El poder de las palabras II
Ya he contado en alguna ocasión que hubo un tiempo que me dio por leer libros de autoayuda y tomar notas sobre las cosas más significativas. Esas notas las reuní en mi Compendio de Autoayuda que podéis leer tocando aquí. También leí libros de psicología y sobre el funcionamiento del cerebro. ¿Qué queréis? Cada uno pierde el tiempo en lo que le place. Unos eligen la televisión o los videojuegos y yo elegí esta otra forma.
Bien, pues fruto de esa lectura reuní unos conocimientos difusos y abstractos que teóricamente deberían servir para algo, pero que en la práctica no suelen servir para nada.
Y digo suelen porque es posible que sirvan para algo. Juzgad vosotros mismos porque voy a intentar compartir aquí alguna de las conclusiones que saqué. Si os sirven para algo, genial y si no, olvidad que lo habéis leído.
Para empezar contaré como entendí que funciona el cerebro. Parece que dentro de la cabeza tenemos unas pocas células nerviosas que se llaman neuronas (dicen que los hombres solo tenemos una) pero los que las han contado hablan de unos 80.000 millones de neuronas. Imaginaos al pobre científico que las contó, se pasó toda la vida contando y dejó a sus hijos en herencia el número de las que había contado y las que le faltaban por contar para que siguieran ellos.
Para hacer las cosas un poco más complicadas, cada una de esas neuronas está conectada con las de alrededor de las formas más variopintas (a esa conexión los científicos la llaman sinapsis para hacerlo todo más complejo). Pues bien, si multiplicamos el mogollón de neuronas por el mogollón de conexiones de cada una de ellas nos sale un mogollón al cuadrado de conexiones, y es precisamente en esas conexiones (dicho de una forma simplificada) donde se guarda la información que luego recordamos.
Si os parecen muchas todas esas conexiones, dicen que de pequeñines tenemos la hueva más y que según vamos creciendo se produce una poda de conexiones hasta que al final nos quedamos tan tontos como en realidad somos. Esa poda de conexiones se hace siguiendo el principio de lo que se usa se potencia y lo que no, se tira a la basura. Esa es la razón por la que vemos como los niños parecen esponjas absorbiendo todo la información que reciben de su alrededor.
De hecho, los niños hacen un uso intensivo de lo que los neurocientíficos llaman neuronas espejo. Ellos nos cuentan que cuando vemos a alguien hacer algo se activan en nuestro cerebro las mismas neuronas que si lo estuviéramos haciendo nosotros, forzando a nuestro cerebro a funcionar como el que está realizando la acción, algo así como un espejo. Esa sería una explicación de porqué disfrutamos viendo a alguien que juega al fútbol o bailando. De alguna manera, es como si jugáramos o bailáramos nosotros mismos.
Y, efectivamente, los niños sacan un gran partido de esas neuronas espejo y a través de ellas aprenden a hacer y decir lo que hacen y dicen los mayores.
De alguna manera, el principio de la poda de conexiones se utiliza durante toda la vida y se van eliminando aquellas conexiones que no se usan y reforzando las conexiones que usamos a menudo. Esto marca la importancia de los hábitos.
Cuando una cosa se repite y las mismas conexiones neuronales se usan, se refuerzan. Todos tenemos la experiencia de aprendernos algo a base de repetirlo mil veces.
Hasta ahora no creo que ningún psicólogo tenga nada que objetar a lo que he dicho, pero si lo tiene, por favor que use los comentarios de abajo. Nada me gustaría más que realmente Siguiente Nivel fuera un foro de discusión como me propuse en un principio pero que al final tiene más bien pocos comentarios
Pues bien, veamos de qué manera podemos usar toda esta información sobre el funcionamiento del cerebro de forma positiva para nosotros.
Supongamos una persona con un cerebro sano, es decir sin enfermedades fisiológicas, y que sufre situaciones externas negativas, problemas económicos, de relaciones, de salud, o dicho de otra manera, vive, resulta inevitable que aparezcan pensamientos negativos.
Estos pensamientos negativos funcionan como ya hemos descrito: se establecen conexiones entre neuronas y en cada vuelta que le damos a la cabeza (la famosa frase: NO hago más que darle vueltas a….), ese trayecto cerebral se refuerza, pero OJO en cada vuelta el círculo de conexiones se amplía. Es decir, no es en realidad un círculo por el que nuestro pensamiento negativo está circulando, es una espiral que cada vez involucra más neuronas, y, si dejamos a nuestra cabeza ir a su bola, regodeándose en esos pensamientos, puede llegar un momento que ocupe toda nuestra mente. Es lo típico cuando oyes que las finanzas de la empresa en la que trabajas no van bien y cuando te quieres dar cuenta, después de varias horas de cocido mental, te ves en tus pensamientos ya en el paro y con tus hijos en la indigencia viviendo debajo de un puente con todos enfermos de pulmonía severa por el frío y sin un euro para comprarles las medicinas.
Llegado a esa situación, en la que los pensamientos negativos han conquistado toda nuestra cabeza, por muy grande que la tengamos (la cabeza), habremos caído en una enfermedad que los médicos y psicólogos llaman depresión (que es una grave enfermedad que produce un enorme sufrimiento). La depresión, si no es tratada adecuadamente, puede cronificarse y arruinar de forma definitiva la vida del más pintao. Para tratar esas enfermedades disponemos afortunadamente de los psicólogos y psiquiatras.
Pero, puesto que las circunstancias negativas abundan a nuestro alrededor ¿hay algo que podamos hacer nosotros para evitar llegar a ese punto?
Sí, recordar como funciona el cerebro y que cada pensamiento, sea el que sea, se refuerza a sí mismo.
Por tanto, la estrategia es clara. ¿Pensamiento negativo? Pararlo inmediatamente sin respiro. ¿Las técnicas para hacerlo? Desde ponernos una gomita a estilo pulsera y cada vez que nos viene un pensamiento negativo estirarla y soltarla de tal forma que nos sacuda y nos produzca un ligero dolor, pasando por contar hacia atrás de dos en dos, o repasar mentalmente la tabla de multiplicar o simplemente rezando.
Esto es para defendernos de los pensamientos negativos y ¿cómo pasamos al contraataque?
Hemos dicho que cada pensamiento, sea el que sea, se refuerza a sí mismo. Funciona divinamente con los negativos, pero, y ahí está lo bueno, funciona también con los positivos.
Así que podemos sustituir esas ideas negativas por pensamientos positivos o simplemente palabras positivas. Podemos buscar las palabras que refuercen aquella actitud que queremos potenciar. Por ejemplo, ¿queremos potenciar la fuerza con la que nos enfrentamos a las difíciles situaciones de la vida, mantener el control y la tranquilidad? Pues podemos repetirnos mentalmente hasta la saciedad fuerza, valor, coraje, calma, control, sosiego,fuerza, valor, coraje, calma, control, sosiego,fuerza, valor, coraje, calma, control, sosiego….
No olvidemos que cada palabra (sea buena o mala) evoca en nuestra mente las ideas que su significado incluye, y por tanto, activa unas determinadas conexiones neuronales. Ya defendí el poder de las palabras en un post anterior que podéis ver tocando en este enlace.
Puede parecer una gilipollez, pero como he intentado explicar, aprovecha la forma en la que funciona el cerebro. La teoría no es complicada, las técnicas tampoco. Ahora, la dificultad, como siempre, está en llevarlo a la práctica y ser constantes en su aplicación.
Insisto, si os ha parecido útil, genial, porque ese es el objetivo del blog, si no, olvidad que lo habéis leído y os pido disculpas por el tiempo que os he hecho perder.
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