Ya llegó el fin del mundo -3-


 Pues debo deciros que lamentablemente los mayas acertaron con su predicción. Ahí se acababa el ciclo, la oportunidad de enmendar esto. Los mayas predijeron que en 2.012 ya seríais todos lo bastante gilipollas como para ser incapaces de salir de la dinámica consumista en la que os habíais metido. Ellos predijeron que vuestra economía, vuestras empresas, vuestros medios de comunicación… En definitiva, vuestra forma de vida había cambiado lo suficiente para llegar a un punto sin retorno. Ya no era posible volver atrás. Seríais incapaces de vivir de una forma más austera que permitiera que vuestra civilización se desarrollase en vez de entrar en la decadencia más absoluta en la que os encontráis.


Y eso será así salvo… que cambieis radicalmente vuestra mentalidad. Y la palabra clave es radicalmente, porque el cambio que necesitáis es radical. Necesitáis una nueva forma de vivir, de trabajar y de entender la economía. Las empresas deben reinventarse, o al menos recordar como eran en los ochenta. 

Os estoy pidiendo que estudiéis como era la vida hace cuarenta años y cojáis lo bueno de entonces. Que veáis como el consumismo exagerado, que ya existía de forma incipiente en aquellos años, os ha traído exactamente al punto en el que estáis.


Os estoy diciendo que ya que os gustan tanto las religiones, que siempre tenéis que tener alguna: progres o fachas, del Real Madrid o del Barcelona, veganos o carnívoros, animalistas o toreros, cerveceros o abstemios, adoptéis una nueva religión y os hagáis ochentarianos y con la inflexibilidad que os caracteriza en vuestros dogmas religiosos, adoptéis cada uno de sus postulados. Solo así podréis salvaros.


Siempre que pueda, terminaré con un ejemplo tomado de la forma de vida de los ochenta y que tendría que ser iluminación para los ochentarianos. Muchos de los ejemplos, además de ser algo concreto, representan una forma de hacer las cosas extrapolable a casi todas las demás. Representan el camino que han ido siguiendo las empresas de los distintos sectores para incrementar sus beneficios que, como sabéis en esta perspectiva tan equivocada y tan conducente al desastre, deben crecer siempre hasta el infinito. 


Hoy recordaremos como se tomaba café en los ochenta. Los buenos cafeteros compraban el café a granel, o en algunos casos envasado, y lo molían en un electrodoméstico que ya ha desaparecido de los hogares: El molinillo de café. Ese café recién molido se echaba en una cafetera italiana y se ponía al fuego. Había que esperar un rato hasta que la cafetera hacía ruido. Esa era la señal de que el café estaba listo.  

Ahora veremos como se toma el café hoy en día. Se coge una cápsula de café, se mete en una cafetera al efecto y en veinte segundos tienes un café de sabores y matices sin límites y con una espuma que está diciendo bébeme sin esperar a que se enfríe.


Una cápsula de café tiene entre 5 y 7 gramos de café. Es decir, en un kilo del antiguo café comprado a granel hay lo suficiente para rellenar unas doscientas cápsulas. Por si fuera poco las cápsulas de café se venden en paquetes de cartón de 16 cápsulas, es decir 80 gramos de café. O dicho de otra manera, el café que tomáis hoy día tiene más envoltorio que café. Imaginaos la energía, los materiales, la contaminación, etc que hay que generar para daros tantos miles de millones de cápsulas como consumís al día. Imaginaos esas cápsulas ya usadas generando montañas de desechos diarios. Comparad esos desechos con los que generaba un habitante de los ochenta cuando para seis tazas de café tiraba solo el café usado a la basura, sin envoltorios. 


El café de hoy está más bueno y os dá muchas posibilidades, muchos sabores y combinaciones, pero… no podéis permitiros el lujo de tomarlo si queréis seguir habitando en este planeta.


Luis apagó el móvil y volvió a mirar a Marisa que se apresuró a decir:

  • Me reafirmo: este tío es gilipollas

  • Pero ¿no crees que algo de razón tiene? -preguntó Luis

  • Me enciende el pelo. Habla como si no fuera de este planeta. Él está por encima de todos. Somos nosotros los que nos hemos dejado conducir a donde estamos porque somos tontos. Todos menos él, que está por encima del bien y del mal.

  • Bueno, no te dejes guiar por eso. Forma parte de su estilo para llamar la atención. Supongo que por eso tiene más seguidores. 

Insisto, ¿no crees que algo de razón tiene?




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