La vida es una mierda


Supongo que muchos de vosotros estaréis de acuerdo conmigo sobre lo que pongo en el título de este post. 

El que tiene la suerte de tener un trabajo, madruga cada día, se enfrenta al transporte público (o el atasco mañanero), aguanta la memeces de su jefe, pasa un día de perros y cuando llega a casa harto de todo, hale, a lidiar con los problemas domésticos, un grifo que se rompe, la cisterna que se sale, los niños que no paran de pelearse, y por si fuera poco, al día siguiente, hay que llevarles disfrazados de paraguayos jamaicanos para la fiesta del boniato entristecido. Y así día tras día, año tras año...


Todo esto si tienes trabajo. Si no, añádele a lo anterior las penurias económicas contando cada céntimo de euro para hacer frente a los miles de gastos que conlleva la vida moderna y la angustia permanente sobre el futuro.

Y si todo se redujera a eso, no iríamos mal del todo, pero la vida, lamentable e inevitablemente, nos obsequia de vez en cuando con alguna desgracia, algún accidente, alguna enfermedad para nosotros o nuestros seres más queridos o si no, incluso basta con ver el deterioro que el paso del tiempo produce en los que tenemos más cerca y en nosotros mismos.


Eso sí, para compensar podemos darnos de vez en cuando algún capricho, alguna cosa que nos apetezca, o comer en algún buen restaurante o hacer algún viaje agradable...


La verdad, no sé si esto último compensa lo primero, y es por eso que me permito afirmar que la vida es una mierda


Permitidme que puntualice. La vida es una mierda si solo se reduce a lo que he descrito. Afortunadamente, el ser humano tiene otros aspectos o planos, o matices, como queramos llamarlo. 

En mi compendio de autoayuda hablaba de cuatro planos fundamentales que componen al ser humano: el físico, el mental, el social y el espiritual. 

Si nos fijamos, la sociedad actual se centra en los planos físico y social. Los otros dos son completamente ignorados. Sin embargo, en esos dos planos es fácil fracasar. El solo paso del tiempo nos hace fracasar en el plano físico y en el social dependemos de otros, no solo de nosotros mismos. 


Y si esos dos planos son los únicos existentes en la actualidad. ¿Qué es el éxito actualmente? ¿Como nos imaginamos la felicidad en la sociedad consumista actual?

La felicidad en la sociedad moderna consiste básicamente en comer, beber, follar, viajar y poseer muchas cosas y a ser posible caras.

 ¿A quien se valora actualmente? ¿Quién tiene un papel social importante? Aquel que tiene la capacidad de comer, beber, follar y viajar bien y que además posee un coche caro y una casa lujosa.


Quizás esa sea una de las razones por las que las personas mayores han perdido todo papel en la sociedad. Ellos ya no tienen la capacidad de comer y beber bien (normalmente han de llevar un régimen), follar más bien poco y viajar va a ser que tampoco porque es tirando a cansado. Solo les queda lo de poseer cosas. ¿Será por eso que cuando las poseen, sus herederos les miran con ojos envidiosos y les acusan de egoístas por no morirse pronto?


Al haber eliminado de la vida del ser humano los planos mental y espiritual, aquellos en los que nuestros mayores son más fuertes, ellos han perdido su utilidad social y se han vuelto totalmente innecesarios. Fijaos bien que antiguamente se valoraba la experiencia, esa que se consigue enfrentándose a miles de problemas distintos a lo largo de toda una vida. Incluso había una paga por trienios. Ahora no. Los expertos, los experimentados, son solo viejos oxidados incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos.


Pero ¿quién y porqué ha eliminado los planos mental y espiritual de la vida del ser humano? Yo os voy a dar mi opinión: Exactamente los mismos que hace unas décadas y durante muchos siglos nos han estado diciendo que éramos sobre todo espíritu y que la vida terrenal no valía nada. Sí. Esos mismos y por las mismas razones.

Y ¿qué ha cambiado en las últimas décadas? Pues que ahora tenemos comida, y en abundancia.


Vayámonos a la edad media o incluso bastante más acá, al siglo XIX o el XX. Los que mandaban lo hacían por la gracia de Dios. Eran los designados por Dios para dirigir el destino de los hombres. La iglesia (o parte de ella, no generalicemos), normalmente les apoyaba y en conjunto formaban un contubernio para explotar a la plebe. ¿Qué les iban a decir para tenerlos controlados?, ¿currad para nosotros y disfrutad de la vida? No, porque ¿de qué vida iban a disfrutar, si no les daban ni de comer? Así que les decían, penad en esta vida, servid y morid por vuestro rey que luego Dios os dará la recompensa en el cielo.


