Cómo ha cambiado el cuento

  Cuentan que iba una vez Caperucita Roja con su cestita colgada en el brazo por el bello y frondoso bosque, cuando el lobo feroz se interpuso en su camino y le dijo con voz melosa:

  • ¿Dónde vas, Caperucita?

A lo que Caperucita respondió:

  • A lavarme el coño al río

El lobo feroz, estupefacto, no pudo hacer otra cosa que decir:

  • Joder, cómo ha cambiado el cuento.


Discúlpeseme el uso de palabras malsonantes, pero era necesario para ejemplificar lo que realmente ha cambiado el cuento. Un cuento que a nosotros también nos han cambiado significativamente. Y quiero demostrarlo pegando aquí la letra de dos canciones que se han hecho populares en sus respectivas épocas. Una del año 1978 que escribió el cantautor argentino León Gieco y que popularizó en España (entre otros) Ana Belén en los años 80-90 Sólo le pido a Dios


La otra es una canción actual del tan popular género del reggaeton No Te Enamores (remix) (part. Milly, Jay Wheeler, Nio Garcia y Amenazzy) Farruko



1978

2021

Solo le pido a Dios

Que el dolor no me sea indiferente

Que la reseca muerte no me encuentre

Vacía y sola sin haber hecho lo suficiente


Solo le pido a Dios

Que lo injusto no me sea indiferente

Que no me abofeteen la otra mejilla

Después que una garra me arañe esta suerte


Solo le pido a Dios

Que la guerra no me sea indiferente

Es un monstruo grande y pisa fuerte

Toda la pobre inocencia de la gente

Es un monstruo grande y pisa fuerte

Toda la pobre inocencia de la gente


Solo le pido a Dios

Que el engaño no me sea indiferente

Si un traidor puede más que unos cuantos

Que esos cuantos no lo olviden fácilmente


Solo le pido a Dios

Que el futuro no me sea indiferente

Desahuciado está el que tiene que marchar

A vivir una cultura diferente


Oh, oh

Oh, oh

Oh oh uoh, oh oh oh

Baby, yo sé

This is the remix


No, no, no soy pa' ti

Yo no te quiero herir

Podemos vernos un par de veces

Y no más de ahí, no más de ahí


Y tú no eres mía

Yo tampoco soy tuyo

Todo se queda en la cama

Al amor, yo le huyo


De mí no te enamores

Ya no creo en amores

Sé que me perdí después de comerte

Ahora picheo pa' volver a verte


Ay, no te enamores

Cambié flores por condones

Yo sé quе me perdí después dе comerte

Ahora picheo pa' volver a verte (¡Farru!)


Os invito a que comparéis las letras. Cierto es que alguien podría decir que estoy comparando churras con merinas. No tanto, desde el punto de vista que distintos autores españoles popularizaron la primera y fue casi un himno de la juventud en la época de los 80-90 y el reggaeton se ha convertido en un himno (todo él) de una gran parte de la juventud (excepciones hay en ambos casos). 

De cualquier forma, la música que se va inyectando a la juventud es característica de cada época.


En la primera canción, la sola mención de Dios ya llama la atención. Hoy, en nuestra sociedad pos-posmoderna, eso no está permitido porque aceptar la existencia de Dios es aceptar que existe una Verdad absoluta. Si hay una verdad absoluta, habrá que buscarla y si hay que buscar la verdad, hay que esforzarse. ¿Esfuerzo? No, no, por favor, no me compliques la vida.  

También, si hay Dios, la moral será absoluta, es decir, las cosas serán buenas o malas por sí mismas. Eso es anatema en la sociedad pos-posmoderna en la que la moral es relativa y muuuuy flexible. Las cosas están bien o mal hechas dependiendo de quien las haga. Si las hace alguien de tu cuerda está bien hecho y justificado y se lo hace alguien del otro lado, no habrá cosa más censurable. 

En cualquier caso, si existe consenso social, está bien hecho fijo. Votemos si es lícito pegar a un padre anciano con un calcetín sudao


He elegido Solo le pido a Dios, pero podría haber elegido cientos de canciones profundas de aquella época, que reflexionaban sobre distintos problemas sociales, éticos o simplemente profundamente humanos. 

Me viene a la mente, por ejemplo, “Aquellas pequeñas cosas” de Joan Manuel Serrat, en la que bastaban quince segundos de estar escuchando esa letra y esa música para que necesitaras doscientos kleenex para contener las lágrimas. Bastaban quince segundos para que te dieras cuenta de cuántas cosas bellas, que no valoraste en su momento, habías perdido y que no volverías nunca, nunca a recuperar. 

Cuando habías gastado el paquete de kleenex te dabas cuenta de que debías valorar las cosas que tienes porque no son tuyas y puedes perderlas en cualquier momento.


Otra cosa que llama la atención es que mientras en la primera canción se está reflexionando sobre la guerra, la desigualdad social y la indiferencia de la sociedad ante la injusticia, en la segunda se reflexiona de lo malo que es el amor y que las cosas van mejor cuando todo se queda en folleteo.


Respecto a la música, hasta para mí, que tengo el mismo oído que un gato de escayola y unos conocimientos musicales similares, me resulta enormemente más rica la primera, con más matices que la segunda, limitada a tres notas (para mí que no usa toda la escala musical) y un ritmo repetitivo que te horada el cerebro, el cerebelo y la espina dorsal.

Supongo que ya pasó la época de sofisticadas construcciones musicales y ahora vamos evolucionando hacia sonidos más simples y acabaremos poco a poco en ritmos y letras tribales.


He defendido en anteriores posts que debe haber una macroconspiración mundial para volvernos gilipollas. Cada vez que analizo una faceta, llego a la misma conclusión, como es el caso. Es decir, quieren volvernos gilipollas atacando por múltiples frentes.

Es obvio que el cuerpo que se te queda después de oír la 40 sinfonía de Mozart no es el mismo que el que se te queda después de una canción de reggaeton. Ni el cuerpo ni la mente. Y para los que crean en el alma, seguramente, el alma tampoco se queda igual.

Así pues, esto también. Esto también nos vuelve más gilipollas.


No se consideren mis palabras una crítica contra los autores o productores de la segunda canción. Ellos hacen su trabajo: hacer canciones que se vendan y lo hacen bien. Es lo mismo que las cadenas de televisión cuando hacen programas basura. Es lo que se vende. No es culpa suya sino nuestra que somos receptivos ante lo que se nos da.


Todo el mundo sabe que podemos usar el método de mínimos cuadrados para interpolar y calcular el valor más probable de un punto intermedio ausente del intervalo de observación (en especial los espectadores de programas de telebasura porque es un tema recurrente) y que también podemos usar la extrapolación polinómica para estimar el valor más probable de un punto fuera del intervalo observado. 

Esta última herramienta matemática es la que he usado para que, partiendo de las canciones de 1.978 y 2.021 mostradas, poder estimar la canción de éxito más probable en 2.046.


Y hela aquí:


Uh, Uh, Uuh 

Uh, Uh, Uuh 

Uh, Uh, Uuh 


Uh, Uh, Uuh 

Uh, Uh, Uuh

Uh, Uh, Uuh Uh, Uh, Uuh 

Uh, Uh, Uuh Uh, Uh, Uuh 

Uh, Uh, Uuh 

Uh, Uh, Uuh 

(bis)

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Comentarios

  1. Deberías ponerla música, seguro que te forras.

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    1. La sociedad aún no está preparada para algo tan novedoso. Hay que esperar unos años. Como música bastará un ritmo de tambores simplón y muy repetitivo.

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