Habrá que repetir la historia para recordarla


Esta semana se han cumplido 75 años desde que Auschwitz fuera liberado de las garras de los guardianes alemanes que los custodiaban y sus prisioneros, liberados.

Bueno, "liberados" es un decir, porque en el fondo, nadie sabía qué hacer con ellos.
Bueno, "custodiaban" también es un decir, porque realmente los masacraban, explotaban, torturaban, violaban, experimentaban con ellos y mil abyectas cosas más que ni la más maligna imaginación puede elucubrar en sus pesadillas más terribles.

Ya han pasado 75 años. Cómo pasa el tiempo. Pero sólo 75 años han bastado para que olvidemos cuan bajo puede caer el ser humano.
No recuerdo que nuestra especie a lo largo de la historia, haya sido capaz de construir el cielo en la tierra, pero aquí en Auschwitz, consiguió crear el infierno en la tierra.

Yo no he visitado Auschwitz, y dudo que quiera hacerlo, pero hay una escena que quedó grabada en mi memoria para siempre y que me hace respetar los lugares con historias terribles.
Apenas tendría yo 7 años cuando hice una visita al Alcázar de Toledo. Al visitar la enfermería, me llamó la atención una silla parecida a la de los dentistas y dije en voz alta a mis padres: "mira, aquí es donde sacaban las muelas", y un señor indignado,  ignorando mi inocencia, respondió: "ójala hubieran sido muelas, aquí se cortaban brazos y piernas". Naturalmente, se refería al asedio que este recinto había sufrido durante la Guerra Civil española

Pues solo 75 años después, los visitantes de Auschwitz, caminan por aquellas vías cortadas, vías sin retorno, haciéndose selfis (perdón, autorretratos quiero decir). Olvidando el sufrimiento de cada uno de los prisioneros, de los niños separados de sus padres, del terror que los judíos, por el simple hecho de serlo, sintieron al llegar a ese lugar inhóspito en unos trenes hacinados, donde ni se les otorgaba el derecho de hacer sus necesidades en un lugar discreto.
Bueno, "olvidando" tampoco es la palabra correcta, porque para olvidar previamente hay que haber sabido. Y muchos de nosotros no hemos sabido lo que ocurrió entre aquellos muros. De saberlo, nunca lo habríamos olvidado y visitaríamos aquel lugar con el alma acongojada y el cuerpo acojonado por los límites que la maldad extrema del ser humano es capaz de atravesar.

Y solo 75 años después, nosotros haciéndonos selfies allí. Un selfi, que es la versión moderna de aquellos grafitis que se dejaban antaño escritos en los lugares: "Kilroy was here", Kilroy estuvo aquí. Nuestros selfies dicen "yo estuve aquí". Cuántos prisioneros hubieran deseado no estar allí nunca.

Y solo 75 años después, la humanidad no se acuerda de aquella aberración contra la naturaleza que fue Auschwitz y juega con fuego de nuevo, porque la mejor manera de cometer los mismos errores una y otra vez, es olvidar que ya se cometieron.

Confiemos que esa aldea global que los medios de comunicación e Internet han creado, nos protejan de cometer esos errores. Esa aldea global. con sus grandes sombras, que al menos aporte esa luz.

De momento, estamos olvidando la Historia y vivimos como si todas esas cosas nunca hubieran pasado. Hemos olvidado la triste historia del siglo XX, un siglo que abandonamos hace tan solo 20 años y que fue el siglo más sangriento de la sangrienta historia de la Humanidad.

La Primera Guerra Mundial fue la más encarnizada de las guerras con miles de soldados muriendo en las trincheras. Fue la primera en la que se experimentó con armas modernas, con gases venenosos.
La Guerra Civil española fue la más cruel de las guerras. Hijos contra padres, hermanos contra hermanos, sin ninguna concesión a la piedad o al perdón.
La Segunda Guerra Mundial fue la más horrible de las guerras que acabó con el colofón de las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Cientos de miles de civiles, de niños, ancianos, personas indefensas, murieron en un instante y en los años sucesivos, víctimas del cáncer que provocaron.

Y solo 75 años después hemos olvidado todo eso y jugamos al mismo juego. Los nacionalismos y el proteccionismo económico solo conducen al aislamiento. El aislamiento generará pobreza y será necesario expandirse para seguir siquiera sobreviviendo. ¿Necesitaremos volver al imperialismo que provocó la Primera Guerra Mundial?

No lo sé, pero empezamos a jugar a un juego parecido. Goebbels, el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda de la Alemania de Adolf Hitler, utilizó ya las armas que se usan ahora con total tranquilidad.
Este hombre conocedor del gran poder de los medios de comunicación de masas, se aseguró de que todos los alemanes podían conseguir una radio, y dispuso los mecanismos necesarios para que las radios fueran baratas y asequibles para todos.
Y luego, se limitó a transmitir, a través de esas radios, mensajes simples, directos a las emociones del pueblo, y que no tenían otra misión que la de manipularlos.
De este modo tan sencillo se inventó lo que ahora se llama ingeniería social, o lo que es lo mismo: conseguir que las masas hagan lo que uno quiere sin que sepan que están obedeciendo órdenes.

Nuestros políticos hacen lo mismo: mensajes sencillos, directos a nuestras emociones. Nadie apela a la razón, solo a las emociones. Su deseo más intenso es que pensemos con las tripas. Y, desgraciadamente, eso es lo que hacemos.

Durante bastantes años, mientras que aquellos supervivientes de las grandes guerras que he mencionado, estaban entre nosotros, era difícil colar ideas simples y dirigidas a las tripas. Aun estaba fresco en la memoria las consecuencias de desatar las emociones de la plebe.
Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, coinciden con el mayor progreso que la vieja Europa ha vivido en toda su existencia.
En esa época, incluso los poderosos sabían que podían perderlo todo. Lo sabían porque algunos lo perdieron todo y eran conscientes de que el fuego hay que mantenerlo controlado o puede llegar a quemar incluso a uno mismo.

El tiempo ha pasado y ya no quedan poderosos que lo perdieran todo. Han olvidado las consecuencias de jugar con fuego y están comprando cerillas y gasolina en abundancia.

¿Y nosotros? ¿Vamos a permitir, como siempre, que seamos nosotros el instrumento del que los poderosos se valgan para jugar a su juego?.
Si consiguen que pensemos con las tripas en vez de con el cerebro, lo habrán logrado una vez más.

Si no conocemos la historia, estaremos obligados a repetirla.

----
Monografías de Siguiente Nivel

----
Estos son los objetivos y estos otros los sueños de Siguiente Nivel. Si se parecen a alguno de los tuyos, ayuda a su difusión, compartiendo, comentando o marcando “me gusta” en las publicaciones o en la página.
----
Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto. Son solo una visión de la realidad.

Es poco probable que alguien se encuentre en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuento de Navidad 2.023

La verdad sobre el cambio climático

Noche mágica de Reyes