Es curioso, porque la gente antes no podía hacer lo que ahora consideramos el culmen de la felicidad: comer, beber, follar, viajar y poseer cosas (muchas y a ser posible caras, y si no, al menos muchas). Es obvio que lo único que quedaba al alcance de nuestros antepasados era lo de follar y las élites se lo prohibían estrictamente bajo penas infernales, aunque esas mismas élites se tiraran cualquier cosa que anduviera sobre dos patas. Así que nuestros pobres antepasados solo podían centrarse en su faceta espiritual, la mental tampoco es que pudiera ser muy cultivada porque nadie les enseñó nunca a leer y escribir.


Esas mismas élites que usaban la religión para poner la plebe a su servicio, descubrieron, tras la revolución industrial, que la religión ya no les sería útil mucho más tiempo. Y es que concurrían nuevas circunstancias. Primero, se fabricaban tantos productos que alguien tenía que consumirlos, por lo que había que aumentar el poder adquisitivo de los currantes o quedarse con productos en los almacenes. Segundo, había que formar a los currantes para que fueran un poco más eficaces trabajando, así que se les enseñó a leer y escribir y más cosas. Es decir, se mejoraron las facetas física y mental de los individuos. La faceta social se daba por defecto y la espiritual tenía una cierta inercia de tiempos pasados. En definitiva, la peña de aquel entonces corría el riesgo de ser individuos completos y realizados (años 60-90 del siglo pasado). Eso no era posible, pues ese tipo de gente es peligrosa y pronto se dieron cuenta. 

Las dictaduras comunistas, viendo lo peligroso que era una masa formada intelectualmente y encima con aspiraciones trascendentes, eliminó la faceta espiritual sin ningún tipo de disimulo, prohibiendo directamente las religiones.  

Aquello tenía sus carencias así que sustituyeron la religión por el culto al líder o al partido y funcionó durante un tiempo.


Por su parte, las sociedades no comunistas evolucionaron de distinta manera. El culto al plano físico de las personas se fue incrementando a través del consumismo. Aparecieron cientos, miles de productos con los que deleitar nuestros sentidos. 


El plano intelectual se fue debilitando puesto que ya no era tan necesaria una masa de gente capaz de pensar para hacer un trabajo. Para eso están ahora los ordenadores y un pequeño grupo de científicos bien formados para aumentar la productividad o diseñar herramientas de control de la plebe (¿os suenan de algo los cientos de miles de apps que hay GRATIS a nuestra disposición?). 

Para este pequeño grupo de científicos y técnicos, con una faceta intelectual muy desarrollada, se diseñaron unos mecanismos de control basados en el plano físico (poder adquisitivo superior -aunque no en España, claro, donde nuestras élites son aún más cutres-), en el plano social (reconocimiento social -no en España, claro) y en el plano espiritual a través del establecimiento de una religión-ciencia con unos dogmas incuestionables bajo pena de excomunión de la comunidad científica.


Para el resto de los mortales, se utiliza el plano social para dividir a la gente en bandos en base a etiquetas y provocar enfrentamientos entre unos y otros con el consiguiente desgaste y pérdida de energías para todos (jóvenes contra viejos, hombres contra mujeres, ricos contra pobres, independentistas contra constitucionalistas, izquierdas contra derechas, incluso colchoneros contra vikingos, todo, todo para que nunca nos demos cuenta de que juntos avanzaríamos más y mejor)


Y por último, la faceta espiritual que aunque forme parte de nuestra naturaleza humana, como las otras, se ha ido arrinconando poco a poco (a diferencia de las dictaduras comunistas en las que se prohibió) hasta hacerla prácticamente residual (por tanto, con un resultado parecido).  


En nuestra sociedad neoliberal (el mercado es el amo) y a la vez neoprogresista (todos somos iguales, unos más que otros, eso sí, y solo el pensamiento políticamente correcto está permitido), de nuestra amplia naturaleza humana, nos hemos quedado básicamente con la dimensión física y algo de la dimensión social (solo la que resulta útil al sistema). 

En eso consiste el pensamiento neoprogresista, que nos dice: “Lo que veis, es lo que hay. No hay más. Sois cuerpo, disfrutad de él. Yo os daré las herramientas necesarias para hacerlo”. 

De ahí, que sea tan difícil encontrar a nuestro alrededor otra cosa que no sean conversaciones banales, de enfermedades o intervenciones médicas, de vinos, buenos restaurantes, viajes, cervezas o fútbol (el colmo de la sofisticación son discusiones políticas viscerales, porque razonadas sería mucho pedir). 

Resumiendo: ya nos han convencido: Solo somos cuerpo.

¿No es esto el soma que describe Aldous Huxley en su novela Un mundo feliz?


Pero ¿por qué esa obsesión por matar la espiritualidad del hombre? Muy sencillo. Un hombre sin trascendencia, sin espiritualidad, es un hombre sin esperanza y completamente manipulable. 

