Cinco sentidos… ¿o más? (I)


 Esta vez comenzaremos el post de una forma suave, haciendo un breve repaso a los conocimientos de fisiología que aprendimos en primero de primaria (bueno, yo, que soy un poco menos moderno, en primero de EGB)


Recordemos que nuestros cinco sentidos son la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Si nos fijamos, la mayor parte de los sentidos residen en la cabeza (cuatro coma dos de cinco. El coma dos lo he puesto porque la cabeza también posee parte del sentido del tacto, es decir alrededor del 85% de los sentidos). 

Esto quiere decir que si nos cortaran la cabeza, perderíamos la mayor parte de los sentidos. 

Perdón. Hay un error en el razonamiento anterior. Si nos cortan la cabeza, perdemos sólo gran parte del sentido del tacto (la que reside en el cuerpo) pero mantenemos el resto de los sentidos, incluido el tacto en la cabeza cortada, aunque creo que esto último no es seguro, me temo que no esté suficientemente documentado y que al final no se sepa cuántos sentidos se pierden.


Lo que sí se perdió es una oportunidad de oro para estudiarlo durante la revolución francesa, época en la que se guillotinó hasta al gato. Tenían una afición de separar las cabezas de los cuerpos fuera de lo común.


Ah, la revolución francesa, esa época punto de inflexión de la historia moderna de occidente en la que se sustituyó la crueldad y arbitrariedad del absolutismo monárquico de Luis XVI por la arbitrariedad y crueldad del gobierno revolucionario. 

Pues bien, si en esa época hubieran estado tan extendidas las encuestas como hoy en día, tendríamos bastante más información sobre el dilema que nos ocupa:

  • Por favor, valore de 1 a 5, siendo 1 la menor satisfacción y 5 la máxima, como de satisfecho se siente con el filo de la guillotina

  • Ahora le pellizcaremos el moflete, por favor, valore de 1 a 5, siendo 1 lo nota poco y 5 lo nota mucho, como de intenso ha notado el pellizco.

  • Muchas gracias por su colaboración.

Desgraciadamente las encuestas se popularizaron mucho después y nos hemos quedado sin saber cuántos sentidos se pierden al cortar la cabeza, pero creemos que deben ser muchos.


A ver, no es que critique la revolución francesa, que también, pero hay que reconocer que gracias a la revolución francesa se les dio un toque bastante gordo a las monarquías absolutistas europeas y si no hubiera sido por ella, es posible que aún viviéramos bajo una monarquía absolutista al estilo de la mantenida por ese señor tan majo que fue Fernando VII. 

Pues sí, muy majo. Traicionó a España, al pueblo, a los militares liberales, a su palabra… vamos que traicionó hasta a la madre que le parió, y esta vez no en sentido figurado sino "real", ya que también traicionó a sus padres. Este señor (por llamarle de alguna forma), si hubiera tenido que rellenar la profesión en su DNI, no debería haber puesto Rey sino Pérfido y abyecto traidor profesional.


Esto no es serio. Comenzamos hablando de los sentidos y acabamos hablando de Fernando VII. Reconduzcamos el post.


Pues bien, la naturaleza nos ha dotado de esos cinco sentidos y gracias a ellos percibimos el mundo. Pero.. ¿el mundo tal y como es, o solo una parte? 

Dedicaré los siguientes párrafos a contestar esa pregunta y espero demostrar que solo percibimos una parte irrisoria del mundo.


Dicen que bajo el efecto de determinadas drogas o bajo determinados sonidos o ritmos (lo que llaman provocar estados alterados de conciencia) se accede a mundos que no se parecen al nuestro. ¿Pero cómo sabemos que no son el nuestro solo que bajo otra perspectiva? ¿Cómo sabemos que no son una forma de moverse por otra dimensión adicional a la nuestra? Matemáticamente, no hay límites a las dimensiones. ¿Por qué debemos limitarnos a tres? ¿No será que nuestros cinco sentidos nos limitan a esas tres?


Pero dejemos las teorías propias de Cuarto Milenio que tanto me gustan y limitémonos a suponer que somos un perro. 

De repente, el mundo que percibimos es radicalmente distinto. Para empezar hay sonidos que ahora oímos y que antes no oíamos (los ultrasonidos) y para continuar, lo que nos resulta más llamativo es que vivimos en un mundo de olores que antes de convertirnos en perro desconocíamos. Ahora las formas y colores que percibimos con los ojos no tienen tanta importancia pero sí los olores. Nos lo podemos imaginar como líneas de colores que surcan nuestro alrededor. Si nuestro amo nos dijera que buscáramos el rastro de alguien dándonos a oler su ropa es como si nos mostrara una luz de un color especial, pongamos verde fosforito y solo tendríamos que ir buscando la línea de color verde fosforito según nos vamos desplazando. Además, el verde fosforito se va haciendo más intenso según nos acercamos a la fuente, es decir, a la persona que estábamos buscando.


Convirtámonos ahora en un teléfono móvil. ¿Cómo percibiríamos el mundo si fuéramos un móvil? Imaginémonoslo:


Estoy en el bolsillo de mi dueño y aún así, veo muchas luces a mi alrededor (GSM/GPRS/3G/4G/5G (1)). De repente, veo una de un color específico (el mío) y además está encendiéndose y apagándose en un código que sé que es para mí. Joder, tengo que sonar, ¡tengo que sonar ya! RRRRRRIIIIIIIIIIIIIING. Perdón, tenía que hacerlo, estaban llamando a mi dueño. 

A través de esas luces puedo saberlo todo, basta con preguntarlas y ellas me responden.


Como móvil que soy, también tengo que estar atento a unas luces que son muy débiles pero las suelo ver claramente. Veo que vienen del cielo y suelo distinguir 4 ó 5 a la vez. Por la intensidad de esas 4 ó 5 luces y la forma en la que parpadean, le puedo decir a mi dueño en qué posición estoy exactamente (GPS (2)). 


Percibo también otras luces difusas, las hay a mogollón. Unas son más fuertes y otras más debiluchas. Los humanos lo llaman WiFi (3), pero para mí son luces de colores. Mi dueño me pide que me fije en una de un color concreto y que intente averiguar que dice con sus parpadeos. 


Hay veces que mi dueño me toca la barriga, quiero decir, la pantalla. Soy muy sensible ahí, porque es donde tengo el sentido del tacto (4). El me hace cosquillas y yo respondo haciéndole gracias en la pantalla que sé que le suelen gustar.

Cuando mi dueño me rasca la barriga, sé que él está ahí y yo me siento seguro. Por eso procuro que esté todo el día rasca que te rasca.


Continua


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