc. porque siempre hay algún desaprensivo que lo tira en cualquier lado, e incluso lo graba.

La misma filosofía existe por doquier: Se trata de vender un producto con muchos consumibles. El producto se pone muy barato y los consumibles muy caros. 

¿No os suena esto con el café, por ejemplo? Puedes encontrar una cafetera por treinta euros o menos. Algunas veces la regalan, porque el negocio está en las cápsulas. El desperdicio que generan y los recursos planetarios que consumen son despreciados por los fabricantes en aras de un mayor beneficio.

¿Y las impresoras? Los cartuchos de tinta pueden costar más que la propia impresora. Es evidente que ponen un precio atractivo porque el negocio está en la tinta.
He echado unas cuentas y me ha salido que el precio del litro de tinta de impresora puede salir alrededor de los 4500 euros. Dudo que haya muchos líquidos más caros en el mundo.
Los fabricantes podrían haber ideado un mecanismo para rellenar la tinta de la impresora, partiendo de comprar simplemente un recipiente de 100 ml, por ejemplo y enchufárselo a la impresora. Pero no, hay que cambiar el cabezal entero aunque esté en perfectas condiciones porque así me aseguro de que compran el mío, y le puedo poner el precio que quiero. La avaricia, siempre por delante de los intereses planetarios, que llenan las basuras de los altamente contaminantes cartuchos de tinta vacíos.

La misma idea se replica eternamente, la ropa debe cambiarse a menudo. No se puede usar un jersey, una camisa o camiseta de un año para otro. Se hacen las prendas muy baratas para que se renueven a menudo y uno esté siempre a la moda. ¿Recordáis algún pantalón de antaño que tuvisteis que tirar hartos de verlo en el armario, aunque estaba como el primer día? Yo sí. Eso actualmente es una quimera.
Pero la avaricia está por encima de todo y nuestros vertederos están llenos de ropa, y el aire y los ríos llenos de contaminantes procedentes del proceso de fabricación de nuevas prendas de vestir.

Y por si faltaba algo, la avaricia de los políticos motiva que presten oídos sordos a todos estos hechos, comprobados y conocidos por todos. Pocas iniciativas se oyen para enmendarlos...
Los grandes políticos (excepciones habrá, espero), faltos de vocación de servicio público, están en sus puestos exclusivamente por la avaricia de tener mucho y esforzarse poco.

Sí, la avaricia nos ha traído donde estamos y me temo que nos llevará aún más lejos.
Ya lo identificó un gran jefe indio, hace muchos años, y sus palabras serán lamentablemente una profecía cumplida:

Cuando el hombre haya matado 
el último animal, 
cuando haya talado el último árbol, 
cuando haya contaminado el último mar, 
el último río, el último afluente, 
cuando haya intoxicado la 
última partícula de aire respirable, 
entonces, sólo entonces se dará cuenta de que el dinero no se come
Carta del Gran jefe indio de Seattle al jefe de Washington

Sin embargo, como dije en mi anterior post, no nos angustiemos. Limitémonos a no caer en la trampa del consumismo en sus infinitas versiones. 

Eso sería suficiente para cambiar el mundo.

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