Por el contrario, un individuo con creencias firmes es un individuo sin miedo, capaz de cuestionarlo todo, incluso la estructura de poder establecido. Realmente peligroso y subversivo. San Juan Pablo II empezaba algunos de sus encuentros multitudinarios con esta frase “No tengáis miedo”. No conozco tres palabras más subversivas. 


Así pues, sí. La vida es una mierda. Pero quizás es porque nos estén animando a dejar de lado las facetas más puramente humanas: la intelectual y la espiritual. Aquellas que más claramente nos diferencian de los animales. Si os fijáis hay una tendencia de humanizar a los animales y de animalizar a los humanos. En definitiva, a igualarnos a todos los seres que se mueven, en derechos, aunque no en obligaciones, porque eso ya sería excesivo (ignoro el motivo por el que se saca de esta ecuación a las plantas y no se habla de sus derechos). Pero intuyo que el motivo de esta tendencia igualitarista es el mismo: desvalorizar la inteligencia y la espiritualidad.

Gracias a eso, se ha conseguido que nuestra vida sea algo que se parece bastante a una mierda. Mientras esta actividad frenética, que es el símbolo de la vida moderna, está presente en nuestra vida, no nos damos cuenta de como van pasando los días. Cuando por una enfermedad, el paro, o la propia vejez se nos obliga a bajar el ritmo, nos damos cuenta que no somos nada, que no tenemos nada y de ahí que sea tan fácil ver vidas vacías, miradas perdidas y cabezas bajas.


Por tanto, como conclusión, si queremos que esta vida no sea tan mierdosa y carente de sentido, tendremos que rebelarnos de alguna manera y creo que, antes de que sea demasiado tarde, deberíamos cultivar nuestra mente (actividad ya bastante pasada de moda) y además, algo aún más pasado de moda, tanto que incluso me da un poco de vergüenza decirlo (tal es el influjo de la sociedad): cultivar nuestra alma. 

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Compendio de Autoayuda

Trucos ecológicos

Suplantator el Extraterreste

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Historias de Villarriba y Villabajo

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Las ideas aquí expuestas no tienen porque estar en lo cierto. 

Son solo una visión de la realidad. Es poco probable que alguien se encuentre 

en posesión de la verdad, por eso Siguiente Nivel es una invitación a que 

cada uno desarrolle su propia verdad a través del estudio y la reflexión.


Comentarios

  1. En términos generales, ¿en qué momentos lo que obtenemos nos parece una nadería?
    Cuando esperamos o creemos que nuestros méritos son indignos de lo que obtenemos, eso nos produce regocijo... Abres un libro, empiezas a ojearlo y entre sus páginas, ¡oh maravilla!, aparece un billete de 200€. Ahora bien, cuando esperando y creyendo merecer mucho lo obtenido es menor que nuestra expectativa, ¡oh decepción!
    ¿Qué méritos o esperanzas nos invitan a creer que lo obtenido es una mierda?
    ¿Creemos acaso merecer algo mejor? A nivel social yo tengo serias dudas.
    Hay una frase que pulula por las redes, digna de cualquier estado de whatsapp "El que nada desea, lo posee todo", o algo asina. El budismo nos invita a eliminar todo deseo..., quizá sea ese el camino; pero no, no. Si yo elimininase todo deseo y anhelo en mi, dejaría de ser yo, y eso no, para nada, soy todo lo que tengo y esos deseos y anhelos están incrustados en cada una de mis células.
    Entonces, ¿cómo conseguir lo que tanto ansia mi corazón cuando no encuentro en mi los méritos necesarios para alcanzarlo?
    Si quisiera acercarme a alguien, que por su posición o por cualquier razón me resultase inalcanzable sería bueno encontrar un amigo común con influencia sobre él.
    ¡Tengo que buscar a alguien que tenga los méritos necesarios! También valdría a nivel social.
    Ese alguien es Cristo (Efesios 1,17-22)

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    1. Gracias Miguel por tu comentario. Efectivamente una de las razones (a mi juicio) de la insatisfacción de la sociedad actual es que el entorno (medios de comunicación, redes sociales, etc) nos ponen unas expectativas muy altas (por cierto, escribí un post al respecto con el título sistemas de referencia https://siguientenivelnextlevel.blogspot.com/2021/02/sistemas-de-referencia.html).
      Pero esas expectativas son puramente materiales y además de que difícilmente se alcanzan, al final son eso puramente materiales, por lo que la insatisfacción permanece incluso consiguiéndolas (lo digo no por experiencia propia sino por lo que parece haber pasado con gente realmente rica que aparentemente lo tiene todo, pero llevan una existencia miserable).
      Luego, como tú dices, debe haber algo más y la insatisfacción debe cubrirse de otra manera. Desgraciadamente todo tipo de espiritualidad parece estar proscrita por la sociedad actual.

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