5ª Lección vírica-Una cura de humildad



Creo que el virus nos está enseñando a ser un poco más humildes. No sé si estamos aprendiendo la lección pero el mensaje está claro. 

Ya llevamos más de siete meses de pandemia en Europa y no estamos mucho mejor que al principio

Recuerdo, cuando todo esto empezó, que se hablaba de tratamientos y vacunas que a corto plazo estarían disponibles. Incluso recuerdo haber oído a mediados de marzo, que se habían puesto los ordenadores más potentes del mundo a trabajar en tratamientos basados en combinaciones de fármacos para identificar los más eficaces

Siete meses después no parece que se haya obtenido ningún resultado espectacular. No sé si concluir que los ordenadores en cuestión no eran tan listos como nos lo pintaron.

Sin embargo, es obvio que ha habido avances, pero la batalla aún está lejos de ser ganada.


La ciencia da para lo que da, que es mucho, pero aún le queda más por recorrer, y mientras anda ese camino, no nos queda otra que ser humildes y reconocer nuestras limitaciones.


La humildad, en este caso, también implica la máxima colaboración para que el virus no se disemine. Ya parece evidente que el virus se transmite por aerosoles. Es decir, es capaz de permanecer flotando en el aire bastante tiempo, así que si estamos con alguien que tiene el virus en un sitio cerrado y mal ventilado durante el tiempo suficiente, es posible que nos contagie. En la medida de lo posible debemos evitar esas situaciones, y por supuesto, las aún más evidentes de cualquier contacto estrecho por muy familia o amigos que sean.


Nos creemos que la ciencia nos puede sacar de cualquier lío pero no es así. Para algunos, la ciencia se ha convertido en una religión. De hecho, hay quien piensa que lo que la ciencia no bendice, no existe y en cuanto no se puede demostrar en un laboratorio y no obedece a una relación causa-efecto inmediata, no forma parte de la realidad. Me temo que no sea así. Simplemente no tenemos conocimientos científicos suficientes para entenderlo. 


Me vienen a la mente técnicas como la homeopatía y la acupuntura, que según la ciencia oficial no curan y que cuando lo hacen es puro efecto placebo. Tal vez sea así, pero si el efecto placebo cura, bendito sea el efecto placebo. Lo mismo había que investigarlo más.


Antes del Renacimiento, cuando no existía la ciencia tal y como la conocemos, no había explicación para la mayor parte de los hechos naturales comunes y se recurría a la idea de Dios para casi todo. Luego, la ciencia fue dando explicación a la mayor parte de esos hechos y nos fue alejando de Dios y llenándonos de vanidad como especie. 

La ciencia solo ha expandido la frontera de lo inexplicable, de lo insondable, de lo incontrolable durante estos quinientos años de progreso, pero lo inexplicable, lo insondable y lo incontrolable siguen estando ahí. Convendría recordarlo de vez en cuando para no convertir la ciencia en una religión y dejar a las religiones su propio terreno.


El coronavirus es una cura de humildad, como lo es el cambio climático, del que se tendrá que volver a hablar en cuanto el virus nos dé una tregua.


Ser humildes, no significa ser vencidos. Al contrario. Es reconocer nuestras limitaciones para comenzar a trabajar de una manera distinta. Una manera en la que la principal diferencia es la unión de los esfuerzos individuales para generar un inmenso potencial colectivo. 


No quiero que esta parrafada sea una más de las muchas cosas negativas que podemos leer y escuchar por doquier. Creo que estamos rodeados de negatividad allá donde fijamos nuestra atención: la política, la economía, la salud, la ecología… un futuro lleno de más incertidumbres que en otros tiempos, y que sin duda están afectando a nuestra salud mental individual y colectiva. 


Por eso quiero acabar recordando nuestro inmenso potencial como seres humanos. Cada ser humano tiene unas capacidades enormes que en muchos casos están por descubrir. Todos y cada uno de nosotros es insustituible, inigualable y con potenciales inmensos. Todos hacemos falta de una forma o de otra. Nadie sobra. 

Si somos capaces de orientar todas esas capacidades individuales en la misma dirección, seremos invencibles como especie y el coronavirus, el cambio climático y cuantos problemas haya que enfrentar en el futuro, serán solo obstáculos superados.. 


¿Qué tal si empezamos por cooperar en lo político y nos ponemos de acuerdo sobre como enfrentarnos al virus y a la crisis económica y luego ya, si eso, nos concentramos en el siguiente problema?

¿Cómo? Exigiendo cada uno de nosotros, con nuestras ideas políticas particulares, a nuestros respectivos líderes que cooperen y penalizando con nuestro voto al que se resista.


Puesto que los problemas a los que nos enfrentamos son globales, solo unidos vamos a ser capaces de enfrentarnos a ellos

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